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– Tenemos a una viejo amiga tuya con nosotros. Ella está impaciente por verte.

– ¿Amiga?

– Cassandra… No estoy segura del apellido. Pelo castaño rojizo. Ojos verdes. Vampiro.

– ¿Cassandra? -Sus ojos se estrecharon-. ¿Dónde?

– Derecho por ese pasillo.

Me asomé por la puerta. El hombre pasó por delante de mí y marchó hacia el pasillo.

– ¡Cassandra! -gritó.

A mitad de camino opr el pasillo, Cassandra se dio vuelta. Lentamente.

– ¡Aaron! -llamó ella. Sus labios se estiraron en una amplia sonrisa cuando se devolvió hacia a nosotros-. ¿Mi Dios, realmente eres tú? ¿Cuánto tiempo ha pasado? Todos estos años y ya sabes, no has cambiado ni siquiera un poco.

– Muy gracioso -dijo Aaron-. Ahora, Cass…

Ella juntó sus manos con las suyas y le dio un beso en la mejilla-.No puedo creer esto. ¿Cuándo fue la última vez que te vi? Mil novecientos setenta, ¿verdad? ¿Filadelfia?

– Mil novecientos treinta y uno, Rumania -gruñó Aaron, soltándose del abrazo de Cassandra-. Quinta parada de nuestro Magnífico Viaje. Podríamos haber ido a Praga, Varsovia, Kiev, pero no, tenías que detenerte en algún remanso rumano para divertirte jugando a Dracula con los campesinos. Y estoy seguro que habría sido muy divertido si no hubieras sido encerrada con llave en un sótano de iglesia durante tres días y casi te ahogaras en una tina de agua bendita.

– Eso fue un error -murmuró Cassandra.

– ¿Error? ¡Tú me abandonaste allí!

– ¿Ella te abandonó? -Dije-. Imagínense esto.

– Oh, no -dijo Aaron, su mirada aburrida encima de Cassandra-. Ella no sólo me abandonó. Ella me entregó. Su pequeña travesura se descontroló, y cuando la muchedumbre vino, ella se salvó entregándome.

– No fue así -dijo Cassandra.

– Estoy segura de que no fue -dije-. Bien, supongo que ustedes dos tienen mucho que conversar. Sigue adelante, Cassandra. Clay y yo podemos manejar a Winsloe.

Cuando me alejé, Cassandra trató de seguirme, pero Aaron agarró su brazo. Ellos todavía estaba discutiendo mientras Clay y yo dejábamos el bloque celdas célula para buscar a Winsloe.

VENGANZA

El perro estaba en la perrera.

Olimos a Winsloe tan pronto como estuvimos a algunos metros fuera del edificio. Exploramos el perímetro mientras susurraba mi plan a Clay. Antes de que terminara, él atrapó mi brazo, deteniéndome.

– ¿Estás segura de esto, querida? -preguntó.

– Oh, estoy segura. ¿Tú no?

Clay me tiró más cerca y junté su rostro con el mío-.Estoy seguro de que quiero hacerlo, y soy estoy malditamente seguro de que el bastardo se lo merece. Ciertamente es justicia poética. ¿Pero es realmente lo que quieres?

– Es lo que quiero.

– Todo bien, entonces. Si hay algún problema, pese a todo, lo mataré.

– No, yo lo haré.

Clay vaciló-.De acuerdo, querida. Si tenemos una opción, él es tuyo. Pero no me contendré si estás en peligro.

– De acuerdo.

Nos dirigimos hacia la perrera.

***

Winsloe estaba sentado en la parte de atrás de la perrera. Su espalda contra la pared, las rodillas elevadas, la pistola entrenada sobre la puerta. Una vez que hubimos determinado su posición observando detenidamente a través de las polvorientas ventanas, elegimos un curso de acción. Obviamente, entrar por la puerta era inadmisible. No éramos antibalas. Ya que la entrada estaba a la izquierda de Winsloe, seleccioné la ventana más cercana a su derecha. Clay me levantó, y con cuidado desenganché los pestillos, saqué el vidrio, y se lo pasé a Clay. La apertura tenía apenas medio metro cuadrado, demasiado pequeña para Clay, entonces tendría que ir sola. Él me levantó más alto, y me metí mis pies primero, esforzándome para oír a Winsloe abajo, listo para gritar que me sacara si él se movía. No lo hizo. Una vez que mi torso pasó por la ventana, agarré el alféizar con ambas manos, me balanceé de lado, y salté, aterrizando en la cabeza de Winsloe y sus hombros. Él gritó. Agarré su arma y la arrojé sobre la cerca de alambre de la jaula contigua.

– Un grito agradable, Tyrone -dije mientras limpiaba la paja de mis vaqueros-. Muy macho.

Clay entró por la entrada -Me pareció más bien un chillido, querida.

Winsloe se giró para contemplar a Clay.

– Sí, este es Clayton -dije-. ¿Se ve bastante bueno para un tipo muerto, eh?

Mientras Winsloe luchaba para ponerse de pie, Clay avanzó a zancadas, lo agarró por el cuello, lo pegó de golpe contra la pared, y lo revisó.

– Desarmado -dijo, dejando caer a Winsloe.

– ¿Qué? -Dije-. ¿Ninguna granada? ¿Ningún arma? Y te llamas a ti mismo un cazador.

– ¿Cuánto quieres? -dijo Winsloe. Su voz era estable, ribeteada más con cólera que miedo-. ¿Cuál es el precio de una vida por estos días? ¿Un millón? ¿Dos?

– ¿Dinero? -Me reí-. No necesitamos el dinero, Tyrone. Jeremy tiene en abundancia y él es más que complaciente a la hora de compartir.

– ¿Un valor neto de tal vez dos millones de dólares? -Winsloe resopló-. Eso no es nada. Aquí está el trato. Me atraparon en un momento honrado. Quiero pagar una prenda. Diez millones.

Clay frunció el ceño-.¿Qué es esto? Nunca dijiste nada sobre un trato, querida. Me prometiste una caza.

– Lo siento, Ty -dije-. Clay tiene razón. Le prometí una caza, y si no lo complazco, se enfurruñará durante días.

– ¿Caza? -La agitación destelló en los ojos de Winsloe, pero rápidamente la desplazó-. ¿Quieren una caza? Bien. Es justo. Como dije, me atraparon. Aquí está el trato, entonces. Déjenme conseguir mi equipo y tendremos una verdadera caza. Si los mato a ambos, gano. Ustedes me dan el esquinazo y ganarán quince millones.

– El hombre tiene pelotas, querida -dijo Clay-. Tenga que darle eso -Él jaló a Winsloe por la parte frontal de su camisa-. ¿Quiere hacer un trato? Aquí está el trato. Te dejamos ir. Corres por tu vida de mierda. Logras salir del campo de juegos y te dejamos ir. Te atrapamos primero, te matamos. ¿De acuerdo?

– Eso no es justo -chisporroteó Winsloe.

Clay echó su cabeza atrás y se rió-.¿Oyes esto, querida? No es justo. ¿No eran esas sus reglas? Las reglas que planeabas usar si cazabas a Elena. Ella sería liberada y cazada por un equipo de profesionales entrenados. Si ella escapaba del campo de juegos, viviría. De otra manera, moriría. ¿Me pierdo algo?

– Esto no es el mismo -dijo Winsloe, fulminándolo con la mirada-. No soy un werewolf. Un humano no puede luchar sin armas.

– ¿Y esos armarios de equipamiento que tienes ahí? -Dije.

– Están cerrados con llave.

– Bien -suspiré-. Voy a hacerlo ‘justo’, entonces. No lo querríamos demasiado fácil. Sin desafío no hay diversión.

Caminé a la jaula contigua y recogí el arma. Al examinarla, entendí como abrir la cámara y tiré las balas al suelo. Entonces volví hacia Winsloe y le di el arma vacía.

– ¿Qué demonios se supone que tengo que hacer con esto? -dijo.

Clay sacudió su cabeza-.Creí que este tipo supuestamente era brillante. Pensemos acerca de esto. Tenemos que Cambiar formas para cazarte. Esto significa que estaremos ocupados un rato. No vamos a dejarte con un arma cargada para que puedas dispararnos mientras Cambiamos.

– Podrías encontrarnos y golpearnos en la cabeza con la pistola vacía -dije-. Pero yo no lo recomendaría. Haremos el Cambio por turnos. Si te acercas a nosotros, te mataremos. Mientras estamos ocupados, tendrás tiempo para hacer algo. ¿Cuánto tiempo? Bien, no voy a decirte eso. Lo que te diré es que tendrás tiempo para hacer algo. Puedes correr por tu vida. O puedes volver al complejo y encontrar munición para esa arma. O puedes correr al armario de equipo más cercano y tratar de accionar la cerradura. O puedes ir al garaje y ver si puedes conseguir que uno de los vehículos inhabilitados funcione.