La camisa de Winsloe se rasgó otro centímetro. Él me contempló, los ojos abiertos, sus labios moviéndose silenciosamente.
– Déjame contestar esto por ti, Ty. Es ‘no’. Él podría haberte ofrecido millones y tú todavía lo habrías matado. ¿Por qué? Porque su muerte valía más que todo el dinero que él podía dar. Los pocos segundos de diversión que su muerte ofrecía valían más.
– Por favor -dijo-. Por favor, voy a…
– ¿Caer? Hah. Demasiado fácil. Tú caerás. Clay arrancará tu garganta. Juego terminado.
– ¡Esto no es un juego de mierda!
Yo ahuequé mi mano detrás de mi oído -¿Qué es esto, Ty? Creo que no te he oído.
– Dije que este no es un juego de mierda. ¡Es mi vida!
– No, es tu muerte. Hey, una idea. No es un juego, sino un programa de concurso. Esta Es Tu Muerte. Ahora, tengo que confesarlo, soy un poco joven para haber visto Esta Es tu Vida. Sólo conozco el título por lo que tendré que improvisar. Cruzarlo con algo que me recuerdo haber visto de niña. Vamos a Hacer un Trato.
Lo saqué de la rama y le ayudé a conseguir su equilibrio, manteniendo mis manos en su camisa.
– Tú- tú quieres negociar -Él limpió el sudor de su cara y tragó en voz alta-. Bien. Bueno. Vamos a negociar.
– ¿Negociar? Infiernos, no. Haré un trato en cuanto al método de tu ejecución, Ty. Vas a morir. Eso es un hecho. La única pregunta es ¿cómo?
– N-no. No. Espera. Vamos a hablar…
– ¿Sobre qué? Me has ofrecido todo lo que posees. No tienes nada más para ofrecer, ¿verdad?
Él me miró fijamente, su boca moviéndose silenciosamente.
– Has ofrecido todo. Rechacé esa oferta. Entonces vas a morir. ¿Por qué? Porque finalmente veo tu punto de vista. Me has convencido. Ver a alguien morir puede valer más que todo el dinero del mundo.
Su rostro fue drenado de sangre, abría y cerraba la boca como un pescado en tierra.
– Detrás de la puerta número uno tenemos la opción más obvia. Te caes de este árbol. Sólo me aseguraré de que Clay no te mate. Y no te dejaré caer, te lanzaré. Con fuerza suficiente para romper cada uno de tus miembro, pero no con fuerza suficiente para matarte. Entonces te amordazaremos y te dejaremos morir, despacio y dolorosamente.
– Detrás de la puerta la número dos…
– No -dijo, su voz casi inaudible-. No. No lo hagas…
– Hey, sólo estoy calentando. ¿Sabes lo que más admiro sobre ti, Ty? Tu creatividad. Tu ingenio. Como darme la opción entre matar a Armen o ser violada por una cuadrilla. Me has inspirado a nuevas alturas de creatividad, así que permanece callado y escucha.
– Opción dos. ¿Recuerdas el vídeo que viste de mí luchando contra Lake? ¿Dónde transformaba mi mano en una garra? ¿Gran broma, eh? Bien, aquí está mi idea. Cambio mi mano y corto tus tripas. No mucho, tal vez arranque un poco del intestino, comenzando un goteo de sangre estable. ¿Conoces lo que dicen sobre las heridas de bala? Que el disparo en las vísceras es el peor. Lleva siempre a la muerte y duele como los fuegos del Infierno. Lo cual, si me preguntas, sería un buen precursor a lo que puedes esperar de tu eternidad. Me agrada esta. Muy apropiada. Al diablo con el juego, voy a elegir ésta.
Pulsé mi mano contra su estómago. Él convulsionó y un olor fuerte y acre llenó el aire. Miré hacia abajo para ver una mancha mojada extenderse por la pierna de su pantalón.
– Mierda, Ty. Sólo bromeaba -Agité mi mano delante de él.
– Páralo -susurró él-. Sólo páralo…
– No puedo. ¿Recuerda Vamos a Hacer un Trato, verdad? Eres de mi edad, así que debes haberlo visto siendo niño. Hay una puerta número tres. Y detrás de esa tenemos… hmmm -Miré alrededor, luego vislumbré algo arriba-. Allí. ¿Ves ese pájaro que vuela al este? ¿Sabes cual es? Un buitre. Un limpiador. Será la última opción. Muerte por el limpiador. Te bajo de este árbol y te estaco a la tierra. Entonces te corto. Montones de pequeñas heridas, rebanadas no letales, sólo lo bastante para extraer sangre. Dentro de poco, conseguirás una vista de primera mano de cada buitre en estos bosques. Ah, y tendré que cortar tu lengua para que no puedas gritar. ¿Una mejora sádica sobre el amordazamiento, no crees? Deberías estar orgulloso de mí, Ty. Soy tu alumna estrella. Oh, hablando de alumnos, no te vendaré los ojos. De esa forma podrás ver a los buitres y a los perros extraviados mientras se alimentan de ti. Bien, hasta que los buitres saquen tus ojos…
– ¡Basta! -Su voz se elevó, casi chillona-. Sé lo que haces. Quieres que yo pida por mi vida. Que te ofrezca más.
– ¿Qué más? Me has ofrecido todo, Ty. Y dije que no.
Sus ojos rodaron, rabioso de miedo y odio -No. No me matarás. Valgo demasiado.
– Tú no vales nada. Sólo tu muerte vale algo para mí.
– ¡No! No lo harás, Elena. Sé que no vas a hacerlo. Quieres asustarme, pero tú nunca…
– ¿Nunca?
– No lo tienes en ti.
– Opción uno, dos, o tres. Elige ahora.
– Me torturas. Eso es todo. Sólo quieres verme retorciéndome. No lo tienes…
Lo agarré por la garganta y lo arrastré de sus pies. Entonces presioné mi cara contra la de él.
– No me digas lo que no tengo en mí.
Gruñí. Vi el terror en sus ojos y lo aprecié. Entonces lo dejé ir. Clay arrancó su garganta antes de que su cuerpo golpeara la tierra.
LIMPIEZA
Después de matar a Winsloe, Clay Cambió, y volvimos por nuestra ropa. No había tiempo para tardanzas. Había todavía trabajo por hacer en el complejo. Cada pedazo de prueba debía ser encontrado y destruido. Teníamos que borrar todos los rastros de nuestra presencia. Finalmente alguien encontraría el complejo y los cuerpos dentro. Para disminuir la probabilidad de una investigación policial a gran escala, Paige había hackeado el sistema del ordenador esa mañana y había transferido el derecho de propiedad a un cártel de drogas colombiano. No me pregunten como conocía ella el nombre de un señor de la droga sudamericano. Algunas preguntas es mejor dejarlas sin contestar. En cuanto a Winsloe, habíamos eliminado su cuerpo de una manera que aseguraba que nunca sería encontrado. ¿Cómo? Bien, esa es otra de esas preguntas. El punto era que nadie encontraría alguna vez a Winsloe o lo conectaría con el complejo, lo que evitaría una campaña de medios de comunicación que rodearía su muerte.
– ¿Crees que Savannah estará bien? -pregunté cuando terminamos de vestirnos-. Ella golpeó esa pared con bastante fuerza.
– Ella parecía bien. Jeremy cuidará de ella.
– ¿Crees que Paige será capaz de manejarla?
– Si Paige pudo manejar a ese hechicero, puede manejar a una niña de doce años. Ella estará bien, querida. Ambas lo estarán.
– Eso espero.
Clay apartó una rama para mí -Mirándote con Savannah, yo pensé…
– No lo hagas.
– No dije nada.
– Bueno. No lo hagas.
– Yo sólo pensé…
– Nada de niños.
Él se rió y puso su brazo alrededor de mí -Parece definitivo.
– Lo es. ¿Yo como madre? -Me estremecí-. Sólo puedo imaginar una cosa peor. Tú como padre.
– Un millón de gracias. Yo sería un… padre bastante bueno. Y si no, está Jeremy. Él es un gran padre. Él compensaría mis defectos.
– Gran idea. Tenemos niños y dejamos la responsabilidad en él. Él amaría todo esto.
– Él no se opondría.
Gemí -Nada de niños.
Clay avanzó unos metros más, luego sonrió abiertamente -Hey, ¿Sabes qué más? Si tuviéramos niños, no podrías marcharte. Me tendrías que aguantar. He ahí un pensamiento.
– ¡Tú-qué-oh!
Levanté mis manos y me alejé pisando fuerte. La risa de Clay resonó por el bosque. Él trotó, me lanzó a tierra, y me hizo cosquillas.