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Cuando hablé con Jeremy, mi cerebro estaba agotado. Mientras había estado corriendo y preocupándome por el escape, no había tenido tiempo de pensar acerca de lo que veía. Ahora tenía demasiado tiempo, y mi mente tomó plena ventaja de eso. Brujas y hechizos para retener. Demonios que se teletransportan y hombres de milicia armados. Pistolas con tranquilizantes y proyectos de secuestro. ¿Dónde habían quedado los viejos y buenos días cuándo todo de lo que tenía que preocuparme era algunos callejeros enloquecidos? Werewolves, esos sí podía manejarlos. ¿Pero esto? ¿Qué demonios era esto?

Le conté entrecortadamente toda la historia a Jeremy en un aluvión precipitado y semi coherente de palabras, agradecida de que había encontrado una cabina telefónica privada y no tenía que preocuparme acerca de lo que decía. Jeremy esperó hasta que hube terminado, hizo una pausa para asegurarse de que no diría más, y luego -Eso no suena bien.

Tuve que reírme. Cuando lo hice, sentí que la tensión de mi cuello y hombros se liberaba, y me relajé por primera vez ese día. Típico de Jeremy. Maestro de las declaraciones incompletas. Yo podría haberle dicho que una cabeza nuclear se había escapado de Rusia y se dirigía hacia Nueva York y él habría dicho la misma cosa, con el mismo tono tranquilo y sereno.

– Y no -dije- no he estado bebiendo o ingiriendo narcóticos ilegales.

Él se rió entre dientes -Te creo. ¿Dónde estás ahora?

– En el aeropuerto.

– Bueno. No vueles a Syracuse. Compra un boleto a Buffalo y ten cuidado con espectadores curiosos. Te encontraré en el aeropuerto.

***

Cuando mi avión aterrizó, me había relajado lo suficiente para sentirme bastante tonta acerca de llamar a Jeremy al borde del pánico y hacerlo conducir casi tres horas a Buffalo. Debía haber una explicación lógica, no sobrenatural, para lo que había visto la noche anterior. No sabía cual podría ser, pero estaba segura que esto existía.

Cuando la muchedumbre de pasajeros que desembarcaban me condujo al área de espera, observé las cabezas buscando a Jeremy y lo descubrí inmediatamente. Con 1, 87 metros de estatura, Jeremy podía no ser el tipo más alto en el lugar, pero, por lo general, tenía unos cuantos centímetros más que sus vecinos, lo bastante altos para mí como para vislumbrar unos ojos negros enmarcados por un par de cejas negras y arqueadas y unas mechas a las que les hacía falta un buen corte. Cuando él se dignó dejarme cortar su pelo por última vez, había notado los primeros hilos de blanco. No era sorprendente, considerando que Jeremy tenía cincuenta y dos años. Envejecíamos lento, Jeremy parecía, como mucho, en la mitad de la treintena, y, probablemente, menos todavía, si no fuera por el poco color gris, pero lo embromaba despiadadamente. Con Jeremy, valía la pena aprovecharse de cualquier defecto. No tenía suficientes de ellos.

Cuando finalmente él me vio, sus labios se curvaron en la más desnuda de las sonrisas, entonces saludó con la cabeza y esperó que me acercara. Típico.

– De acuerdo -dije cuando llegué a su lado-. Dime que reaccioné de manera exagerada.

Él tomó mi bolso-.Ciertamente no. Mucho mejor que no hacer caso de ello y, digamos, no llamarme tan pronto como encontraste a esas mujeres.

– Lo lamento.

Él desestimó la disculpa-.Estamos en ellos ahora. Nos dirigimos directamente a Vermont. He empaquetado nuestros bolsos. No parece sabio volver a Stonehaven hasta que sepamos más sobre esta amenaza.

– ¿Entonces vamos a la reunión?

– No tenemos muchas opciones. Estas bru-mujeres parecen tener todas las respuestas.

– ¿Entonces conseguiremos información de ellas, no nos uniremos a ellas?

Jeremy se rió entre dientes-.Pareces aliviada. No te preocupes, Elena. La Manada no necesita ninguna ayuda externa.

– Traté de llamar a Clay desde el aeropuerto, pero no estaba. Dejé un mensaje diciéndole que necesitábamos hablar con él. ¿Debería tratar de contactarlo ahora?

– Él vio tu mensaje y llamó a casa. Le expliqué lo que pasó. Creo que es mejor si no se nos une para esta reunión. En cierta medida, dudo que tuviera su mejor comportamiento.

– Puedo verlo ahora. Meterse a la fuerza en la reunión, exigir respuestas, y amenazar con lanzar a alguien por la ventana más cercana si las respuestas no vienen lo suficientemente rápido. Y sería su mejor comportamiento.

– Exactamente. No es el tipo de entrada que tenía en mente. De modo que minimicé el peligro y le dije que tú y yo podríamos manejarlo. Lo mantendré al día, y si las cosas se ponen difíciles, él puede unirse a nosotros.

– ¿Y que pasa con Nick y Antonio? Estarán en Europa durante otras dos semanas.

– Tres -dijo-. Telefoneé y le dije a Tonio que estuviera alerta. Si los necesitamos, los llamaremos. Por otra parte, aún si esta amenaza es verdadera, Europa puede ser el mejor lugar para ellos. Fuera de peligro.

– Entonces sólo somos dos de nosotros.

Otra sonrisita-.Estoy seguro de que sobreviviremos.

***

Pasamos la noche en una casita de campo que Jeremy había alquilado en Vermont. A pesar de la temporada repleta, había logrado encontrar un lugar donde los invitados originales habían anulado su reservación en el último momento. No sólo era en una región aislada, arbolada, sino que superaba lo “conveniente” y los alrededores eran perfectos, un chalet a la orilla de un lago lejos del tráfico de los veraneantes. Yo habría tenido suerte de lograr conseguirnos reservaciones en un motel de carretera de poca calidad. Confiaba en Jeremy para encontrar el Edén en menos de un día.

La reunión se llevaba a cabo en Sparta, Vermont. Ya en la carretera, Jeremy había llamado el número de celular de Ruth y le había dicho que llegaríamos el lunes, aunque la reunión comenzara el domingo. Realmente, planeamos llegar el domingo, pero él imaginó que la mentira podría ayudarnos. Si estuviéramos metiéndonos en una trampa, llegando antes, los tomaríamos con la guardia baja.

A medida que las horas empujaban a Pittsburgh lejos en mi memoria, mi escepticismo iba volviendo. ¿Qué había visto realmente? Nada que una buena compañía teatral de magos o ilusionistas no pudiese montar. ¿Hechizos de Cobertura y demonios teletransportándose? De acuerdo. A la luz del día, tales cosas parecían ridículas. Fantasmas de noche y nervios. Era mucho más probable que, en efecto, nos estuviéramos metiendo en una trampa, una trampa inteligente, pero muy humana. Al menos, estábamos a punto de encontrar algunas personas seriamente engañadas.

***

La mañana siguiente, cuando condujimos por la carretera de la montaña, podía ver Sparta delante, recostado en el valle, una iglesia blanca solitaria en la ladera, su cruz envuelta en nubes o niebla de la tarde. Casas de madera a los costados, todos los colores del arco iris, sobresalían de la vegetación de agosto. Criaderos y graneros rojos alegraban los espacios esculpidos por el páramo. Casitas de campo rosadas bordeaban un lago al sur. Era un cuadro perfecto… desde la distancia. Mientras más cerca conducías, más se notaban los signos de decaimiento. Las casas alegremente coloreadas pedían a gritos una mano de pintura o una recubierta de vinilo. Las fundaciones del granero se derrumbaban en pilas de piedras que apenas sostenían la estructura encima. Las cercas oxidadas y los postes podridos permitían fugarse a las vacas a los pastos vecinos. Las casitas de campo de la orilla del lago no parecían bastante grandes para contener una cama de matrimonio, mucho menos un cuarto de baño. En el borde de ciudad pasamos un signo “Bienvenidos a Sparta, población, 600 habitantes”. El cementerio, cruzando el camino, tenía más personas que el pueblo por sí mismo. Una ciudad agonizante, sostenida por una fuente decadente de turismo, un lugar de campamento masivo fuera de los límites de pueblo, atestado por remolques y casas rodantes y ninguna tienda de campaña a la vista.