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– ¿Lo hemos hecho? -dijo Adam-. Pensé que estaba decidido. Reactivos, no proactivos. Esa es nuestra forma de ser. Bueno, es la forma de las brujas, y desde que ellas conducen estas reuniones…

– ¿Por qué, Adam -dijo Paige, -estás expresando interés en un papel de mayor mando? ¿Más responsabilidades?

Él sólo sonrió abiertamente-.Deshecha el pensamiento. Yo sólo decía que, como nuestros estimados líderes, las brujas generalmente toman tales decisiones estratégicas, y han decidido que busquemos forma de escondernos.

– Tenemos que discutir el asunto más adelante -dijo Cassandra-. Esta es una situación nueva para nosotros. Nunca hemos tenido que preocuparnos de descubrir a aquellos que nos amenazan. Si alguien piensa que ellos tienen prueba de vampiros, no estarán interesados en explorar las intrincaciones de nuestras vidas. Calculan cuanto dinero obtendrán escribiendo un libro. Descubrirlos no es un problema. Agitan enormes banderas rojas diciendo, “Encuéntrenme, por favor” encuéntrenme y háganme rico.

– Pero con estos tipos es diferente -dije-. Entonces, amenaza diferente, respuesta diferente, ¿verdad? Ellos se esconden, entonces ustedes tienen que encontrarlos.

– ¿Y qué? -preguntó Paige-. ¿Pedirles que dejen de acosarnos?

Jeremy miró a Ruth-.Si encontramos la amenaza, la eliminamos. Esa es nuestra forma de hacer las cosas.

– Me apunto -dijo Adam.

– Vamos a tomar medidas -dijo Ruth-. Ya sabes, Adam, aunque nuestra idea de acción puede no ser igual a la tuya. Esta es una amenaza seria, y no me siento tranquila, ni siquiera reunidos aquí para discutirlo. No importa cuán cuidadosos hayamos sido en preparar esta reunión, tenemos siete seres sobrenaturales en un sólo lugar, cada uno de los cuales esos hombres estarían felices de coleccionar.

– ¿Eso es lo que hacen? -preguntó Jeremy-. ¿Coleccionar?

– No tenemos claros sus motivos -dijo Ruth-. No era algo que Roger, el chamán secuestrado, fue capaz de determinar. Por lo que observó, sabemos que nos estudian, tratando de encontrar la raíz de nuestros poderes.

– Entonces podrían encontrar un modo de usarlos para sí mismos -dijo Paige.

Ruth frunció el ceño-.No estamos seguros de eso. No me gusta sacar conclusiones apresuradas, pero sí, que parece ser una motivación viable. La presencia de Lawrence Matasumi en su equipo sugeriría fuertes intereses científicos.

– Y la presencia de Ty Winsloe significa que alguien espera cobrar en efectivo -dijo Paige-. Winsloe no es ningún filántropo. El tipo no cruzaría la calle para salvar a una señora vieja a menos que ella le dejara su herencia por su molestia.

Un pequeño ceño fruncido por parte de Ruth-.Quizás. El punto es, sin embargo, que ellos parecen querer controlar nuestros poderes. Para ganancia personal o en nombre de la ciencia, no importa.

– No pueden conseguir mis poderes -dijo Adam-. Son estrictamente hereditarios.

– ¿Estás seguro de eso? -dijo Paige-. Tal vez si ellos te despedazan, órgano por órgano, podrían encontrar en tu estructura física, exactamente lo que te da esos poderes. Por supuesto, si lo encuentran o no, no te importarían mucho, ya que estarías en un montón de pequeñas bolsas de autopsia.

– Una agradable perspectiva, Paige -dijo Adam.

– El punto es -dijo Ruth-, que no sabemos lo que pueden conseguir de nosotros. Algunas cosas, como encantamientos menores, pueden ser aprendidas. En cuanto a convertirse en un werewolf o en un vampiro, es un asunto escalofriantemente simple. ¿Y si estos hombres comenzaban a vender la capacidad de convertirse en werewolf?

– No creo que vendan mucho -refunfuñé.

– Estoy segura de que mucha gente vería las ventajas de poseer una fuerza sobrehumana – dijo Ruth.

– Por no mencionar la prolongada juventud – añadió Paige-. Tendrías cientos de idiotas alineados por eso. La última alternativa a cirugía plástica: Conviértase en un werewolf.

– El punto es -dijo Ruth, otra vez-, que teniendo la capacidad para hacer esas cosas, libremente, o no tan libremente, distribuyen esos poderes, estos hombres podrían trastornar el equilibrio ecológico. La gente moriría. La especie humana estaría en peligro, amenazada por la peor clase de excesos, dictadores inmortales, tiranos que lancen hechizos, asesinos múltiples que podrían tomar la forma de lobos…

– Estás allí, haces eso -murmuré bastante bajo para que sólo Jeremy pudiese oír. Una sonrisa chispeó en sus ojos, pero mantuvo su cara impasible.

– Tenemos que pensar más allá de nosotros -dijo Ruth.

– ¿Nosotros? -preguntó Cassandra-. Sé que así es como te sientes, Ruth, pero yo no estoy tan terriblemente preocupada por proteger a la especie humana de la autodestrucción. Me preocupa lo que esta amenaza significa para . Si me dices que esos hombres quieren secuestrarme, esa es una razón bastante buena para mí para tomar esto en serio. La pregunta es, ¿Qué vamos a hacer sobre ello?

Ciertamente, esa era la pregunta. Y pasamos las siete horas siguientes hablando de ello, enviando a Adam y a Paige a buscar el almuerzo a las 13:00 y apenas detuvimos el debate el tiempo suficiente para comer.

Así pues, ¿Cuál era el plan de Ruth? Bien, el paso uno era que cada delegado notificara a sus compañeros monstruos. ¿Parece simple y lógico, verdad? Por supuesto, Jeremy notificaría al resto de la Manada. Él nunca soñaría con hacer otra cosa. Ahora que él comprendía el grado del peligro, diría a Clay que se reuniera con nosotros en seguida. Hecho eso, sólo tendría que hacer otra llamada telefónica. Dos muertes en una escaramuza el año pasado con los callejeros, nos habían reducido a una manada de cinco. Además de Clay, Jeremy, y yo, estaban sólo Antonio Sorrentino y su hijo, Nick. Siempre había una media docena y algo más de callejeros tratando de ser admitidos en la Manada, y con nuestro número disminuido, Jeremy estaba considerando a dos o tres, pero no tenía ninguna prisa en tomar una decisión, de modo que, por el momento, sólo éramos cinco. Dos fáciles llamadas telefónicas. Pero eso no era lo que las brujas querían. Querían que nosotros notificáramos a los callejeros. ¿Decirles qué? Como Jeremy explicó, los callejeros eran nómadas. El territorio era para la Manada. Sólo un callejero tenía territorio, y era un arreglo especial. Entonces Ruth quería que nosotros notificáramos a ese callejero en particular y le dejáramos ponerse en contacto con los demás. Bueno. Seguro. Podía verlo ahora. Yo llamaría a Karl Marsten, le pediría que le dijera un mensaje a sus “compañeros callejeros” y él se reiría hasta que se le reventara la tripa. Todavía se reiría cuando me colgara el teléfono.

Ruth no entendía la forma en que las cosas funcionaban. Como nosotros, las brujas tenían un pequeño grupo central, que llamaban el Aquelarre. Más brujas vivían fuera del Aquelarre que dentro de él, tal como la Manada y los callejeros. Las brujas exteriores eran consideradas una clase inferior, tal como los callejeros. Pero, a diferencia de nosotros, las brujas no admitían que las otras eran inferiores. Oh, no. Según Ruth, las brujas exteriores eran pobres almas perdidas necesitadas de protección y conversión. Me recordaba uno de los primeros misioneros cristiano hablando acerca de los Indios Americanos, y noté que Paige se retorcía mientras su tía hablaba. En todo caso, a diferencia de los misioneros, Ruth no quería que estas brujas exteriores se unieran a su, digámoslo así, “iglesia”, es decir, su Aquelarre. Oh, no. Sólo querían que vivieran buenas y apropiadas vidas ellas solas. El Aquelarre era especial.

Si pensáramos en que la posibilidad de notificar a los werewolves existía, informar a los vampiros y a los medio demonios eran casi imposible. Cassandra sabía dónde encontrar a una docena de parejas vivas de (¿Debería decir existentes?) vampiros, pero no tenía ningún interés cero en avisarle a nadie y dejó claro que ella no perdería su tiempo en una tarea tan ridícula. Dejemos que los demás cuiden de sí mismos. Respecto a los medio demonios, había, aparentemente, más de cien sólo en Norteamérica, cerca del 50 por ciento de ellos, y si se los notificaba, incluso podrían solicitarle empleo al enemigo.