Ahora, por supuesto Ruth no quería que nos pusiéramos en contacto cada uno de los miembros de nuestra raza, pero esperaba que notificáramos al menos a unos cuantos y les pusiéramos en alerta. Era algo que nadie, excepto Kenneth, quería hacer. Jeremy, Cassandra, y Adam reconocían que era una pérdida de tiempo. Después de unas horas argumentando el punto, lo abandonaron y pasaron al punto dos.
Todos convinieron en el punto dos: Aprender más sobre el enemigo. Como hacerlo era otro asunto, pero todos convinieron en el principio. Teníamos que saber más. ¿Y el punto tres? No pregunten por el punto tres. El grupo se dividió entre brujas y chamanes que querían encontrar un modo de desalentar o desacreditar a nuestros antagonistas, y los werewolves y los medios demonios que querían eliminarlos. Cassandra no se interesaba demasiado ni en una ni en otra forma, mientras esta gente se marchara y la dejara en paz.
A las siete PM todavía hablábamos. Todos estábamos cansados y un poco hartos. Cuándo Ruth sugirió que pidiéramos la comida, la respuesta fue un resonante ¡No! Necesitábamos un descanso. Conduciríamos hasta Kingston para comer, luego volveríamos a la reunión. Tal como Ruth había dicho con anterioridad, nuestra reunión era peligrosa por sí misma. Todos queríamos decidir un curso de acción ese día y salir lo más rápido posible de Sparta.
Cuando la reunión se disolvió para comer, todos, excepto Paige, caminaron en masa hacia el aparcamiento. Tal vez tenía que arreglar sus notas. O quizás ella era el equipo de limpieza. Cuando salimos, Kenneth y Cassandra se dirigían por separado a los coches de alquiler. Jeremy y yo íbamos a la camioneta cuando Ruth lo llamó. Jeremy me hizo señas hacia la camioneta y volvió a zancadas hacia a Ruth.
– ¿Hatajo de asustadizos, ¿¡eh!? -dijo una voz a mi izquierda.
Me giré para ver a Adam trotando a mi lado.
Sonrió abiertamente – Entonces ¿Cuál era la parte más atemorizante? ¿La agenda del día? ¿Las rosquillas espolvoreadas?
– Por favor dime que las brujas no cobran un cuarto de dólar por el café y las rosquillas.
– No, no, no. No viste el letrero. Son cincuenta centavos por un café y por una rosquilla. Un cuarto cada uno. Seriamente, sin embargo, eso es parte de los menesteres del Centro Comunitario. Pero la agenda y la lista de puntos eran definitivamente cosa de Ruth. Un tipo que solía ser delegado me dijo, hace años, que las brujas tenían una declaración de su misión y un código de conducta para estas reuniones. Creía que estaba bromeando, pero nunca había estado seguro.
– Entonces ellas siempre son tan… ¿formales?
Adam se rió -Formales. Es una buena palabra para describir a las brujas. Bueno, tal vez no a Paige, pero seguramente sí a Ruth y al resto de ellas. Terriblemente formales. Este es un asunto importante, maldita sea -Puso los ojos en blanco-. Todo el mundo tiene que tener una afición, y la de las brujas, es organizar estas reuniones. Oye, ¿es cierto que le dejaste a Paige esas contusiones alrededor del cuello?
– Fue un malentendido.
Él sonrió abiertamente -Apostaría. También apostaría a que se lo merecía. Paige puede ser una enorme molestia, pero también puede ser mucha diversión. Tiene que tener cuidado en qué lado de ella aterrizas -Echó un vistazo hacia atrás a Jeremy y Ruth-. ¿Crees que tu líder puede llevar a estos tipos a tomar medidas?
– Si él no puede, lo haremos nosotros mismos. No estamos acostumbrados a aceptar órdenes de otros.
– Mi gente tampoco. Es por eso que los necesitamos en estas reuniones. Un líder fuerte, no pasivo.
– ¿Un líder macho?
Adam levantó ambas manos para rechazarme -No dije esto. No es una cosa de género. Es una cosa de raza. Las brujas y los chamanes no se parecen a nosotros. ¿Y los vampiros? Bueno, ellos no parecen a nadie, que es exactamente como les gusta ser. Cass puede patear un trasero si lo desea. No es superfuerte o algo así, pero como ella dijo, la cuestión de regenerarse es realmente práctica en una lucha. El tipo te pega un tiro, sólo sigues andando y le quitas el arma. Muy agradable.
– ¿Son inmortales?
– Nah. No exactamente, de todos modos. Pueden regenerarse, viven cientos de años, y son malditamente difíciles de matar. Lo bastante cerca de la inmortalidad para mí.
Antes de que pudiera preguntar algo más, Paige se unió a nosotros.
– Voy contigo -le dijo a Adam-. Kenneth se ofreció a llevar a Ruth. Yo iría, pero a la velocidad él conduce, me desmayaría del hambre antes de que llegáramos al restaurante -Me echó un vistazo-. ¿Quieres venir con nosotros?
Estuve a punto de declinar cuando Jeremy me llamó, ahorrándome el problema de darles una excusa cortés. Dije que los vería en el restaurante y troté hacia Jeremy.
QUEMADA
Habíamos decidido comer en un restaurante italiano. Mala elección. Aunque fueran casi las ocho, el lugar estaba atestado. Esta parte de Vermont no tenía demasiadas ofertas en buena comida, o al menos, eso parecía si a alguien, dentro de un radio de cincuenta millas, no le gustaban las hamburguesas. No había ninguna esperanza de conseguir una mesa para siete, por lo que consentimos en separarnos. Cuando el mesero nos encontró una mesa para seis y una mesa para dos, Cassandra ofreció quedarse en la mesa pequeña. Al principio, pensé que quería comer sola, lo cual no me habría sorprendido, pero en vez de eso, ella me invitó a unirme a ella. No fui la única sobresaltada por ello. Paige me contempló como si intentara imaginar lo que podría estar poseyendo a Cassandra para escogerme como su compañera de comedor. Creo que ella habría estado menos sorprendida si Cassandra me hubiese invitado a ser la comida. Incluso Kenneth parpadeó, lo cual parecía un signo seguro de que una invitación a comer de Cassandra no era un acontecimiento común. Confieso que me sentí halagada. Cassandra no parecía el tipo que necesitara, mucho menos quisiera, compañía.
Cassandra y yo nos sentamos apartadas de los demás, en el patio. Me pregunté si comería la comida. Pidió el pollo parmigiana y vino blanco. Mientras bebía el vino, sólo le dio unas pocas mordidas al pollo, luego movió el alimento alrededor de su plato para hacerlo ver como si hubiese comido más. Tal vez comería más tarde. Realmente no quería pensar en ellos. La delicadeza culinaria puede parecer absurda a alguien que come conejo crudo, pero había una diferencia entre lo que me parecía como lobo y lo que me parecía como humano. Tan bueno como el sabor los ciervos recientemente asesinados después cazarlos, no me gustaba pensarla comiendo mariscos.
– Tienes curiosidad -dijo Cassandra después de que nuestras comidas llegaron-. Pero no haces preguntas. Extraño para ser periodista.
– ¿Cuánto habían dicho Ruth y Paige a los demás acerca de mí?
– Depende del tipo de periodista -dije-. Trabajo en política y cuestiones sociales. Asuntos estrictamente de la vida pública. Tengo que escarbar poca suciedad de naturaleza personal.
– De modo que evitas las preguntas personales. Probablemente porque no quieres a nadie devolviéndote tales preguntas. Si tienes curiosidad, puedes preguntar. No me opongo.
– De acuerdo -dije… y no pregunté nada.
Después de unos minutos de silencio, decidí que realmente debería preguntar algo. No sólo algo, sino una gran pregunta. Después de todo, me estaba saltando la pregunta a la cara, desde la comida apenas tocada de Cassandra.
Gesticulé hacia su plato-.Supongo que el pollo no es de tu agrado.
– Sólidos en general. Puedo comer algunos mordiscos, pero más que eso me provoca un caso repugnante de indigestión.