Seguí a Clay por tres kilómetos de bosque, avanzando hacia el nordeste. Cuando él se detuvo, husmeé el olor de un camino, pero olí sólo bosque. Cuando busqué la brisa, él se rozó a lo largo de mi costado, frotándose lo bastante cerca de mí para sentir el calor de su cuerpo a través de su piel. Él me rodeó, luego hizo una pausa en mi hombro herido, lo lamió dos veces, y dio vueltas otra vez. Esta vez se detuvo en mi pierna trasera izquierda y me dio un ligero codazo, forzándome a caer sobre mis ancas. Él sorbió la mugre de mi rótula rasgada, luego comenzó a lamerla. Me sacudí, tirando lejos, haciendo señas de que teníamos que seguir corriendo, pero él golpeó mis piernas traseras de nuevo, menos suavemente esta vez, y volvió a trabajar en mi rodilla antes de mover su atención a mi hombro. Cada pocos minutos, él movía su hocico a mi mejilla, su aliento caliente rozando mi rostro, acariciándome con el hocico, luego volvía a la limpieza de mis heridas. Mientras trabajaba, mis orejas se giraban constantemente, escuchando a los guardias, pero no vinieron. Finalmente, Clay me hizo pararme, rozándose a lo largo de mi costado una última vez, luego se puso en camino en dirección nordeste con un lento galope. Lo seguí. Una media hora más tarde, recogí el olor distante de un camino. Momento para Cambiar.
Incluso después de que me había Cambiado, me quedé en mi escondrijo. Mientras Clay paseaba más allá de la espesura, me quedé en cuclillas allí, escuchando al crujido de las hojas muertas bajo sus pies y preguntándome que demonios estaba haciendo. Durante nueve días, no supe si vería a Clay de nuevo. Por una interminable noche, yo había pensado incluso que él podría estar muerto. En el momento en que mi Cambio terminó, yo debería haber corrido hacia él. En vez de eso, me arrodillé cerca de la tierra, mi corazón haciaendo un ruido sordo, no de anticipación, sino algo más cercano al temor. No sabía cómo afrontar a Clay. Era como si un forastero me esperase y yo no estuviera segura de cómo reaccionar, no queriendo nada más que acurrucarme aquí hasta que él se marchara. No era que yo quisiera que Clay se marchara. Yo sólo… Yo lamentaba que Jeremy no estuviera allí. ¿No era horrible? ¿Desear un amortiguador que me protegiera de un reencuentro con el hombre que amaba? Clay era la única persona con quien alguna vez me sentía completamente cómoda. ¿Y ahora sentía como si enfrentara a un forastero? ¿Qué tipo de mierda era esta? Aún cuando me daba cuenta de mi locura, no podía obligarme a ir hacia él. Tenía miedo. Miedo de ver que algo faltaba en sus ojos, ver rastros de la mirada que él me había dirigido cuando él había pensado que yo era Paige.
Clay dejó de pasear -¿Elena? -dijo suavemente.
– Ummm, no tengo ninguna ropa.
De todas las cosas idiotas que yo podría haber dicho, esta era la que encabezaba la lista. Esperé que Clay se cayera riéndose. No lo hizo. No hizo ningún sonido, sólo metió la mano en la espesura y sostuvo su mano. Cerré mis ojos, la tomé, y le dejé sacarme.
– ¿Extraño momento para hacer bromas, eh? -dije.
Pero él no sonreía. En vez de eso se quedó de pie allí, sus ojos buscando mi cara, dudoso, casi incierto. Entonces me tiró contra él. Mis rodillas cedieron al paso, y tropecé en sus brazos, sepultando mi cara contra su hombro, inhalando su olor mientras un sonido alarmamente cercano a un estallido de sollozos salía de mis labios. Aspiré su olor, llenando mi cerebro con él, excluyendo todo lo demás. Mi cuerpo se estremeció, luego comenzó a temblar. Clay me abrazó con fuerza, una mano entrelazada en mi pelo, la otra frotando mi espalda.
Cuando dejé de temblar, doblé mis rodillas, bajándonos a tierra. Sus manos se deslizaron detrás de mi espalda, amortiguándola contra la tierra fría. Toqué con mis labios los suyos, tentativamente, como si todavía existiera la posibilidad de que él me alejaría, me rechazaría. Sus labios se movieron contra los míos, suaves, luego más fuerte, aumentando la presión e intensidad hasta que no pude respirar y no me importaba. Guié mis caderas hacia las suyas y lo tiré hacia mí.
Luego, mientras yacíamos sobre la tierra húmeda de rocío, puse atención, buscando sonidos humanos y sólo oí el ligero latido del corazón de Clay, que reducía su marcha con cada aliento. Sólo sería mi suerte hacer que los guardias nos encomtraran ahora, estando en la hierba a veinte pasos de la libertad, habiendo pospuesto nuestro escape para hacer el amor. ¿Era la última tontera, imprudencia, o clara estupidez? Probablemente una combinación de las tres. Nunca debe decirse que Clay y yo alguna vez haríamos algo tan convencional como completar realmente una fuga de cerca de la muerte antes de complacernos en una ronda rápida de sexo de reencuentro.
– Deberíamos irnos -dije.
Clay se rió entre dientes -¿Tú crees?
– Probablemente. A menos que trajeras comida. Entonces tal vez podríamos hacer un picnic antes de irnos, mirando el sol alzarse.
– Lo lamento, querida. Nada de comida. Hay una ciudad aproximadamente a diez kilómetos de aquí. Tomaremos el desayuno allí.
– No tiene sentido apresurar las cosas. Sexo. Una comida relajante. Infiernos, tal vez encontramos tiempo para alguna visita turistica antes de irnos.
Clay se rió -Temo que la única vista local que veremos es el estacionamiento del restaurante más cercano. Yo estaba algo apresurado para escapar y no tomé un cambio de ropa. Tendremos que compartir lo que tengo. Por supuesto, eso lo hará más fácil si decidimos detenernos para más sexo después del desayuno.
– Sólo llévame a casa -dije.
– Desearía poder, querida.
– Quise decir, llévame dondequiera que estén Jeremy y los demás.
Él asintió con la cabeza y recuperó su ropa de un árbol cercano. Entonces me dio su camisa, boxers, y calcetines, quedándose con sus vaqueros y zapatos. Una vez que nos hubimos vestido -o semivestido- me llevó en brazos al coche. No, no era un gran gesto romántico. La tierra estaba mojada y yo habría empapado mis calcetines si caminaba. Además mi rodilla todavía palpitaba cuando ponía cualquier peso sobre ella. Tan tal vez sí era romántico después de todo. Romance práctico. La clase de romance que nosotros mejor hacíamos.
Estábamos en Maine. No en la playa, la tierra de vacaciones de Maine, sino en medio de una sección remota en el norte. Antes de que Clay hubiera dejado a Jeremy para buscarme, los demás habían acotado mi posición a la parte superior Maine. En ausencia de Clay, Jeremy los había movido a todos a New Brunswick, juzgándolo como la posición más segura para buscarnos. Clay supo esto al llamar a Jeremy desde un teléfono público al borde del camino. Jeremy todavía tenía mi teléfono celular y era capaz de darle direcciones.
En el camino a New Brunswick nos mantuvimos en los caminos vecinales mientras podíamos, pero en esa parte de Maine, los caminos que no eran carretera eran a menudo tan insignificantes que no podíamos encontrarlos en el mapa. Pronto dimos vuelta en I-95. Cuarenta minutos más tarde llegamos al paso fronterizo Houlton-Woodstock. Como de costumbre, cruzar la frontera a Canadá era un trámite. Bajar el vidrio y responder algunas simples preguntas. ¿Ciudadanía? ¿Lugar de destino? ¿Tiempo de permanencia? ¿Traen armas de fuego/licor/productos frescos? Disfrute de su permanencia. Esperaba hacerlo.
Jeremy había llevado a los demás a un motel a unos kilómetos de la Carretera que cruzaba Canadá, cerca de Nackawic. ¿Por qué había elegido Jeremy la parte oeste de New Brunswick para su campamento base? Dos motivos. Primero, estaba fuera de los Estados Unidos. Tucker y sus guardias eran americanos y sabían que todos nosotros, excepto yo, éramos americanos, entonces asumirían que nos quedaríamos en los Estados, aun si Canadá estaba a unas escasas horas. Segundo, el oeste de New Brunswick era principalmente francófono. Eso podía parecer un obstáculo, y Jeremy esperaba que lo fuera, pero en realidad la barrera de los idiomas era fácilmente cruzada en la frontera internacional. Jeremy y yo tanto hablábamos francés como inglés, pero aun si no lo hiciéramos, la mayor parte de los vecinos serían bilingües. Era difícil vivir en Canadá y no encontrar al menos algún inglés, a pesar nuestro el bilingüismo nacional era oficial. Si Tucker siquiera llegara a pensar en enviar un pelotón a través de la frontera, él lo enviaría hacia las regiones de habla inglesa en la parte este de New Brunswick. De este modo, aunque estuviéramos a menos de doscientos kilómetros al norte del complejo, estábamos tan seguros aquí como si hubiéramos recorrido toda la costa hasta Florida.