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– Es -uh- complicado -empecé.

– Ellos la asesinaron, ¿O no? -dijo Paige-. Sé que el secuestro debió haber sido estresante, pero ella estaba en perfecto estado de salud.

En otras palabras, Paige no había comprado mi historia del ataque al corazón. Yo le agradecí mentalmente que me diera una manera elegante de escape y no haberme llamado mentirosa.

– Realmente, no -dije-. Ellos no la mataron. No las personas que nos secuestraron. Fue uno de los otros cautivos. Pero no fue su culpa.

Paige frunció el entrecejo-.¿Un accidente?

– Umm, algo así, pero no exactamente -inhalé-. Ruth no te dijo todo cuando te contactó. Había otra bruja allí. Una muchacha joven.

Yo conté la historia entera: el entrenamiento de a Savannah, los eventos inexplicados en el complejo, los ataques a los guardias, la muerte de Ruth, y la criminal mutilación que Savannah causó durante nuestro intento de escape.

– Así que estás diciendo que esa chica es demoníaca -dijo Adam.

– No. No lo es -dije-. Ella sólo hace…

– cosas malas -terminó Cassandra-. Lo siento, Elena, pero eso a mí me parece como demoníaco. Si es intencional o casi no es el punto. Tenemos que considerar la sabiduría de liberar a una niña con esa capacidad de destrucción. Por lo que he oído, dudo realmente que cualquiera de nosotros sea capaz de controlarla. Sobre todo el Coven.

Cassandra lanzó una mirada a Paige. Las mejillas de la mujer joven ardieron, y abrió su boca como si fuera a defenderse, luego la cerró.

– Es un hecho, entonces -dijo Cassandra-. Nosotros no podemos preocuparnos por la muchacha-

– Savannah no hizo esas cosas -dijo Paige tranquilamente.

Cassandra suspiró-.Entiendo por qué te gustaría pensar eso, Paige. Nadie quiere creer que una niña sea capaz del mal, mucho menos condenarla a muerte, pero el hecho permanece…

– Ella no lo hizo -dijo Paige, más fuerte ahora-. Una bruja no puede hacer cosas así. Simplemente no podemos. ¿Un hechizo para mover un objeto inanimado? Sí. ¿Pero mover el objeto con fuerza suficiente para aplastarle el cráneo a alguien? Absolutamente no. Lo mejor que una bruja podría hacer sería quitar un plato de la mesa, no tirarlo a través del cuarto.

– Pero Eve también era medio-demonio -dijo Adam-. Nosotros éramos sólo niños cuando ella se fue, pero recuerdo eso.

– Su padre era un Aspicio -dijo Paige-. Eso significa que el poder de Eve se limitaba a la visión. Ella había reforzado la vista y podía causar ceguera temporal. Eso es. Además, no se transmiten poderes de un medio-demonio a su descendencia. Sabes eso.

Un largo minuto de silencio pasó.

– Mira -dijo Paige-. Cassandra tiene razón. Yo no quiero creer que haya algo malo con esta muchacha. ¿Pero mentiría para salvarla si eso significase poner en peligro a los otros? Claro que no. Dénme crédito por un poco de sentido común. Si Savannah pudo matar a Ruth, ella puede matarme a mí también.

– Hay otra teoría -dije-. Algunas personas pensaron que era un -uh – poltergeist.

– ¿Un qué? -dijo Clay.

Yo fruncí el ceño hacia él -Simplemente repito lo que oí, ¿de acuerdo?

– No fue un poltergeist -dijo Paige-. Y sí, Clayton, tales cosas existen, pero no es así como se manifiestan. Alguien dentro de ese complejo fue el responsable. ¿Qué otros sobrenatural había allí?

– ¿En el lado contrario? -dije-. El medio-demonio que se teletransportaba, el que nos encontramos en Pittsburgh, pero él se fue hace algunos días. Además, supuestamente tenían un hechicero llamado Isaac Katzen en su personal, aunque yo nunca conocí al tipo.

– Un hechicero podría hacerlo -dijo Adam.

– Algunos de ellos -dijo Paige-. Abrir las puertas de las celdas, jugar con el sistema de intercomunicación, bloquear las salidas. Todo eso son hechizos posibles de hacer para un hechicero. ¿Pero lanzar objetos y destornillar ampolletas? De ninguna manera. Eso requiere un talento muy específico.

– Telekinesis -murmuré.

– Exactamente -dijo Paige-. Varias razas tienen grados variantes de poder telekinético, como…

– Como un medio-demonio telekinético -dije. Un trozo de hielo se estableció en mi estómago-. Pero ella dijo -¡maldita sea! -inhalé con fuerza. Había uno en el complejo. Una cautiva. Ella me dijo que no era capaz de hacer algo así. Y yo le creí. Sé que parece increíblemente tonto, pero todos le creímos. Además, ella ni siquiera estaba cerca cuando la mayoría de las cosas pasaban.

– Eso no importa -dijo Paige-. Un Volo, el nivel más alto de medio-demonio telekinético, no necesitaría estar presente para ejercer sus poderes. Yo recuerdo haber oído un caso dónde un Volo pudo encontrar una flecha en un cuarto inmediato y dispararla en un ojo de buey con fuerza suficiente para hacerlo estallar en las cerillas.

Cerré mis ojos -¿Cómo pude ser tan tonta?

– No es tu culpa -dijo Paige-. Como dijiste, todos le creímos. Cuando las personas piensan en telekinesis, se imaginan a una persona que dobla cucharas, pero en realidad los Volos podrían ser el tipo más peligroso de medio-demonio. Pueden lanzar a una persona por una ventana desde el décimo piso sin alzar un dedo.

Yo me maldije por haber caído en la rutina de la muchacha-de-la-puerta-del-lado de Leah, los despliegues de preocupación, las ofertas de ayuda, las declaraciones de amistad. Yo le había creído a Leah. Había escuchado mientras ella tejía un manojo de mentiras y engaños alrededor de una niña inocente, extendiendo los indicios de duda hasta que la propia Savannah creyó que era culpable. ¿Leah había sabido que Ruth la estaba entrenando? ¿La había matado para detenerla? Cualquiera fuera el plan de Leah, involucraba a Savannah. Y yo las había dejado juntas.

De repente, no podía respirar. Me tambaleé sobre mis pies y salí del cuarto.

* * *

Oí a Clay detrás de mí. Sin retardarme, caminé con paso largo alrededor del motel y me dirigí hacia el bosque. Él no me llamó para que me detuviera o esperara, sólo trotó a mi lado cuando caminé hacia el bosque.

– Paige tiene razón -dijo después de unos minutos-. No fue tu culpa.

– Sí, lo fue. Quise sacar a Savannah. Pero no lo hice. El momento vino y yo lo desheché. Me dije que estaba haciendo la mejor cosa, dejándola allí, pero profundamente dentro de mí lo sabía bien. Vi mi oportunidad para escapar y la tomé. Al infierno con todos los demás.

– Yo no creo eso. Si la dejaste atrás, fue porque tenías que hacerlo. La sacaremos cuando nosotros regresemos.

– Pero no suena como si estuviéramos regresando pronto.

Jeremy caminó detrás de nosotros -Volveremos en cuanto estemos listos, Elena. Estás segura, por que no me apresuraré.

– Pero Savannah…

– Nuestro objetivo principal es detener a estas personas, no rescatar a nadie.

– Pero estabas planeando ir por mí.

– Eso es diferente. Clay y yo estábamos deseosos de tomar el riesgo. Todos los demás eran libres de tomar su propia decisión. Yo no arriesgaré tu vida o la de Clayton apresurándonos para rescatar a un extraño. Ni siquiera un niño.

– ¿Y qué si yo decido tomar ese riesgo?

– No eres libre de tomar esa decisión, Elena. Así como eres parte de la Manada, puedo tomarla por ti, y estoy prohibiéndote que vuelvas.

– Eso no es…

– No es justo -terminó Jeremy-. Sí, hemos discutido esto antes. Pero es la ley de la Manada. Y no amenaces con dejar la Manada porque haré cumplir que no regreses a ese complejo sola, no importando qué derechos a la autodeterminación demandes. Yo tomo la responsabilidad por esta decisión. Haremos todos los esfuerzos para salvar a esta niña cuando volvamos. Si algo le pasa antes de que nosotros lleguemos allí, cúlpame a mí, no a ti.

Empecé a discutir, pero Jeremy ya estaba lejos.

* * *

Yo no seguí a Jeremy para continuar con el asunto. Después de diez años de vivir bajo su techo y sus reglas, yo sabía lo que funcionaba y lo que no. Perseguirlo no servía. Una vez Jeremy tomaba una determinación, la única manera de cambiarla era superar los obstáculos con lógica y persuasión. Saca los arietes y él simplemente duplicaba sus fortificaciones. Lo admitiré, la paciencia no es ninguna de mis virtudes, pero me resolví a algún tiempo al asunto. Unas horas por lo menos. Quizá toda la noche.