Una vez que Winsloe y Tucker estuvieran muertos, estaríamos más preocupados con enfrentamientos contra los guardias por separado que en detectar a los empleados restantes. Ah, seguro, Tess podría tirar una lima de uñas contra nosotros, pero yo probablemente podría agarrarla. Eso dejaba a Matasumi, un tipo que no podía luchar encontrar una salida de un cuarto de baño cerrado con llave. Oh, de acuerdo, olvidaba a alguien. El hechicero. Paige me aseguró que ella reconocería a Katzen si lo viera. Las brujas intuitivamente reconocían a los hechiceros… o eso había oído ella, aunque nunca hubiera encontrado uno ella misma. Muy consolador.
Habíamos planeado tomar nuestro tiempo moviéndonos desde la salida a la estación de guardia, evitando confrontaciones, tomando rutas alternativas si fuese necesario. La puerta de salida incinerada frenaba ese plan. Teníamos que llegar al cuarto de guardia e inhibir la radio antes de que alguien viera el daño.
Por suerte, llegamos al centro de comunicación sin incidentes. Nuestra suerte continuó cuando encontramos sólo dos guardias manjeando la estación. Uno estaba comiendo una barra de granola. El otro hacía el crucigrama en un periódico semanal. Sólo podíamos ver trazos de sus perfiles, pero era bastante para enviar una emoción fría a través mí. Sonreí. Éstos eran dos guardias que reconocía, dos que nunca olvidaría: Ryman y Jolliffe, los hombres que habían ayudado a Winsloe a cazar a Lake, que habíam desempeñado papeles fundamentales en la muerte de Armen, que habían encontrado orgullo y placer vicioso en sus empleos. Y ahora este dedicado dúo estaba tan absorbido con su trabajo que Clay y yo logramos movernos sigilosamente detrás de sin que ninguno lo notara. La tentación de gritar “¡Boo!” y verlos golpear las vigas era casi demasiado grande. Pero teníamos prisa. Por lo que Clay agarró a Ryman con una llave en el cuello y yo rompí el cuello de Jolliffe mientras él consideraba un sinónimo de nueve letras para estupidez. Teníamos que mantener un guardia viva y habíamos elegido a Ryman, esperando que su boca estuviera demasiado llena de granola para que gritara. Lo estaba. Lamentablemente, estaba tan lleno que cuando Clay lo agarró por la garganta, casi se ahogó hasta la muerte, requiriendo un momento de discusión sobre el modo apropiado de realizar la maniobra de Heimlich. Era una situación triste cuando tenías que salvar la vida de alguien antes de matarlo.
Ryman finalmente expelió un trozo empapado de avena, luego solñó una retahíla de vulgaridades.
– Ahora eso no suena como un “gracias” -dijo Clay, sujetando con fuerza su mano sobre la boca de Ryman.
– Hay gratitud para ti -dije. Me incliné sobre la cara de Ryman-. ¿Me recuerdas?
Su cara estaba blanca. Sonreí abiertamente, enseñando los dientes.
– Éstos son los dos sobre los que te conté -le dije a Clay.
Sus ojos chispearon, y él devolvió mi sonrisa -Perfecto.
Ryman hizo un ruido que sonó sospechosamente a un quejido. Lo dirigí una última sonrisa, luego me alejé, dejándolo con Clay. Mientras Adam desconectaba el equipo de comunicación, rompí la cerradura de la oficina de Tucker, me incliné dentro, miré, y olí.
– Parece que nuestra suerte se detiene aquí -dije-. Ningún signo del coronel.
– Por eso tenemos a éste -Clay golpeó el torso de Ryman sobre el escritorio, atropellando una botella de agua mineral-. Guardemos este informe. ¿Dónde encontramos a Tucker?
La sangre goteó de la nariz de Ryman. Él parpadeó, orientándose, luego aclaró su garganta y levantó su cabeza.
– Paul Michael Ryman -dijo, su voz acompasada, robótica-. Antiguo cabo del Ejército de los Estados Unidos. Actualmente sirviendo bajo el Coronel de Operaciones Especial R. J. Tucker.
– ¿Qué demonios es esto? -dijo Clay.
Paige amortiguó una risa -yo, uh… creo que es su versión de nombre, fila, y número de serie. Lo lamento, Paul, pero eso realmente no va a ayudarnos.
Clay se inclinó, estiró la mano de Ryman contra el escritorio, luego la rompió con su puño. Hubo un crujido enfermante, como el del rompimiento de huesos de un ave. Ryman chilló, oyéndose a medias por la mano de Clay sobre su boca.
– Los doctores tendrán mucho tiempo arreglando esto -dijo Clay-. Yo lo llamaría una amortización. Era la mano izquierda. Ahora la derecha. ¿Dónde está Tucker?
– Paul Michael Ryman -jadeó Ryman cuando Clay destapó su boca-. Antiguo cabo del Ejército de los Estados Unidos. Actualmente sirviendo bajo las órdenes del Coronel de Operaciones Especial R. J. Tucker.
– Oh, por el amor de dios -dijo Paige-. Vamos, Paul. Apreciamos tu lealtad, pero confía en mí, nadie más va a dar un maldito peso. Sólo di al hombre lo qué él quiere saber y termina.
– Paul Michael Ryman. Antiguo cabo del Ejército de los Estados Unidos. Actualmente sirviendo bajo las órdenes del Coronel de Operaciones Especial R. J. Tucker.
– Hombres -refunfuñó Paige, sacudiendo su cabeza.
Clay extendió la mano derecha de Ryman sobre el escritorio. Un chorro de estática de un juego de altavoces me hizo brincar. Clay sólo echó un vistazo a Adam.
– Lo siento -dijo Adam-. Ya casi lo hago.
Bajó el volumen en el altavoz estático que vomitaba, luego se inclinó para mirar los cables del otro.
– Bien -dijo Clay-. Una última posibilidad. Dón…
El altavoz que todavía funcionaba rompió en un ensordecedor gemnido. Cuando Adam extendió la mano rápidamente para apagarlo, una voz sonó.
– Jackson a basar. Base, ¿Copia? Repito, la seguridad ha sido violada…
– Espera -susurró Clay antes de que Adam lo apagase. Hizo señas hacia mí para que sostuviera a Ryman callado y tranquilo, luego le arrebató el micrófono a Adam-. ¿Cómo funciona esta cosa?
– Empuja el botón para hablar. Suéltalo para escuchar. Ellos no pueden oír nada a menos que el botón esté abajo.
Clay subió el volumen con la manivela del altavoz desconectado. La estática llenó el cuarto. Empujó el botón de conversación.
– Base a Jackson -dijo Clay, tragando su acento-. Aquí Ryman. Tenemos problemas con el equipo. Repito…
– Mierda, Paul -volvió la voz-. Puedo oírte apenas. Dije que tenemos una violación. La puerta de mierda ha sido quitada. Suopngo que explosivos, pero mierda, deberías ver esto. Nada más que ceniza. Una bomba infernal.
– No -dijo Adam, sonriendo abiertamente-. Un medio demonio infernal.
Clay le hizo señas para que callara, luego pulsó el botón del micrófono -¿Dónde estátú…-el coronel Tucker?
– La última vez que lo vi, estaba en el nivel dos, tomando el inventario en el armario de armas. ¿Él no contesta su radio?
– Intentaré otra vez. Mantén tu posición. Envío refuerzos.
Clay dio el micrófono a Adam, luego gesticuló desde mí a Ryman.
– ¿Lo quieres? -preguntó.
Encontré los ojos de Ryman con una fría mirada-. No realmente. Sigue adelante y mátalo.
Los ojos de Ryman se hincharon. Su boca se abrió, pero antes de que algo saliera, Clay rompió su cuello. Una vez que Adam terminó de desconectar la radio y los sistemas de seguridad, nos dirigimos hacia el armario de armas.