La cara de Savannah se encendió, pero luchó para esconderlo bajo un velo de indiferencia-. No está mal. Pero cualquiera puede hacer eso con una lupa. ¿No tienes algun poder verdadero?
– Más tarde -dijo Clay-. Tenemos dos celdas más que desocupar.
Adam se apartó para dejar la pasada a Savannah, sosteniendo la puerta abierta para ella. Ella pretendió ignorarlo, pero no pudo esconder una diminuta sonrisa y un último vistazo a sus ilustraciones en la pared. Pobre Xavier. Tan fácilmente expulsado de los afectos de Savannah por un medio demonio más joven, más poderoso. Cuán voluble es el corazón de una muchacha de doce años.
Cuando Savannah pasó por delante de Adam, chocó con Clay que bloqueaba la salida.
– Ella se queda aquí -dijo él-. Paige puede cuidar de ella.
Savannah gruñó.
– Deberíamos haberla liberado al final -dijo Clay-. Todavía pueden haber guardias por ahí. No quiero que ella deambule.
– No deambularé…
Clay la cortó con una mirada. Ellos trabaron sus miradas, luego Savannah dejó caer su mirada fija.
– Bien -dijo ella. Se giró sobre sus talones, observó su cama, y se lanzó encima de ella, con los brazos cruzados, de cara a la pared.
– Adam, permanence con ellas -dijo Clay-. Monta guardia.
– No necesito a nadie para protegerme -dijo Savannah, tirando y sentándose, el resentimiento desapareciendo cuando Adam se acercó-.Pero puedes cuidar de ella -sacudió su barbilla hacia Paige-. Ella parece necesitar ayuda.
– Esto va a ser divertido -murmuró Paige en voz baja-. ¿No podían haberme encontrado una pequeña y dulce bruja de ocho años?
– Podría ser peor -dije-. Podría tener dieciséis.
– Un día, los tendrá.
Quedaban dos presos. Curtis Zaid, el sacerdote Vodoun, y un nuevo cautivo en la celda en frente de mi vieja celda.
– ¿Qué piensas que es? -Le pregunté a Clay, inclinando mi cabeza para estudiar al recién llegado-. Oí que ellos trataban de capturar a un vampiro, pero este tipo no parece demasiado anémico, ¿verdad?
Era una subestimación. El hombre en la celda medía casi 1.90 metros, con amplios hombros y pleno de músculos, lucidos a través una sudadera sin mangas y vaqueros gastados. Definitivamente no estaba anémico.
– Puedes dejar de babear, querida -dijo Clay.
Le hice una mueca y miré de nuevo al extraño -¿Crees que es un vampiro?
– ¿Quieres que meta mi cuello y lo averigüe?
– Tal vez más tarde. Por el momento, creo que deberíamos dejarlo donde está. Sólo para estar seguros.
Caminamos hacia la celda de Curtis Zaid. Lo miré a través del cristal unidireccional, tratando de tasar su estabilidad mental.
– Parece estar bien -dije-. No vocifera ni maldice. Creo que el pobre tipo se ha perdido, pero no es peligroso. No tiene ningún poder verdadero. Es más probablemente un fastidio que una amenaza.
– Vamos a sacarlo, entonces -dijo Clay, abriendo la puerta.
Cuando entramos en la celda, Zaid se giró y quitó algo de su cabeza. Audífonos, conectados a un reproductor de CD sobre la mesa. Él cerró su libro y lo puso encima de un grabador de vídeo. ¿CDs? ¿Videos? Infierno, todo lo que alguna vez conseguí fueron viejos libros y una televisión con dos estaciones. Tal vez debería haber lanzado maldiciones.
– Estamos aquí para sacarte, Curtis -dije.
Zaid no pareció nada sorprendido. Tal vez estaba demasiado ido. Ignorándonos, se puso de pie y se dirigió hacia la puerta. Nos movimos hacia atrás para dejarlo pasar. Caminó hacia el pasillo, se detuvo, y miró alrededor, como si esperase una trampa. Entonces avanzó hacia la salida.
– Uh, no quieres irte todavía -llamé-. Es una larga excursión a la ciudad más cercana.
Zaid siguió caminando.
– Déjale ir -dijo Clay-. No se irá lejos. Lo encontraremos antes de que nos marchemos.
Savannah corrió de su celda. Adam giró de su posición de guardia y trató de atrapar su brazo, pero la perdió.
– ¿Ya están listos? -llamó ella-. ¿Podemos irnos ahora? ¿Oye, ese es el Sr. Zaid? -Ella se detuvo a unos metros de Zaid, mirándolo hacia arriba, y dando un diminuto paso hacia atrás-. Esto no es un Vudú…
– ¡Savannah! – Paige dijo, corriendo desde la celda-. Te dije que te quedaras…
Ella se edtuvo de pronto. Seguí su mirada fija a Zaid, quién se había detenido y daba vuelta lentamente para afrontar a las dos brujas. Paige estaba blanca. Completamente blanca. Zaid levantó su mano como si saludara. Los pies de Savannah volaron de debajo de ella. Navegó a través del aire.
– ¡Savannah! -gritó Paige y se lanzó hacia la muchacha.
El cuerpo de Savannah se cernió en el aire durante un segundo, luego fue lanzado hacia nosotros como una roca. No, no hacia nosotros. Hacia la pared detrás de nosotros. Clay y yo nos giramos, extendiendo los brazos para agarrarla. Su cuerpo pegó en mi hombro con fuerza suficiente para lanzarme de golpe contra la pared. Clay embistió, atrapándonos a ambas antes de que nos golpeáramos contra el suelo.
Miré por encima del hombro de Clay y vi a Paige parada a cinco metros de Zaid. Estaban uno enfrente al otro, ambos silenciosos. Los labios de Zaid se torcieron en una sonrisa diminuta.
– Ha pasado mucho tiempo desde que tuve el placer de encarar a una bruja -dijo él-. Y aquí tengo a dos. Lamentablemente para ellas son sólo aprendices. Podríamos haber tenido un poco de diversión.
Él revoloteó una mano y las rodillas de Paige se apretaron. Ella tropezó, pero se agarró.
– Mejor una aprendiz de bruja que un hechicero que apuñale por la espalda -dijo ella.
– Katzen -susurré.
Mientras me ponía en cuclillas en el suelo sosteniendo a Savannah, Adam y Clay avanzaron hacia Katzen desde lados opuestos. Él echó un vistazo hacia ellos e hizo un círculo con una mano. Clay se detuvo en seco, parpadeando. Extendió una mano. Su mano parecía golpear algo con fuerza, pero invisible. Balanceó su puño, pero su mano fue detenida a mitad de la oscilación. Katzen nos lanzó una mirada aburrida.
– No te molestes -dijo-. Esto es entre la bruja y yo. Disfruten del espectáculo, pero no se pongan demasiado cómodos. Esto no durará mucho tiempo -se giró hacia Paige-. Me siento magnánimo hoy, bruja. Ríndete y te dejaré ir.
– No hay trato -dijo Paige-. Pero si te rindes, te dejaré ir.
Katzen movió su muñeca. Esta vez Paige masculló unas palabras y su mano se paralizó. Él dobló sus dedos, fácilmente rompiendo la el hechizo de agarre, pero cuando intentó el gesto otra vez, Paige lo hechizó, deteniendo su mano antes de que completara el movimiento.
– Buen intento -dijo él-. Pero pierdes tu tiempo. Ninguna bruja, en particular una aprendiz, puede esperar luchar contra un hechicero. Estoy seguro que conoces tu historia. Ustedes las brujas harían tan bien en recordar el pasado. Todo lo que han abandonado, realmente. Bastante triste.
– Conozco mis lecciones de historia -dijo Paige-. Cualquier hechicero con poderes verdaderos desciende de brujas. Les enseñamos todo, pero cuándo la Inquisición comenzó, ¿Nos protegieron? No. En el momento en que fueron el objetivo, les dieron nuestras cabezas en bandeja de plata. Les dimos poder y ustedes nos traicionaron.
– Quizás me equivoqué -dijo Katzen-. La historia no es todo lo que han abandonado. Hay amargura, también. Amargura y envidia.
Katzen levantó ambas manos. Los labios de Paige se movieron, pero antes de que cualquier hechizo saliera, ella saltó pro el aire. Golpeó la tierra rodando por el impacto, luego se desvaneció. Desapareció. Katzen escaneó el suelo.
– Un hechizo de cobertura. Qué original -Él dio vuelta, pisó fuerte con un pie, luego giró otra vez, pisó fuerte otra vez, como si tratando de aplastar una hormiga que huía.