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Pese al café, fue incapaz de concentrarse. Puede que el caso de asesinato le atrajera más que las historias de amor, algo que no le sorprendió demasiado.

Sólo después de la segunda taza de café consiguió prestar la debida atención a otro de los cuentos que había seleccionado para su trabajo, «La historia de Yingying».

Yuan Zhen, célebre poeta y estadista, escribió este relatocuanqi de la dinastía Tang. Según estudios posteriores, la narración era en buena parte autobiográfica. En el año 800, Yuan viajó a Puzhou, donde conoció a una muchacha llamada Yingying, y ambos se enamoraron. Yuan se dirigió entonces a la capital, donde acabó casándose con una joven de la familia Wei. Con el tiempo, Yuan escribió un relato basado en el episodio de Puzhou.

Chen leyó la historia con interés. Un intelectual llamado Zhang viajó al Templo de la Salvación Universal, donde la señora Cui, que iba de camino a Zhang'an, se alojaba con su hija Yingying. Cuando las tropas de la guarnición local se amotinaron, Zhang pidió ayuda a un amigo para salvaguardar la seguridad de los habitantes del templo. Como muestra de gratitud, la señora Cui invitó a Zhang a un banquete, en el que conoció a Yingying y se enamoró de ella. No obstante, la joven rechazó sus insinuaciones con sermones moralistas confucianos. Una noche, sin embargo, tras un cambio inesperado de actitud, Yingying entró en la habitación del ala oeste que ocupaba Zhang y se ofreció a él. Poco después, Zhang partió con la intención de presentarse al examen imperial para convertirse en funcionario en la capital, donde recibió una carta de Yingying. Parte de la carta decía así:

Cuando me ofrecí a ti en tu lecho, me tomaste con la más tierna de las pasiones. Era tan ignorante que creí que podría confiar en ti para siempre. ¿Cómo podría haber adivinado que, tras sucumbir al atractivo de un caballero como tú sin cumplir con los ritos matrimoniales, no tendría la ocasión de servirte abiertamente como esposa en el futuro? Me lamentaré por ello hasta el fin de mis días. No pude hacer otra cosa que ahogar mis suspiros y permanecer en silen cío. Si tú, en tu infinita bondad, condescendieras a concederme mi deseo secreto, aunque estuviera muerta sería tan feliz como si estuviera viva. Pero si, como hombre de mundo que eres, reprimes tus sentimientos, sacrificas lo más pequeño en aras de lo más importante y consideras vergonzosa nuestra relación, hasta el punto de romper nuestro voto solemne, mi amor auténtico no desaparecerá, y aunque sople la brisa o caiga el rocío, se arrastrará por el suelo que pisas, incluso cuando mi cuerpo se pudra y se disuelva…

El protagonista del relato de Yuan mostró la carta a sus amigos antes de abandonar a Yingying con un argumento sorprendentemente moralista, que aparece al final de la narración:

Por norma general, las mujeres dotadas de belleza celestial están abocadas a destruirse, o a destruir a los demás. De haber encontrado a un hombre de elevada posición social poseedor de una gran fortuna, esta muchacha de la familia Cui se valdría de su don para aparecerse en forma de nube y de lluvia, o de dragón y de monstruo: no puedo imaginar en qué podría convertirse. En tiempos inmemoriales, el rey Yin de los Shangy el rey You de los Zhou tuvieron un fin aciago a causa de esta clase mujeres; pese al tamaño de sus reinos y a la magnitud de su poder, sus ejércitos fueron destruidos, su pueblo masacrado y, desde entonces, sus nombres se han convertido en objeto de ridículo. Carezco de virtudes interiores que me permitan resistir esta influencia maligna, y por ello he reprimido con firmeza mi amor.

En este punto de la narración el autor, que adopta la identidad del amigo íntimo de Zhang en el texto, interviene para respaldar con sus propias palabras la conducta de Zhang.

Casi todos los coetáneos de Zhang lo alabaron por haber sabido rectificar su error. Suelo mencionar esta historia a mis amigos para que, alertados de antemano, puedan evitar cometer un error semejante, y, de haberlo cometido ya, para impedir que sucumban del todo.

La decisión de Zhang, observó Chen, supuso un cambio radical que atajaba de un golpe el tema romántico. La argumentación esgrimida por el personaje equivalía a afirmar que, si una mujer era irresistiblemente encantadora, debía ser rechazada como «influencia maligna», porque «destruiría» como si fuera un «monstruo» al hombre que tuviera cerca.

En opinión de Chen, podría haberse presentado una defensa propia más convincente. La retórica autojustificante que tachaba de monstruo a Yingying no le pareció más que hipocresía descarada, una endeble excusa para justificar el que Zhang la hubiera seducido antes de abandonarla, lo que volvía el relato tan fascinante como desconcertante. El texto invitaba a especular sobre sus incoherencias: la pasión romántica, por ejemplo, era alabada en la primera parte de la historia y condenada en la segunda.

Sin embargo, las similitudes entre este relato y los otros cuentos que había leído comenzaban a sugerirle un tema para su proyecto de literatura. «La historia de Yingying», al igual que «La historia de Xiangru y Wenjun», daba un giro deconstructivo al relato de la relación romántica. La historia de la dinastía Han atribuía la muerte del héroe por enfermedad sedienta a la heroína, quien, al ser implícitamente malvada debido a su insaciabilidad sexual, mermó sus fuerzas y finalmente lo destruyó. En la historia de la dinastía Tang, el héroe evita su destrucción acusando a la heroína de ser un monstruo que destruye a los que ama. En ambos relatos, el tema romántico es finalmente censurado.

Chen recordó, inesperadamente, un detalle del caso del vestido mandarín rojo: la ambivalencia del asesino, o sus contradicciones. El asesino desnudó y mató a las víctimas, pero luego les puso vestidos caros y elegantes.

Era un paralelismo muy vago, que se le fue de la cabeza antes de que pudiera darle forma. Así que intentó centrarse de nuevo en los libros, con la intención de investigar más los orígenes de Yuan. En la crítica literaria, un enfoque biográfico podía contribuir a 1a la comprensión de un texto difícil.

Pero ¿y en la investigación criminal? Dado que se desconocía la identidad del asesino, el análisis biográfico quedaba descartado, y el significado de las pistas contradictorias parecía in descifrable.

Chen se dio cuenta de que se había vuelto a atascar. No sabía por cuál de los dos proyectos decantarse, lo que le confundía aún más.

Alrededor de la una Shen lo llamó a la biblioteca.

– ¿Algún descubrimiento, Shen?

– Es una historia muy larga, inspector jefe Chen -contestó Shen-. Creo que será mejor que se lo cuente en persona. Le puedo enseñar algunas fotos.

– Estupendo. Permítame que lo invite a comer. ¿Qué le parece el Refugio de las Cinco Fragancias? Está frente a la biblioteca.

8

Cuando Chen entró en el restaurante, un camarero que lo conocía desde hacía años lo saludó calurosamente.

– Lleva mucho tiempo sin venir, Chen. ¿Qué le gustaría comer hoy?

– Cualquier cosa que me recomiende, pero que no sean raciones muy grandes. Sólo para dos personas.

– ¿Qué le parece la Combinación Especial del Chef para dos?

– Estupendo. Y una tetera de té verde fuerte, por favor.

Mientras esperaba, Chen pensó de nuevo en su trabajo de literatura. Quizá no bastara con analizar uno o dos relatos. Si conseguía demostrar que la contradicción temática era una característica común en las historias de amor clásicas, el proyecto sería original y merecería la pena. Así que tenía que elegir uno o dos relatos más. Lo anotó en su cuaderno.

Tras cerrar el cuaderno, levantó la vista y vio a Shen entrar en el restaurante arrastrando los pies y apoyándose en un bastón de bambú con el mango en forma de cabeza de dragón. Shen, un anciano de unos ochenta años con el pelo blanco y la frente surcada de arrugas, parecía un hombre muy enérgico. Vestía un traje tradicional Tang de algodón guateado, y zapatos negros de tela. El inspector jefe se levantó y lo ayudó a tomar asiento.