5. Los cuerpos aparecieron en lugares públicos. Sumamente difícil y peligroso abandonarlos allí sin ser visto.
– ¿Tiene alguna fotografía más que nos proporcione nuevos datos sobre quiénes eran y cómo vivían?
– Sí, casi todas son fotos de Qiao. Le apasionaba la fotografía.
– Pues veámoslas.
Lu colocó las fotografías en una hilera sobre la mesa.
Chen las estudió, como un hombre que examina posibles novias propuestas por una casamentera. Podría ser pura coincidencia, observó, que las dos chicas aparecieran en sendas fotografías tomadas en la Plaza del Pueblo en verano. Jazmín llevaba un vestido veraniego de algodón blanco, mientras que Qiao vestía una camiseta amarilla sin mangas y vaqueros. Chen colocó una foto al lado de la otra. Jazmín parecía más delgada que Qiao, y tal vez más alta.
– ¿Se ha fijado en sus distintas complexiones, Yu? -preguntó Chen mientras contemplaba las fotografías.
Yu asintió sin decir nada.
– Según Shen, un buen vestido mandarín tiene que estar hecho a medida y ser ajustado, para que marque bien las curvas de una mujer. Mire las fotos de las dos víctimas. En ambas, el vestido se ciñe mucho al cuerpo. Tendríamos que comprobar las tallas de los dos vestidos. Fíjese en si son distintas.
– Lo comprobaré -añadió Yu-, pero si es tan…
– Esto significa que el asesino dispone de varios vestidos mandarines antiguos y caros, idénticos de color, tela y diseño, pero en distintas tallas entre las que poder elegir.
– Podría haberlos mandado confeccionar para alguien a quien amara o a quien odiara -sugirió Yu-, pero ¿por qué en tallas distintas?
– Es algo que me desconcierta -admitió Chen. Era una contradicción más, como las que había descubierto en las historias de amor que estaba analizando.
– ¿Qué más le ha dicho Shen?
Chen le explicó su conversación con el anciano erudito.
– A la luz del análisis de Shen -apuntó Chen-, el asesino podría haber mandado confeccionar los vestidos en los ochenta, pero en un estilo de una época anterior, y haberlos guardado en un armario todos estos años hasta el primer asesinato de hace dos semanas.
– ¿Y a qué se debe la larga espera?
– No lo sé, pero eso podría explicar que usted no encuentre ninguna pista sobre el vestido mandarín. Hace tanto tiempo de todo esto… A principios de los ochenta el vestido mandarín aún no había vuelto a ponerse de moda, por lo que no lo fabricaban en serie. Puede que los confeccionara algún sastre en particular, que quizá ya haya muerto, se haya retirado o haya vuelto al campo.
– Sí, eso es lo que piensa Peiqin -asintió Yu-. Pero si los hicieron en los sesenta o los setenta, durante la Revolución Cultural, dudo que nadie quisiera ponérselos en aquella época. Peiqin sólo recuerda un ejemplo de aquellos años: la fotografía de Wang Guangmei expuesta a la crítica de las masas, vestida con un qipao desgarrado.
– Igual que en la letra escarlata. Peiqin tiene razón -dijo Chen-, ¿Circula alguna teoría nueva por el Departamento?
– Liao todavía defiende su perfil material. Y ya le he hablado de Pequeño Zhou, ¿no? Se le ha ocurrido una rebuscada teoría sobre un mensaje antimanchú. Aún la sigue pregonando.
– Esa teoría no resulta creíble. Por otra parte, nos lleva a una interpretación orgánica de las contradicciones. Para empezar, en la ciudad de Shanghai es imposible que una mujer que lleve un elegante vestido mandarín vaya descalza. Esta contradicción podría formar parte de algún ritual que tenga significado para el asesino sexual.
– Pero sea cual sea la contradicción de la que estamos hablando -replicó Yu-, no creo que la primera víctima sea el tipo de chica de triple alterne en la que piensa Liao.
– ¿Cuál es la teoría de Liao sobre la relación entre el vestido mandarín rojo y el negocio sexual?
– Según Liao, una chica de triple alterne vestida con un qipao podría haber abandonado y traicionado al asesino, quien justifica ahora sus acciones poniéndoles este tipo de vestido a sus víctimas.
– Pero eso no explica la exquisita confección del vestido, ni su estilo conservador. No creo que una chica de triple alterne hubiera podido permitirse llevar un vestido así. Y ya que el asesino se tomó tantas molestias para conseguirlo, no creo que pensara que sus víctimas fueran gentuza.
– ¿Usted qué opina sobre el vestido, jefe?
– El vestido podría formar parte de un ritual psicológico, o de una fantasía sexual con un significado especial para el asesino.
– Entonces, ¿cómo podemos saber lo que supuestamente significa, si el tipo está tan chalado?
– El perfil material de Liao puede ayudar, pero tratándose de un asesino en serie, también necesitamos un perfil psicológico.
– Le mencioné a Li que usted traduce novelas de suspense psicológico, pero no quiso escucharme.
– Según la lógica de Li, los asesinatos en serie sólo pueden ocurrir en sociedades capitalistas occidentales, y no en la China socialista.
– He leído algunas novelas de suspense, pero no las he estudiado de manera sistémica. Me pregunto cómo podría ayudar un enfoque psicológico a resolver este caso.
– ¿Aquí en China? No lo sé. En Occidente sí que podría resultar útil, dado que el psicoanálisis es muy común. Las personas con problemas psicológicos podrían tener un historial medico.
Los médicos pueden realizar una evaluación psicológica del sospechoso. O puede que los policías hayan recibido algún tipo de formación especial. Durante mis años de universidad no hice ningún curso de psicología, sólo leí un par de artículos sobre psicoanálisis para mis trabajos de literatura. En cuanto a las teorías y las prácticas de las novelas de suspense, no podemos tomárnoslas en serio.
– Aun así, explíqueme los enfoques psicológicos que aparecen en esos libros. Podrían ayudar a reducir la lista de posibilidades, como el método de Liao.
– Bueno -aceptó Chen-, déjeme intentar recordar algunos puntos. Los examinaremos en el contexto de este caso.
– Soy todo oídos, jefe.
– Veamos, la identidad de la segunda víctima nos indica algo que se lee con frecuencia en esos libros. Un asesino en serie caracterizado por una mentalidad obsesivo-compulsiva y con un objetivo en mente. Tiene problemas psicosexuales profundamente arraigados, y es psicótico, pero no sufre delirios. Está obsesionado con el deseo de librar al mundo de aquellos individuos que considera indeseables e indignos. Las chicas de triple alterne podrían categorizarse así. Su objetivo consiste en asestar un golpe demoledor a la industria del sexo, y sus víctimas resultan ser las mujeres más vulnerables y fáciles de conseguir. Cuando finalmente se captura a un asesino de este tipo, a menudo resulta ser un ciudadano íntegro que encaja en el perfil material de Liao.
– Entonces el enfoque de Liao no está tan equivocado -afirmó Yu, asintiendo con la cabeza.
La camarera volvió a la mesa con una bandeja con raros postres para elegir. Chen pidió un trozo de tarta de limón, y Yu escogió un bollo al vapor con cerdo a la parrilla. El bar era una mezcla de Oriente y Occidente, al menos en la bandeja de postres.
– Ahora bien, aunque parezca mentira -continuó diciendo Chen-, en esas novelas de suspense los asesinos sexuales suelen ser impotentes. Experimentan un orgasmo mental sin la eyaculación fìsica, por lo que es posible que el forense no encuentre semen en la víctima.
– Sí, nuestros forenses ya han descartado que el agresor usara condones. Las víctimas no tenían restos de lubricante procedente de un condón. De momento, el asesino encaja en ese perfil. Desnudó a las dos víctimas, pero no las violó, por lo que podría ser un psicópata. -Luego añadió con aire pensativo-: En uno de los libros que usted tradujo, la forma de actuar del asesino se debía a los abusos sexuales que sufrió en su niñez. Después se volvió un hombre muy retorcido. Impotente.