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– ¿Es posible que el segundo asesinato haya sido un calco del primero?

– Hemos examinado los dos vestidos. La misma tela estampada, y también el mismo estilo. Nadie que hubiera querido copiar el primer asesinato podría haber conocido o reproducido todos esos detalles.

– ¿Se han tomado otras medidas en relación a la segunda víctima?

– Se han enviado carteles con su fotografía. Hemos recibido muchas llamadas, en las que nos ofrecen posibles pistas. El Departamento está trabajando a marchas forzadas.

– Le guste o no a Li el término asesino en serie -dijo Yu-, no hay que descartar esa posibilidad. Dentro de una semana podríamos encontrarnos con un tercer cadáver vestido con un qipao.

– Políticamente, Shanghai no puede admitir la existencia de un asesino en serie. Por eso Li ha llamado a la brigada de casos especiales.

– En el supuesto de que se trate de un asesino en serie -dijo Yu, consciente de la larga rivalidad entre las brigadas de homicidios y de casos especiales-, necesitamos establecer el perfil del criminal.

– Bien, los vestidos son muy caros, por lo que es posible que sea rico. Tiene coche. Lo más probable es que viva solo; no podría haber hecho todo esto sin disponer de una vivienda propia: un apartamento o un chalé aislado. Desde luego, no me refiero a una habitación en una casashikumen en la que tuviera que apremiarse junto a otras veinte familias. Sería imposible trasladar los cuerpos sin llamar la atención de todos esos vecinos.

Eso es cierto -dijo Yu, asintiendo con la cabeza-. Además, es un tipo solitario y un pervertido. Desnudó a las víctimas, pero no podemos asegurar que las sometiera a abusos sexuales. Es un psicópata que encuentra alivio mental cometiendo asesinatos rituales, y deja el vestido mandarín rojo como firma.

– ¿Un psicópata que encuentra alivio mental? -exclamó Liao-. Venga, subinspector Yu. Me recuerda a todas esas novelas de suspense que traduce su jefe. Llenas de palabrería psicológica, pero que no nos ofrecen nada a lo que asirnos.

– Sin embargo, a partir de ese tipo de enfoque psicológico podríamos llegar a saber otras cosas sobre él -repuso Yu-. Creo que lo leí en un libro que tradujo Chen, pero hace mucho tiempo de eso.

– Bueno, mi enfoque es mucho más práctico, más material que psicológico, y es eficaz para reducir nuestra lista de sospechosos. Al menos, no tenemos que preocuparnos de los que no cumplen estas condiciones materiales.

– ¿Y qué hay del vestido mandarín rojo? -preguntó Yu, evitando enfrentarse a Liao por el momento.

– Pensé en ofrecer una recompensa a cambio de información, pero Li se negó porque temía un caudal de especulaciones sin fundamento.

La conversación se interrumpió con la entrada de Hong, una joven graduada de la Academia de Policía de Shanghai que trabajaba como ayudante de Liao. Hong era una chica guapa, con una dulce sonrisa de dientes muy blancos. Se decía que su novio era un dentista que había estudiado en el extranjero.

– Bien, empezaré a revisar estas carpetas -dijo Yu, levantándose. Mientras salía del despacho se le ocurrió que Hong tenía un leve parecido con la primera víctima.

3

Aquella mañana, de camino a la Biblioteca de Shanghai, el inspector jefe Chen decidió pasear tranquilamente por la calle Nanjing mientras pensaba en un posible tema para su primer trabajo de literatura.

Cuando se acercaba a la calle Fujian, Chen se detuvo junto a un edificio en obras y encendió un cigarrillo. Al recorrer con la mirada la multitud de tiendas y letreros nuevos el inspector jefe reconoció un par de tiendas antiguas, aunque las habían reformado de arriba abajo; parecía como si las hubieran sometido a una operación de cirugía estética.

Los almacenes Número Uno de Shanghai, en otros tiempos los más populares de la ciudad, tenían ahora un aspecto destartalado, casi deprimido en contraste con los nuevos edificios. Chen había investigado un caso de homicidio relacionado con esos almacenes. En aquel momento el declive de la tienda no le hubiera resultado previsible a la víctima, una modelo nacional más preocupada por perder su estatus político. Actualmente, los almacenes estatales, lejos de representar fiabilidad y respetabilidad, eran conocidos por sus deficientes «servicio y calidad socialistas». Se trataba de un cambio simbólico: ahora el capitalismo se consideraba un sistema superior.

En el escaparate de los almacenes, una esbelta modelo -extranjera- se desperezaba con gesto insinuante mirando fijamente a Chen, quien tuvo que esforzarse para no perder la concentración.

Tras su conversación con Bian se le había ocurrido una idea para su primer trabajo de literatura, inspirada por una frase en particular: «enfermedad sedienta». Chen había buscado la expresión en todos los diccionarios que tenía en casa; ninguno incluía la forma en que Bian lo había empleado. Si bien «sediento» podría entenderse como un uso metafórico de anhelante, la frase «enfermedad sedienta» se refería únicamente a la diabetes. Por consiguiente, Chen decidió pasar la mañana consultanto los libros de referencia de la biblioteca. Tal vez encontrara algún dato interesante, quizás una evolución de la semiótica que pudiera incluir en su trabajo de literatura.

No tardó en vislumbrar el pináculo de la biblioteca, resplandeciente sobre la esquina de la calle Huangpi. Se decía que pronto trasladarían también la biblioteca. ¿Cuál sería su nuevo emplazamiento?, se preguntó el inspector jefe mientras empujaba la puerta giratoria.

Subió hasta el segundo piso y entregó una lista de libros a Susu, una bibliotecaria joven y atractiva que atendía detrás del mostrador. Susu le dirigió una sonrisa radiante y se le formaron hoyuelos en las mejillas. Después empezó a buscar los libros.

Cuando acababa de instalarse en la sala de lectura que daba al Parque del Pueblo y abrió el primer libro, sonó su móvil. Apretó el botón. Nadie dijo nada. Quizá se habían equivocado de número. Chen apagó el teléfono.

El concepto «enfermedad sedienta» aparecía mencionado por primera vez en «La historia de Xiangru y Wenjun», originariamente en un esbozo biográfico enShiji, la obra de Sima Qian. El ejemplar de Shiji que Chen encontró en la biblioteca era una edición anotada, por lo que podía fiarse del significado. La historia, relatada desde el principio, narraba cómo surgió el amor entre Xiangru y Wenjun gracias a la música.

El cantó los versos en un magnífico banquete celebrado en la mansión de Zhuo Wangsun, un rico mercader de Lingqiong. La hermosa hija de Zhuo Wangsun se encontraba en la habitación contigua, desde donde miraba de soslayo a Xiangru. La joven, que demostró comprender plenamente la música, decidió fugarse con él aquella noche. Se convirtieron en marido y mujer y vivieron felices para siempre…

El relato mencionaba la expresión «enfermedad sedienta», pero sólo en una ocasión.

Xiangru tartamudeaba, pero era un excelente escritor. Padecía la «enfermedad sedienta» (xiaoke ji). Se había enriquecido gracias a su matrimonio con una mujer de la familia Zhuo, por lo que no se vio obligado a ejercer su puesto de funcionario.

El esbozo se centraba después en la carrera literaria de Xiangru, y no volvía a mencionar el tema de su enfermedad sedienta. Dada la importancia trascendental deShiji, la historia fue relatada de nuevo en diversas versiones, y demostró ser arquetípica en cuanto a su influencia en el posterior género literario de relaciones amorosas entre eruditos y beldades.

Chen empezó a investigar en antologías y colecciones. Una de las versiones literarias más antiguas de la historia de amor aparecía enXijing Zaji, una colección de anécdotas y relatos.