– No tenemos por qué seguir hablando, inspector jefe Chen. Me invitó aquí para leerme una historia que había escrito, y le he escuchado pacientemente hasta el final. Ahora, de repente, se pone a hablar de un crimen y me acusa de ser el asesino. No pienso quedarme aquí ni un minuto más. Como abogado, conozco mis derechos -declaró Jia, mirando a Chen directamente a los ojos-. Puede venir a buscarme mañana con una orden judicial, ya sea antes, durante o después del juicio.
– No se vaya, señor Jia. -Chen lo instó a ser paciente con un gesto-. Ni siquiera he empezado a contarle otro de los alicientes del libro. Para potenciar el suspense romántico, incluiré parte de la entrevista que le hice a Xia.
– ¡Se ha puesto en contacto con Xia! -exclamó Jia-. Sí, con tal de socavar el caso del complejo residencial, usted es capaz de cualquier cosa.
– No. La relación sentimental entre un abogado de éxito y una célebre modelo es un aliciente más para comprarEl primer vestido mandarín rojo.
– Se agarra a un clavo ardiendo. Xia y yo nos separamos hace muchísimo tiempo. No tiene nada que ver con su relato de ficción o de no ficción.
– Las parejas se conocen, y luego se separan, nadie puede remediarlo. Pero ¿por qué se separan? Hay interpretaciones de todo tipo. Puede que Xia no quiera hablar, al menos al principio, pero le apuesto cualquier cosa a que todos esospaparazzi no la dejarán tranquila. Más tarde o más temprano, escarbarán los detalles más íntimos sobre su vida personal, y los harán encajar en el perfil psicológico de un asesino sexual. Estarán interesados sobre todo en conocer el origen de una peculiaridad en el caso de los asesinatos: el hecho de que el asesino desnudara a todas las víctimas pero no las agrediera sexualmente. Este comportamiento tiene fascinados a los periodistas.
– Está cometiendo un grave error -repuso Jia, levantándose indignado-. Antes de que pueda atraer la atención de los periodistas, puede que haya una o dos víctimas más. No creo que la gente le esté muy agradecida a un policía irresponsable que fantasea con publicar un superventas.
Era una amenaza que Chen no podía pasar por alto. Como dice un proverbio chino, un perro desesperado saltará por encima de un muro. Jia era capaz de volver a matar, como ya hizo en el club Puerta de la Alegría pese a la vigilancia policial.
Nube Blanca entró de nuevo en la habitación, aún vestida con el qipao rojo.
– Perdón, ha llegado el momento de condimentar la sopa. -A continuación levantó la tapa y vertió los condimentos. Después les cambió las cucharas y los platos antes de dirigirse a Jia, con una sonrisa de disculpa-. Por favor, siéntese.
Puede que hubiera visto lo que estaba sucediendo a través del cristal esmerilado de la puerta, o que lo hubiera escuchado. Entretanto, la tortuga giraba con desesperación en la cazuela, agitando la sopa.
Ni Chen ni Jia hablaron en su presencia. Nube Blanca salió con paso ágil. La habitación quedó en silencio, perturbado únicamente por el silbido de la tortuga en la cazuela.
– Esta noche es Dongzhi. Una noche para celebrar reuniones familiares, en honor de los vivos y de los muertos -siguió diciendo Chen-. Mi madre quiere que esté con ella, pero si nos atenemos a las prioridades confucianas, los problemas que aquejan a nuestro país son algo prioritario. No tengo elección. Así que he de asegurarme de que no haya otra víctima vestida con un qipao rojo, y asumiré la responsabilidad si ello sucede.
– Pues entonces usted será el responsable -le espetó Jia-, si se aferra a su historia descabellada y permite que el auténtico asesino se escabulla.
– El auténtico asesino no se escabullirá, como tampoco saldrá la tortuga de la sopa. Por cierto, la sopa de tortuga estimula tanto el yin como el yang, es un manjar exquisito. -Chen echó una ojeada al interior de la cazuela-. Los lectores disfrutarán mucho con la parte sobre el deseo sexual que siente el hijo hacia su madre. ¡Una muestra del complejo de Edipo tan deliciosa como la sopa!
– No podrá engatusar al pueblo chino con términos psicológicos como «complejo de Edipo».
– Exactamente. A nuestros lectores no les importará demasiado la diferencia entre el consciente y el inconsciente. Dirán: «Su madre lo pone tan caliente que no puede follar con otras mujeres, así que las mata de una forma perversa, para llegar al orgasmo en la compañía imaginada de su madre».
Jia permaneció callado mientras contemplaba la cazuela de cristal en la que la tortuga aún se movía, pero mucho más despacio.
– En una de las novelas de suspense que traduje -continuó diciendo Chen-, a un asesino en serie le importaba muy poco lo que le pudiera pasar, porque su vida no era más que un largo túnel sin luz al final, pero sí que le preocupaba la mujer a la que amaba. En nuestro caso, ¿qué hay de ella? Una vez más, su recuerdo se verá arrastrado por el lodo de la ignominia y de la deshonra, peor aun que en la Revolución Cultural. Todos los detalles serán examinados y exagerados. ¿Qué harán todos esos periodistas? Es algo que no puedo controlar.
– Ahora que ha pergeñado una historia como ésta, seguirá adelante sin importarle su responsabilidad como policía -afirmó Jia, levantando la vista-. Pero hay algo más en lo que debería pensar, inspector jefe Chen. El caso del complejo residencial se encuentra en un momento crítico. Cualquier acción contra el abogado de los demandantes podría interpretarse como una treta política para encubrir la corrupción del Gobierno. Es un caso que despierta un gran interés mediático.
– Yo también le voy a revelar algo, señor Jia. Hará un mes, un funcionario del Gobierno municipal me pidió que investigara el caso del complejo residencial. Le respondí que no pensaba hacerlo. ¿Por qué? Yo también quiero que castiguen a esos funcionarios corruptos. Sin embargo, me han estado poniendo al corriente de los últimos acontecimientos. Hace un rato recibí una llamada referente al caso en esta misma habitación. Se ha llegado a un acuerdo en Pekín sobre el juicio, como ya debe de saber a través de sus propios contactos.
– ¡Menudo acuerdo! Así que ya sabe lo sucio que es todo esto. -Jia hizo una pausa, y después continuó hablando-: No sólo hay muchos altos cargos involucrados en el caso, sino que además están enzarzados en una lucha de poder. No es ningún novato en el campo de la política, inspector jefe Chen. Si Pekín realmente hubiera querido poner fin al caso, no me habrían permitido llegar hasta esta fase. ¿De verdad cree que quieren darle un giro radical al caso a estas alturas?
– Sí, me han hablado de la lucha de poder en la Ciudad Prohibida -respondió Chen.
– En circunstancias normales, un abogado tiene que velar por los intereses de sus clientes. Es comprensible llegar a algún tipo de acuerdo. Si alguien tratara de obstaculizar el juicio, sin embargo, cualquier cosa sería posible. Con acuerdo o sin él, el caso podría acabar destapando todos esos contactos oficiales, todos los trapos sucios. Las refriegas en la Ciudad Prohibida también saldrían a la luz. ¡Menudo desastre político! Es demasiada responsabilidad para un policía. Tiene que pensar en las consecuencias, inspector jefe Chen.
– Ya he pensado en ellas, señor Jia. Sea cual sea la situación, hay que poner fin al asesinato de personas inocentes. La gente podrá juzgar cuando lea la historia y vea las fotos.
– Algunos periodistas están bien informados. También yo conozco a bastantes. Cuando se enteren de los entresijos políticos, ¿cree que les seguirá entusiasmando la historia?