"Como usted desee, señorita Penelope."
"Ah, y asegurese de preparar una bandeja de comida. Seguramente el Sr. Bridgerton estara hambriento. Él siempre tiene hambre." El mayordomo asintió nuevamente.
Penelope se mantuvo de pies sin moverse mientras Briarly desaparecia saliendo por la puerta, entonces, completamente incapaz de contenerse, bailo de pie en pie, emitiendo una clase de chillidos extraños un ruido que ella estaba convencida – o al menos esperaba – que nunca antes había cruzado sus labios.
Entonces, ella no podía recordar la ultima vez que un señor la había visitado, mucho menos del cual ella había estado desesperadamente enamorada por casi la mitad de su vida.
"Calmate," dijo ella, extendiendo sus dedos y presionando sus palmas aplanadas en el mismo movimiento que usaría si tratara de aplacar a una pequeña muchedumbre, rebelde. "Debes permanecer tranquila. Calmate," repitió ella, como si esto realmente daría resultado. "Calma". Pero por dentro, su corazón bailaba.
Ella respiro profundamente alentándose, atropellándose hasta su tocador, y recogió su cepillo de pelo. Esto sólo tomaría unos minutos para fijar de nuevo su pelo; seguramente Colin no iba a huir si ella lo hiciera esperar durante un rato. ¿Él esperaría que tomara un poco de tiempo para arreglarse, verdad?
Pero de todos modos, se encontró fijando su pelo en tiempo récord, y para el momento en que ella se detuvo en la puerta del salón, unos meros cinco minutos habían pasado desde el anuncio del mayordomo.
"Eres rápida," dijo Colin con una extraña sonrisa. Él había estado apoyado en la ventana, mirando detenidamente en la Calle de Mont.
"¿muy rapida?" Penelope dijo, esperando que el calor que sentia en su piel no se convirtiera en rubor. Se suponia que una mujer debería hacer esperar a un caballero, aunque no demasiado tiempo. De todos modos, no tenia sentido mantener un comportamiento tan tonto con Colin. Él nunca estaría interesado en ella de una manera romántica, y además, ellos eran amigos.
Amigos. Esto parecia a un concepto tan raro, y aún que eso eran exactamente. Ellos siempre habían sido conocidos amistosos, pero desde su vuelta de Chipre, ellos se habían hecho amigos de verdad.
Era mágico.
Incluso si él nunca la amaba – y mejor dicho ella nunca pensaba que él lo haría- esto era mejor que lo que tenían antes.
¿'A qué debo el placer?" preguntó, tomando asiento en el sofá ligeramente descolorido amarillo damasco de su madre.
Colin se sentó al frente de ella en una silla bastante incómoda. Él se inclinó hacia adelante, descansando sus manos sobre sus rodillas, y Penelope supo al instante que algo estaba mal. Esto simplemente no era la postura que un caballero adoptaba para una visita social común. Él parecia demasiado afligido, demasiado intenso.
"Es bastante serio," dijo, su cara se veía severa.
Penelope casi se elevó de sus pies. ¿"Ha pasado algo? ¿Alguien está enfermo?"
"No, no, nada así." Él hizo una pausa, soltó un aliento largo, luego paso su mano por su ya desarreglado pelo. "Es sobre Eloise."
¿"Qué sucede?"
"No sé como decirlo. "Yo- ¿ tienes algo para comer? "
Penelope estaba lista para torcer su cuello. ¡"Por el bien del cielo, Colin!"
"Lo lamento," refunfuñó. "No he comido en todo el día."
"lo primero, estoy segura," dijo Penelope con impaciencia. "Ya dije a Briarly que trajera una bandeja. ¿Ahora, me dirás qué es lo que pasa, o planeas esperar hasta que yo expire de impaciencia?"
"Pienso que ella es lady Whistledown," soltó él.
La boca de Penelope quedo abierta. No estaba segura de lo que esperaba oir, pero no era eso.
¿"Penelope, me oyes?"
¿"Eloise?" preguntó ella, aunque sabia exactamente sobre quién él hablaba.
Él asintio.
"Ella no puede ser."
Él estuvo de pie y comenzó a pasear, demasiado nervioso para mantenerse sentado. ¿"Por qué no?"
"Como… como… ¿Como que por qué?”No existe ninguna forma de que ella hubiera hecho esto durante diez años sin que me enterara."
Su expresión fue de desequilibrado a desdeñoso en un instante. "No creo que tu puedas saber todo lo que Eloise hace.”
"Por supuesto que no," contestó Penelope, dándole una mirada bastante irritada, "pero puedo decirte con la absoluta certeza que no existe el modo de que Eloise pudiera guardarme un secreto de tal magnitud por más de diez años. Ella no es simplemente capaz de ello."
"Penelope, ella es la persona más curiosa que conozco."
"Bueno, eso es verdad," estuvo de acuerdo Penelope. "Excepto por mi madre, supongo. Pero no es suficiente para condenarla."
Colin dejo de caminar y plantó sus manos en sus caderas. "Ella siempre anota cosas."
¿"Por qué crees eso?"
Él sostuvo ambas manos, frotando su pulgar enérgicamente contra las yemas de sus dedos. "En efecto. Constantemente."
"Mucha gente usa la pluma y la tinta." Penelope gesticulo ampliamente señalando a Colin. "Tu escribes tu diario. Estoy segura de que has tenido tus dedos alguna ves entintados."
"Sí, pero no desaparezco cuando escribo en mis diarios."
Penelope sintió que su pulso se aceleraba. ¿"Qué quieres decir?" preguntó, su voz quedo sin aliento.
"Quiero decir que ella se encierra con llave en su cuarto durante horas hasta que termina, y después de aquellos períodos sus dedos están cubiertos de tinta."
Penelope no dijo nada por un agonizantemente largo momento. "Las pruebas" de Colin eran indiscutibles, en efecto, sobre todo cuando combinado con la inclinación bien conocida y documentada de Eloise por la curiosidad.
Pero ella no era Lady Whistledown. Ella no podía serlo. Penelope apostaría su vida en ello.
Finalmente Penelope sólo cruzó sus brazos y, en un tono de voz que probablemente hubiera estado más de acuerdo en un niño de seis años sumamente obstinado, dijo, "no es ella. No lo es."
Colin se recostó, pareciendo derrotado. "Lamento que yo no pueda compartir tu certeza."
"Colin, Tu necesitas-"
¿"Dónde demonios esta la comida?" él se quejó.
Ella debería estar impresionada, pero de alguna manera su carencia de modales la divirtió. "Estoy segura que Briarly estará aquí dentro de poco."
Él se tumbó en la silla. "Tengo hambre."
"Sí," dijo Penelope, moviendo los labios nerviosamente, "conjeturé demasiado."
Él suspiró, cansado y preocupado. "Si ella es lady Whistledown, esto será un desastre. Un desastre puro, y absoluto."
"No sería tan malo," dijo Penelope con cuidado. ¡"No, es que yo piense que ella es lady Whistledown, porque no lo creo! ¿Pero realmente, si ella lo fuera, sería tan terrible? A mi me gustaría ser lady Whistledown tambien."
"Sí, Penelope," dijo Colin bruscamente, "sería demasiado terrible. Ella quedaria arruinada."
"No pienso que ella quede arruinada…”
"Por supuesto ella estaria arruinada. ¿Tienes alguna idea de cuántas personas esa mujer ha insultado durante años?"
"No creo que odies tanto a lady Whistledown," dijo Penelope.
"No la odio," dijo Colin con impaciencia. "No importa si la odio. Todos los demás la odian."
"No pienso que esto sea verdad. Todos compran su revista."
¡"Por supuesto compran su revista! todos compran su maldita revista."
¡"Colin!"
"Lo siento," él refunfuñó, pero realmente como si lo sintiera.
Penelope asintio aceptando su disculpa.
"Quienquiera que sea aquella lady Whistledown," dijo Colin, sacudiendo su dedo hacia ella con tal vehemencia que realmente ella dio tumbos hacia atrás, "cuando sea desenmascarada, no será capaz de mostrar su cara en Londres."