Pero ella era su madre. Y él la amaba. Y esto significaba que él no podía ignorarla demasiado bien. Entonces con quejas considerables y unas pocas maldiciones mientras él estaba en ello, se calzo sus botas y abrigo, y salio hacia la puerta.
Él vivía en Bloomsbury, no era la sección más de moda en la ciudad para un miembro de la aristocracia, aunque Bedford Square, donde él había tomado en arriendo una casa de terraza pequeña pero elegante, era seguramente una sector de alta calidad y respetable.
A Colin más bien le ggustaba vivir en Bloomsbury, donde sus vecinos eran doctores y abogados y eruditos y gente que eventualmente realizaba otras cosas aparte de ir de fiesta en fiesta. Él no estaba listo para cambiar su herencia por una vida de comercio – estaba bastante bien ser un Bridgerton, después todo-pero había algo estimulante en la mirada de hombres profesionales que van diariamente a su negocio, los abogados dirigiéndose hacia el este a las Posadas del Tribunal, los doctores al noroeste a Portland.
Habría sido bastante fácil conducir su carruaje a través de la ciudad; recién lo había devuelto a las caballerizas hace una hora desde su regreso de Featheringtons. Pero Colin necesitaba sentir un poco de aire fresco, sin mencionar que perversamente se dirigió lo mas lentamente posible hacia el Número cinco.
Si su madre tuviera la intención de dar otra conferencia sobre las virtudes del matrimonio, seguido de una disertación largísima de los atributos de cada señorita elegible en Londres, a el le importaba un rabano si ella esperaba por el.
Colin cerró sus ojos y gimió. Su humor estaba peor de lo que había pensado si él blasfemaba contra su madre, a quien (y todo los Bridgertons, realmente) tenia en la más alta estima y afecto.
Esto era culpa de Penelope.
No, esto era la culpa de Eloise, pensó, apretando sus dientes. Mejor culpar a un hermano.
No – él cayó atrás en su silla de escritorio, gimiendo – esto era culpa. Si él estaba de mal humor, si él estaba listo para arrancar la cabeza de alguien con sus manos desnudas, era su culpa y solo su culpa.
Él no debería haber besado a Penelope. No importaba que él había querido besarla, incluso sin darse cuenta que él lo quería antes de que ella lo mencionara. Aun así él no debería haberla besado.
Aunque, cuando realmente pensó en ello, no estaba muy seguro de por qué él no debería haberla besado.
Él se paró, se dirigio tambaleantemente hacia la ventana y dejo su frente descansar contra el cristal. Bedford Square era tranquilo, con sólo unos hombres que caminaban a lo largo del pavimento. Trabajadores, parecian ser, probablemente trabajando en el nuevo museo construido en el este. (Eso era por qué Colin había tomado una casa en el lado Oeste de la cuadra; la construcción podría hacerse muy ruidosa.)
Su mirada fija se dirigió hacia el norte, a la estatua de Charles James fox. He allí, un hombre con objetivos. Que había conducido a los liberales durante años. No siempre habia tenido buena imagen, algunos miembros más viejos de la sociedad no le creían, pero Colin pensaba que tal vez ser tener buena imagen era ser sobreestimado. El cielo sabía que a nadie le gustaba más de lo que a el le gustaba, y mirándolo ahora, frustrado y descontento, gruñón y listo a arremeter contra alguien que se cruzara en su camino.
Él suspiró, plantando una mano en el marco de la ventana y empujándose hacia atrás a una posición recta. Él debería ponerse en marcha, sobre todo si planeaba caminar por todo Mayfair. Aunque, en verdad, realmente no estuviera tan lejos. Probablemente no más de treinta minutos si mantenía un paso enérgico (y él siempre lo hacía), menos si los pavimentos no fueran ensuciados con la gente lenta. A él le gustaba más que a la mayoría de los miembros de la sociedad estar fuera de Londres al menos que ellos hicieran compras o a la moda pasearan en el parque, pero Colin sintió la necesidad de limpiar su cabeza. Y si el aire en Londres no era particularmente fresco, pues aun tenia que hacerlo.
Su suerte ese día era lo que era, sin embargo, cuando él alcanzó la intersección de las Calles de Regente y Oxford, las primeras de gotas de lluvia comenzaban a bailar contra su cara. Cuando él giraba en Hanovre square hacia saint George Street, estaba intensificando de veras. Y estaba bastante cerca de la Calle Bruton, por lo que habría sido realmente ridículo haber intentado tomar un carruaje para que lo llevara el resto del camino.
Entonces él camino.
Después del primer minuto y algo de incomodidad, sin embargo, la lluvia comenzó a sentirse extrañamente bien. Era lo suficientemente tibia para que no lo enfriara hasta el hueso, y las gruesas gotas, mojándolo se sentían como una penitencia.
Y él sentía que tal vez lo merecía.
La puerta a la casa de su madre se abrio antes que el pie de Colin hubiera encontrado el escalon superior; Wickham debe haber estado esperándolo.
¿"Podría yo sugerir una toalla?" el mayordomo interrogo, pasándole una gran tela blanca.
Colin la tomó, preguntándose como diablos Wickham había tenido el tiempo para conseguir una toalla. Él no podía haber sabido que Colin sería lo bastante tonto para caminar bajo la lluvia.
No por primera se le ocurria a Colin que los mayordomos deben poseer extraños poderes, místicos. Quizás esto era una exigencia de trabajo.
Colin usó la toalla para secar su pelo, causandole gran consternación a Wickham, quién estaba terriblemente impresionado y seguramente esperaba que Colin se retirara a un cuarto privado durante al menos media hora para reparar su aspecto.
¿"Dónde está mi madre?" Colin preguntó.
Los labios de Wickham se apretaron, y él miró intencionadamente los pies de Colin, que creaban ahora pequeños charcos. "Ella está en su oficina," contestó, "pero ella esta hablando con su hermana."
¿"Cuál hermana?" Colin preguntó, guardando una sonrisa soleada en su cara, sólo para enojar a Wickham, quién había estado tratando seguramente de enojarlo omitiendo el nombre de su hermana.
Como si usted pudiera decir simplemente "su hermana" a un Bridgerton y esperar que él supiera sobre quién hablaba.
"Francesca."
"Ah, sí. ¿Ella vuelve a Escocia pronto, verdad?"
"Mañana."
Colin devolvió la toalla a Wickham, quién lo miro como si fuera un gran insecto. "No la molestaré, entonces. Sólo avísele que estoy aquí cuando termine con Francesca."
Wickham asintio con la cabeza. ¿"Gustaría usted cambiarse sus ropas, Sr. Bridgerton? Creo que tenemos algunas ropa de su hermano Gregory arriba en su habitación."
Colin se encontró sonriendo. Gregory terminaba su ultimo año en Cambridge. Él era once años más jóven que Colin, y era difícil creer que ellos realmente podrían compartir la ropa, pero supuso que era tiempo para aceptar que su pequeño hermano había crecido finalmente.
"Esa es una idea excelente," dijo Colin. Echo a su manga empapada un vistazo pesaroso. "Dejaré ésto aquí para ser limpiado y los retirare más tarde."
Wickham asintio con la cabeza otra vez, murmurado, "Como usted desee," y desapareció en el pasillo con dirección desconocida.
Colin tomó dirección hacia los cuartos de la familia. Mientras salía del pasillo, él oyó el sonido de una puerta abrir. Giro, vio que era Eloise.
No era la persona que él quería ver. Ella inmediatamente devolvió todas las memorias de su tarde con Penelope. Su conversación. El beso.
Sobre todo el beso.
Y aún peor, la culpa que él había sentido después.
La culpa que él todavía sentía.
"Colin," Eloise dijo alegremente, "no sabia que habias llegado- que has hecho,caminar"