Solté el teléfono, Mark disparó aquella cosa sobre mi falda, tanta y tan blanca, parecía leche pura.
Hay un dicho que dice: "La fruta prohibida sabe mejor", en efecto, la prohibición es el mejor afrodisíaco. Pensé que un día, en el sepelio de Tiantian, recordaría todas las cosas pasadas, recordaría esa llamada telefónica, llena de significado simbólico. Parecía que dentro de mí no existía otro sino Tiantian, él a través de un cable telefónico a miles de kilómetros llegó a mí, sus susurros estaban en mis oídos, su respiración y su risa estaban en el lugar más sensible de mi cerebro. Cerré los ojos y por primera vez sentí la sensación carnal, tan cierta y tan engañosa a la vez, que me proporcionaba Tiantian. Un dócil y corrupto silbido de aire que fluye, un rito de purificación donde se unen las almas, difícil de explicárselo al hombre común. Siempre he tenido gran interés por la comunión de las almas. Por primera vez experimenté la extraña sensación del encuentro entre el cuerpo y el espíritu, decidí creer en las religiones del mundo. Lo más impresionante es que fui atrapada por la idea enloquecedora de que tarde o temprano iba a tener un hijo. En la niebla oscura un viento suave trajo una flor dorada, un bebé con alas de pronto voló en la oscuridad, será de este hombre o de aquél, será de ésta o de aquella vez.
Cuando se fue Mark descubrí su billetera en el piso, aquella cosa que cuando vino a China confundía con el prepucio. Me resistí con todas las fuerzas pero no logré controlar mi curiosidad por el contenido, adentro había algunas tarjetas Visa, Mastercard, un pase de miembro distinguido del Club Sifang y una foto familiar. Fue entonces cuando supe que él no sólo tenía una esposa bella y encantadora con una hermosa sonrisa, sino también un hijo de tres o cuatro años de pelo rubio rizado y ojos azules, parecido a él.
Abrí los ojos moviendo la cabeza, todos se veían muy felices, hasta daban envidia, besé la hermosa cara de Mark y luego sin pensarlo saqué varios billetes del grueso fajo que tenía en la billetera y los puse en un libro. Él no se enterará de que faltan algunos billetes, si pasas mucho rato con los extranjeros pronto descubres que la mayoría son simples y claros como los niños, si les gustas es que les gustas, si les caes mal inmediatamente te lo dicen, les falta malicia, no se parecen a los hombres chinos tan meticulosos y a veces mezquinos.
Pensé un rato qué había detrás de ese robo. Tal vez era por los celos que me provocó el feliz ambiente familiar de la foto, o tal vez un pequeño castigo para mi amante alemán quien en su inconsciencia pierde unos cuantos billetes y luego regresa por mí apasionadamente. Luego me dediqué a analizar nuestra relación, no tenía ninguna expectativa sobre ella, tampoco tenía ninguna responsabilidad, el deseo es el deseo, sólo con dinero y traición se puede conjurar el peligro de que el deseo carnal se convierta en cualquier momento en amor. Antes, todo el tiempo tenía miedo de enamorarme perdidamente de Mark y no poder zafarme de esa hoguera de excitación y sentimientos bajos.
Después de media hora, Mark jadeando tocó mi puerta. Le entregué la billetera Yves Saint-Laurent, me besó, se la guardó en el bolsillo y sonriendo corrió escaleras abajo.
Desde mi balcón lo vi subirse al coche y desaparecer en la noche como humo por la calle vacía.
XV Una helada Navidad
No hacía nada, sólo esperaba la llamada de Edmonson.
Jean-Philippe Toussaint
Wu Dawei sentado en el sillón giratorio de cuero se sonaba constantemente los mocos, el periódico nocturno decía que un virus de gripe tipo A3 había invadido la ciudad y que la gente debía cuidar la higiene para prevenir el contagio, así como descansar y cuidar la alimentación y la ventilación. Abrí la ventana, me senté junto a ella donde había aire fresco, procurando estar lo más cómoda posible.
– Siempre sueño con una habitación donde hay un girasol grande en una maceta. La flor está seca, las semillas se riegan y nacen muchos nuevos girasoles, eso me da miedo, también hay un gato que quiere comerse las flores. Cuando brinca, salta por la ventana y desaparece. Miraba de repente todo eso por la puerta de la habitación, mi corazón palpitaba más rápido. En otro de mis sueños hay una caja, la abro y adentro hay otra más pequeña, abro ésa y adentro hay otra aún más pequeña y así hasta que todas las cajas desaparecen y en mi mano tengo un libro muy pesado, deseo enviarlo a alguien pero no me acuerdo de la dirección ni a quién se lo iba a enviar.
Wu Dawei me miraba apacible:
– Tienes temor en el corazón, temes que algo te pueda pasar, que tu escritura pueda verse en dificultades, por ejemplo un embarazo, o la ansiedad que precede la publicación de un libro, de todo corazón deseas el éxito pero algo siempre te frena, ¿me entiendes? Todo eso viene de la jaula que tú sola imaginaste. Thomas Morton decía: "La verdadera liberación del hombre es escapar de su propia cárcel", dime cómo anda tu vida amorosa.
– No está tan mal pero tampoco es ideal.
– ¿Qué te preocupa?
– Un sentimiento de vacío que jamás puedo eliminar, y al mismo tiempo un juego amoroso que bestialmente crece en mi pecho pero no lo puedo liberar. El hombre que amo no me puede satisfacer sexualmente, ni siquiera me da seguridad, fuma marihuana y otras cosas y no enfrenta la vida. Abrazado a una gatita se fue al sur, como si en cualquier momento me pudiera dejar, dejarme para siempre. Un hombre casado, sin embargo, me ha proporcionado placer una vez tras otra, pero no tiene ningún efecto sobre los sentimientos de vacío de mi corazón. Nos comunicamos a través de los cuerpos, existimos a través de los cuerpos, pero al mismo tiempo esos cuerpos son la barrera que no permite el contacto espiritual entre nosotros.
– El miedo a la soledad enseña al hombre a amar -dijo Wu.
– Pienso demasiado, el noventa y nueve por ciento de los hombres no desea convivir con alguien que piensa tanto, puedo recordar mis sueños y hasta los puedo anotar.
– Por eso la vida no es fácil. No todos pueden actuar conforme a sus pensamientos. Tú ya sabes la respuesta, usa el psicoanálisis para enfrentar las decepciones, tú no te satisfaces con lo ordinario, además eres una mujer atractiva.
Sus palabras eran muy dulces, no sé si consuela de ese modo a sus pacientes. Desde que lo elegí como psicoanalista, ya no lo invito a comer, ni a jugar al tenis, ni a bailar, temo que psicoanalice todas mis actitudes y comportamientos.
Rayos del sol entraron, polvos flotantes como partículas de pensamiento danzaban en el espacio, sobre el sillón, aturdida, sostenía mi cabeza, será que por fin había entendido mi naturaleza y mi conciencia femenina. ¿Seré una mujer atractiva? ¿Seré algo hipócrita, arribista, torpe tal vez? Los problemas de mi vida están encadenados uno al otro, tendré que usar la energía de toda la vida para afrontar esa fuerza maligna.
Navidad. Durante todo el día nadie me llamó por teléfono. Al atardecer el día estaba gris pero no nevaba. Ya hace muchos años que en Shangai no nieva cuando debe nevar. Vi películas durante todo el día, fumé un paquete y medio de Siete Estrellas, me moría de aburrimiento. Lo llamé a Tiantian, nadie contestó, me dispuse a llamar a Mark, después de marcar algunos números desistí, esa noche definitivamente quería estar con un hombre para hablar, quería estar acompañada.
Nerviosa caminé por el cuarto y finalmente decidí que tenía que salir de allí, no sabía a dónde. Puse suficiente dinero en mi cartera, me maquillé. "Esta noche pasará lo que tenga que pasar", pensé.
Me subí a un taxi, el chofer preguntó:
– Señorita, ¿a dónde va?
Le dije: