– Ya pasaron las vacaciones de Navidad, la empresa tiene mucho trabajo, hay muchos asuntos que hay que sacar rápido. Mark es un jefe impecable, tiene capacidad de discernir, de organizar, simplemente tiene cabeza, sólo que a veces es demasiado rígido -acariciando mi rodilla sonreía con malicia-, no me hubiera imaginado que ustedes dos iban a estar juntos.
– Yo me enamoré de sus nalgas apretadas y de su porte de nazi. En cuanto a él, tal vez le atrajo mi cuerpo oriental, su brillo, sin tanto vello como el de las occidentales, su color dorado, lleno de misterios. Además, tengo un novio que no me puede hacer el amor y yo soy una escritora. Éstos son todos los motivos de nuestra atracción mutua.
– Él tiene familia.
– Despreocúpate, yo me sé controlar, si no me enamoro de él, no habrá ningún problema.
– ¿Estás segura de que no te enamorarás de él?
– No quiero hablar de eso, al parecer las mujeres siempre hablan de los hombres, vamos a almorzar.
Salimos juntas del cuarto, Zhusha recordó algo y en voz baja me dijo:
– El próximo sábado por la tarde en el estadio de la escuela norteamericana de Pudong habrá un partido amistoso de fútbol organizado por la Cámara Alemana de Comercio. Mark participará, él es el goleador del equipo de su empresa.
– Quiero ir -le dije en voz baja.
– Es muy probable que veas a su esposa y a su hijo -dijo.
– Está bien, será un espectáculo interesante. -Le pegué en el hombro. En las películas siempre describen muy dramáticamente los encuentros entre el esposo, la esposa y la amante. Pensé que en esa ocasión tal vez el director iba a enfocar la lente sobre mí.
– Come más -decía mi madre sentada a mi lado-, esta sopa de maní y patitas de cerdo es una receta nueva. -Sus ojos reflejaban un profundo amor maternal, eso era precisamente lo que me hacía sentir ternura por dentro, aunque era doblemente opresivo, eso era lo que me hacía retorcer y saltar en su matriz, curar todos los maltratos y heridas adquiridas después de nacer, y también me hacía estirar los pies para escapar de esa plaza de Tiananmen construida por el amor materno. No me preocupaba si vivía o moría, lo que deseaba era que me dejara sola.
– ¿Todavía comen comida que les traen a domicilio? Estás muy flaca… ese chico Tiantian ¿cómo está? ¿qué planes tienen ustedes? -mi madre no paraba de preguntarme en voz baja. Comía con la cabeza gacha y a propósito sorbí la sopa haciendo mucho ruido (en mi casa no se permitía sorber la sopa). Papá y los alumnos aún hablaban de acontecimientos internacionales, como si personalmente conocieran la Casa Blanca o la península balcánica. Conocían la situación de Irak y Kosovo como la palma de su mano y hasta podían mencionar algunos detalles, por ejemplo, uno de los estudiantes comentó que cuando Clinton por primera vez enfrentó la investigación del Congreso acerca de su conducta vergonzosa, durante el discurso donde tenía que aclarar su inocencia llevaba en el cuello una corbata ZOI que le había regalado Monica Lewinsky, ése era un detalle oscuro, él de esa manera le rogaba a Lewinsky estar a su lado, mantenerse leal a él.
– Mamá -miré a la señora adulta a mi lado tan encantadora y tan llena de preocupaciones a la vez-, no te preocupes, cuando tenga una dificultad imposible de resolver, vendré a la casa a refugiarme, te lo prometo ¿está bien? -La abracé.
Llegó la torta que los estudiantes le habían regalado a papá. Le pusieron seis velas, mi papá estaba de excelente humor, las apagó de un soplo y empezó a reír como un niño grandote, cortó la torta y la repartió.
– Pronto vendrán más fondos, el proyecto de investigación va a tener nuevos alcances -dijo y los estudiantes empezaron a hablar del tema de la investigación, "El sistema de vacaciones del servicio civil de la dinastía Tang". (Ese tema se me hacía como un juego donde una persona sostiene en una mano una pelota roja y en la otra una pelota verde y pregunta en cuál mano está la pelota amarilla.)
Según mi opinión, los discípulos de los profesores titulares son básicamente sus ecos serviles o esclavos, primero deben estar de acuerdo con el pensamiento del profesor, esconder sus dudas. Luego, cuando logran el cariño y el aprecio del profesor, lo tienen que acompañar por todos lados a dictar conferencias, si el profesor los recomienda podrán publicar algún artículo en alguna revista, bajo los cuidados del profesor se casarán y tendrán hijos, encontrarán trabajo y así hasta el día en el cual su posición se afiance y puedan hablar por sí mismos.
Uno de los estudiantes me preguntó acerca de mi novela, creo que mi papá les dijo que otra vez estaba escribiendo, aunque no estaba nada orgulloso de tener una hija escritora, sin embargo con mucho entusiasmo me promovía. La gente seguía charlando, yo ya me quería ir.
– ¿Ni siquiera una noche puedes quedarte a dormir? Todavía tengo muchas cosas que quiero hablar contigo -mi madre me dijo con una mirada herida que atravesaba el tiempo, como restos de una estrella flotando en el vacío ilimitado.
– Eh, sólo quiero caminar un poco, esta noche me quedaré aquí, dormiré con Zhusha. -Sonreí, saqué las llaves de la bolsa y las hice sonar ruidosamente, yo también sabía mentir.
XVIII Las dos caras del amor
Somos amantes, no podemos dejar de amarnos.
Marguerite Duras
Recuerdo que hace dos años, cuando aún trabajaba en la revista, me enviaron a Hong Kong para hacer un reportaje especial acerca del retorno a la madre patria. Cada noche después del trabajo me sentaba en las escaleras de piedra del Muelle Victoria, mientras fumaba y contemplaba las estrellas con el cuello estirado, a punto de romperse. Cada tanto me puedo sumergir en ese estado donde me olvido de la existencia de todo lo que me rodea y hasta me olvido de mí. Me imagino que en esos momentos quedan muy pocas células funcionando en el cerebro, apenas para respirar, como una fina niebla azul que se eleva.
El escribir frecuentemente me llevaba a ese estado. Sólo que veía las estrellas con la cabeza gacha, su brillo felizmente se reflejaba en las letras que aparecían, en ese momento entraba en el nirvana, es decir ya no le tenía miedo a la enfermedad, los accidentes, la soledad y ni siquiera a la muerte, era inmune a todo.
La vida real nunca es como deseamos. Vi por una ventana sombras de gente en un ir y venir, como ramas negras se entrecruzaban, vi a la gente que me ama y a la que amo, su rostro lejano y sufriente, lleno de anhelos.
En el campo de juego del Colegio Americano de Pudong me topé con la familia de Mark. Él estaba ese día particularmente guapo, tal vez debido al sol brillante y al hermoso paisaje que nos rodeaba. Este colegio, hecho para los hijos de los extranjeros ricos, parecía estar construido encima de las nubes, lejos de la polvorienta vida cotidiana, todo el campus parecía tan nuevo y fresco como recién lavado, como si el mismo aire estuviera desinfectado. Una atmósfera inconfundible de clase alta.
Mark, masticando chicle, nos saludó con mucha naturalidad y nos presentó a su mujer a Zhusha y a mí.
– Ella es Eva. -Eva lo tomaba de la mano. Era mucho más hermosa y elegante que en la foto, sus cabellos rubios estaban recogidos en una cola que caía en la espalda, en las orejas llevaba unas argollas plateadas, el suéter negro enfatizaba aún más su piel blanca, aquel blanco que bajo los rayos del sol tenía olor a miel, como de sueño.
La belleza de la mujer blanca puede hacer hundir mil fragatas (como en Helena y la Guerra de Troya), en cambio la belleza de la mujer amarilla está en sus cejas cerradas, sus ojos hermosos, como si viniera de esos calendarios de la Belle Époque (como Lin Yilian y Gong Li).
– Ella es Judy, una compañera de trabajo y ella es su prima Cocó, una writer extraordinaria -dijo Mark. Eva cerraba los ojos bajo los fuertes rayos del sol, sonreía mientras nos saludamos.