Me alcanzó:
– Espera, eh, ¿qué es esto en el suelo? -Yo con la cabeza agachada sólo quería salir de allí.
– Cocó, ¿se te cayó un aro?
Toqué mi oreja, suspiré y agarré mi aro de cobalto del tamaño de un grano de arroz de la mano de Fei Pingguo. Esos bonitos aros bajo una diferente iluminación cambiaban de color y de forma, en ese momento era lo único que brillaba en mi cuerpo oscuro. Le agradecí y mientras caminaba pensaba: "Cuando uno tiene un problema todo de pronto te sale mal, estás fumando tranquilamente un cigarrillo y de pronto se te cae el aro.
Frente a la puerta de embarque llamé a Mark por teléfono, por su voz parecía estar muy ocupado.
– Hello -dijo distante. Mi voz también era gélida, pagar con hielo la frialdad es apenas lo justo, así me protejo.
– Estoy en el aeropuerto -le dije-, no podré asistir a la cena de este fin de semana, por favor discúlpame con tu esposa.
– ¿Dónde vas? -Finalmente obtuve su atención.
– Con mi novio.
– ¿Te quedarás mucho tiempo? -Su voz empezó a mostrar intranquilidad, tal vez se le cayó la lapicera de la mano, o se le cerró la carpeta.
– ¿Y si fuera así te importaría? -seguía con mi tono gélido. De veras que no me podía contentar, seguramente me veía pálida y rígida, como una mujer resentida de fines del siglo XX, nada me parecía bien, estaba llena de problemas.
– Cocó -dijo-, sabes que sí me importa, eh, por favor no bromees, regresarás pronto, ¿verdad?
Permanecí callada por un instante, claro, él tiene razón, traeré de vuelta a Tiantian y todo saldrá bien. ¿Pero podrá todo estar como antes? ¿Podré estar tranquila con dos hombres simultáneamente (uno de los cuales se droga por estar deprimido) y despreocupada seguir escribiendo?
Empecé a llorar, Mark nervioso dijo:
– ¿Qué ha pasado?, querida, dímelo.
– Nada, cuando vuelva me comunico contigo. -Colgué el teléfono. Pensé que estaba contaminando a los demás con mi pésimo estado de ánimo, que Mark estaría preocupado dando vueltas en la oficina, pobre de él, pobre de mí.
Wu Dawei me había dicho que tener lástima de sí mismo es una actitud que debemos eliminar, cuando me lo dijo lo hizo con una expresión severa y amenazante, como de Dios, le brillaba la cara. Pero yo nunca le hice caso, siempre con mucha facilidad caigo en la lástima por mí misma, y además el narcisismo es precisamente mi más bella característica.
El avión atravesaba las nubes, Fei Pingguo estaba sentado en el asiento de al lado. Hablaba todo el tiempo mientras yo leía una revista, me quitaba el saco, me ponía el saco, otra vez tomaba la revista, cerraba los ojos, mi mano izquierda en el mentón, mi mano derecha sobre el pecho, tosía, abría los ojos, me ajustaba el cinturón.
Las azafatas trajeron bebidas y canapés, cuando bajé la mesa de servicio la Coca Cola se me cayó accidentalmente de la mano sobre las rodillas de Fei Pingguo. Rápidamente le dije:
– Perdón. -Y empecé a hablar con él, con ese hombre de mirada de fuego sacudidor, como una red invisible, como un motor, que puede hacer caer a muchas mujeres, excepto a una tan lastimada como yo.
Me contó que había absorbido las tendencias de moda en Japón, el uso de polvo rosa, azul y plateado para estilizar las imágenes de los clientes. En las filas de atrás estaban sus colegas, entre ellos había una actriz de cine, dos fotógrafos, tres estilistas ayudantes, y tres entrenadores. Precisamente iban a Hainan para hacer un video sobre la actriz. Me parecía que había visto antes a aquella actriz en alguna obra, no era una preciosidad pero tampoco era fea. Excepto sus bellos pechos, lo demás era ordinario.
Fei Pingguo sentado a mi lado y hablando sin parar logró desplazar de mi mente los pensamientos confusos. Lo escuchaba pensando que un hombre con falda de piel o es asqueroso o es adorable. Me contó desde la muela que se había sacado el mes anterior, hasta las peleas constantes de sus padres y los celos de sus novias hacia sus novios.
Me dormí, cuando desperté Fei Pingguo estaba dormido y luego despertó también.
– ¿Ya vamos a llegar? -me preguntó, levantó la cortina y se puso a ver qué había abajo. -Aún falta -me dijo sonriendo-, ¿nunca te ríes?
– ¿Qué?… No, no tengo ganas de reír.
– ¿Por mí?
– No, por mi novio.
Agarró mi mano, la apretaba.
– No le tengas miedo a las dificultades, todos siempre tenemos dificultades, grandes o pequeñas. Por ejemplo yo, de un problema salto a otro, simplemente no sé si me gustan más los hombres o las mujeres.
– Amar y ser amado siempre es bueno -le dije sonriendo, pero esa sonrisa no podía ocultar mi tristeza, todo el mundo siempre dice eso; aun si yo y mis cuentos al mismo tiempo desaparecemos en silencio, las historias de los demás van a seguir ocurriendo, y la palabra "amor" va a estar presente en todas ellas, alrededor de esa palabra se tejen historias emocionantes, conmovedoras, con todo tipo de variantes.
Cuando el avión estaba a punto de llegar al aeropuerto de Hainan, se topó con una fuerte turbulencia y empezó a temblar horriblemente, cuando la azafata les pedía a los pasajeros abrocharse los cinturones se cayó a la alfombra.
La gente se asustó, la actriz empezó a gritar. Señalando a un señor que parecía su agente decía:
– Yo no quería viajar en este avión, ahora si se cae, voy a perder la vida por llegar a tiempo, ¡ah! -Sus gritos dieron al ambiente en el avión un tono muy raro, como si se filmara una película y no fuera de veras una emergencia.
Fei Pingguo apretaba mi mano, pálido.
– Si nos caemos apretando tu mano, no me sentiré tan mal.
– No pasará nada -dije aguantando mis fuertes ganas de vomitar-, mis adivinos nunca mencionaron que tendría un accidente, así que el avión no se caerá. Las estadísticas especializadas dicen que el transporte más seguro es el avión.
– Yo compré un seguro para accidentes aéreos y también un seguro de vida, es mucho dinero, no sé si a mis padres les dará alegría o tristeza -Fei Pingguo murmuraba para sí.
Mientras tanto el avión de pronto se estabilizó y nuevamente retornó la calma.
En el aeropuerto, Fei Pingguo y yo nos despedimos apresuradamente con un beso, sus labios eran muy húmedos. Muchos hombres homosexuales y bisexuales expresan el cariño de una manera más intensa que los demás, como animales pequeños y peludos, por eso fácilmente pueden adquirir el sida. Como bien dice la canción de Alanis Morrisette en Jagged Little Pilclass="underline" "Estoy enferma pero soy bonita, nene".
Fuera de la ventana del taxi el cielo estaba azul, y debajo había muchas casas brillantes. No sabía dónde estaba, el chofer manejó un buen rato y finalmente me dejó en el hotel de Tiantian, que no era muy grande.
Pregunté en la recepción si alguien en la habitación B cuatrocientos cinco había recibido mi mensaje, la joven recepcionista dijo que no. Sus labios estaban pintados de un rojo brillante que manchaba sus dientes. Le pedí que llamara a la habitación, pero Tiantian no estaba. Sólo me quedaba esperar sentada en el sillón de la esquina.
El sol de las tres de la tarde brillaba en la calle al otro lado de la ventana, gente anónima y coches hablaban y tocaban bocina, pero no se veían tan amontonados como en Shangai. No se veía ese refinamiento cosmopolita que yo conocía tan bien. Todos se parecían entre sí. Cada tanto se veían mujeres altas y hermosas, que evidentemente habían inmigrado desde el norte. Eran de una belleza imponente que no poseían las shangainesas, su mirada era atrevida, directa, pero no tenían esa delicadeza calculada que caracteriza a las shangainesas.
Estaba muerta de hambre, recogí mi bolso y me fui a la calle. Justo enfrente había un restaurante de comida rápida, me senté cerca de la calle para poder ver la entrada del hotel. En el restaurante unos jóvenes a la moda hablaban en algo que no podía entender, en la radio se oían canciones en cantonés y en inglés. Entraron dos policías, lo raro fue que sin ponerse de acuerdo, los dos fijaron su mirada en mí. Compraron Coca Cola, y cuando se dirigieron a la puerta de vidrio nuevamente se dieron vuelta y me miraron. Me toqué la cara, al parecer no había nada, en mi blusa negra apretada no se veían hilos sueltos o manchas, el cierre del pantalón estaba bien cerrado, en mi vientre plano no había marcas de embarazo. Al parecer, o soy muy hermosa o muy sospechosa.