Había pensado en todo, ella tenía capacidad de organizar todo en detalle, de acuerdo a la lógica y en conformidad con las reglas del mercado, yo sólo tenía que aceptar tranquilamente este regalo tan oportuno, no sabía si de veras apreciaba mi talento literario o era algo más, aún no consideraba necesario sacar mis antenas, le agradecí y le dije que pronto la llamaría por teléfono para fijar la hora y el lugar.
Después llamé a Madonna. Aún estaba en la cama, su voz era gangosa y ronca. Al darse cuenta de que era yo, aclaró la garganta y en voz baja le dijo a la persona que tenía al lado (evidentemente era un hombre):
– Encanto, te agradecería mucho un vaso de agua ¿sí?
Luego me preguntó qué había hecho esos días, le conté todos los detalles sobre mi ida a Haikou, sobre Tiantian en el centro de rehabilitación, le dije que escribía todo el día. Estaba evidentemente conmovida:
– ¿Qué pasó? Oh, Dios. -Aspiró profundamente el cigarro y luego exhaló largamente.
– Las cosas van por buen camino, estoy segura de que se va a recuperar -le dije- ¿y tú cómo estás?
Gimió:
– ¿Cómo puedo estar? Mi vida está inmersa en alcohol y hombres, es una eterna alucinación hasta el día en que me vaya con el viento, y cuando ese día llegue le daré gracias a Dios. Por cierto, si tienes tiempo a la tarde, me gustaría verte, me temo que no estás muy bien, además llevo tiempo sin verte. Vamos a nadar ¿qué te parece? Vamos a la piscina del hotel Donghu, tengo una credencial de miembro de allí. Tú sabes, la ventaja de ir a nadar es que puedes al mismo tiempo proporcionarte placer a ti y a otros, cuando una mujer quiere atraer hombres rápido y fácil, aparte de bailar desnuda, la mejor manera es ir a nadar. -Reía a carcajadas como la protagonista de una película de Hollywood.
– Querida, perdóname, ahora parezco una perra en celo, el maldito de Dick me lastimó, se llevó mi vida, está bien, ya no hablaremos de eso, iré por ti en el auto, además tengo un regalo para ti.
Al lado de la pileta azul, Madonna y yo nos acostamos encima de las reposeras tejidas, sobre nuestras cabezas al cielo claro, el viento suave acariciaba la cara, los rayos del sol dulces como miel se acercaban justo lo necesario a nuestra desnuda piel expuesta. La piel, después de haber sido tapada toda una temporada, se veía pálida y nada atractiva. Me cubrí el cuerpo con una toalla y me puse a mirar al hombre en el agua. Se llamaba Ma Jianjun, Madonna lo había conocido en una situación muy cómica.
Una noche, tarde, Madonna corría por las calles en su coche, a esas horas hay poca gente y tránsito, es un momento seguro para correr locamente. Cuando se metió en sentido contrario por un callejón bordeado de hermosos árboles fénix, una patrulla que salió de la oscuridad la paró. Bajaron dos policías, uno de ellos era de hombros anchos y piernas largas con ojos parecidos a Pierce Brosnan, el protagonista de la última película del agente 007. Cuando todo solemne le dijo "Señorita, usted ha cometido un error", sus labios se parecieron aún más a los de 007, sólo que no tenía pistola en las manos, y tampoco tenía ese airecito perverso.
Madonna lo miró encantada bajo la luz del farol, después de tres segundos ya se había enamorado del policía. Obediente, pagó la multa y de paso le dio el número de su celular. En cuanto a la razón por la cual ese policía se relacionó con una señorita solitaria que corre como loca con el auto por la noche, no la sé muy bien.
– Dijo que le gustaron mucho mis manos, cuando le di el dinero por la ventana, se fijó en que mis manos eran largas y blancas, mis dedos acentuados por el anillo de diamantes le parecieron mágicos, como las manos de un maniquí de yeso. -Madonna hablaba en voz baja y de pronto empezó a reír.
Me di cuenta de que sus manos eran muy diferentes a su cara, sus manos eran juveniles como las de una adolescente.
– Que diga lo que quiera, lo importante es que quiere coger conmigo, y lo hace muy bien, cada vez que toca a mi puerta con el uniforme me humedezco en tres segundos. -Me miró, mi mente estaba ausente.
– Ey, alégrate un poco, vamos a nadar. -Se dirigió hacia la piscina y saltó. En ese momento la gente que nadaba era cada vez más, un par de japoneses con vellos negros y piernas arqueadas me miraban desde el agua.
Me saqué los anteojos oscuros y la toalla que me cubría mostrando mi biquini rojo. El rojo sobre la piel pálida bajo el sol parece una ensalada de frutillas con crema. Rápidamente salté al agua. Una fuerza suave y transparente atrapó mi cuerpo. Bajo los rayos del sol ya no tenía a dónde huir, aun si cerraba mis ojos otros ojos podían atravesar el agua para ver esta ensalada de frutillas.
No sé por qué mis sentimientos han cambiado tan extrañamente, cuando un desconocido mira mi cuerpo semidesnudo puedo sentir satisfacción, pero de pronto pienso que parezco un postre que se exhibe como una tonta bajo los rayos del sol, me enojo terriblemente, el feminismo saca su cabeza, ¿por qué tengo que parecerme a una Barbie, bonita por fuera y vacía por dentro? Esos hombres seguramente no saben que yo soy una escritora que acaba de pasar siete días y siete noches encerrada en un cuarto escribiendo. Y seguro que tampoco les interesa. De una mujer en un lugar público lo único que importa son sus tres curvas, en cuanto a qué tiene en la cabeza eso es como preguntar cuántos escalones tiene la Casa Blanca, no tiene ninguna relevancia.
Nadar no cambió sustancialmente mi estado de ánimo y después de ver la escena amorosa entre Madonna y su policía me desmoralicé. En el vestuario empecé a estornudar.
– Pobrecita, tu angustia bajó tus defensas, debes cuidar tu salud. -Madonna me abrazaba con una toalla grande mientras susurraba en mi oído: -Mírame, desde que tengo novio nuevo no me enfermo, ¿sabes por qué?, la respuesta de los especialistas es que las relaciones sexuales con armonía suben las defensas, es por eso que yo no estornudo ni tengo mocos.
Me besó en la mejilla y recordó que en la bolsa traía un regalo para mí.
– Espérate, tengo una sorpresa.
– ¿Qué es?
– Cierra los ojos. -Empezó a reír, yo cerré los ojos pensando que todo estaba bien, a ella siempre le gusta jugar.
– Está bien, abre los ojos. -Me puso en la nariz una cosa, retrocedí un paso y me di cuenta de que era un juguete sexual para mujeres. Era un verdadero consolador de plástico, y eso no era todo, lo desenvolvió, sacó el pene rosado y se puso a mostrármelo con lujo de detalles.
– Oh, gracias, pero no lo necesito -dije rápidamente.
– No está usado, es nuevo, cuando el cretino de Dick me dejó pensé que lo iba a necesitar pero finalmente no lo usé, esta cosa no puede satisfacer ese agujero que se abre en el corazón. -Le flotaba una sonrisa extraña como de sufrimiento o de lujuria. – Me refiero al desconsuelo en el alma. Pero ahora nuevamente tengo un hombre, y a ti te acompaña la depresión, seguro que te sientes sola y es difícil de aguantar, pobrecita, esta cosa te va a aliviar.
– No, no, gracias. -Sentía que mi cara enrojecía ante aquella cosa espantosamente enorme. Pensé que mi dedo siempre sería más gentil y confiable.
– Acéptalo, te lo suplico -decía aún riendo.
– No. -Yo también reía.
– Está bien, de verdad eres tímida, pero en el fondo somos iguales. -Me atravesó con la mirada, abrió grande la boca y me imitó con el gesto. -De verdad, vamos a ponernos de acuerdo para visitar juntas a Tiantian… Desde que lo conozco parece estar siempre inmerso en pesadillas, claro, conocerte a ti para él fue bueno, sé cuánta sed de amor tiene ese tipo de persona.
– …Pero siempre me siento culpable con él, siento que soy otra pesadilla para él, parecemos dos viajeros en la noche tomados de la mano.
– Querida, no pienses tanto, sé cómo te sientes, no muchas mujeres pueden afrontar ese tipo de situación, pero tú no eres como las demás, cuando te sientas sola, llámame, puedo prestarte a mi novio o directamente hacemos un trío.