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– Qué tal.

Shamir tosió y tomó mi cartera de satén rojo bordado, la miró detenidamente por un momento, me sonrió y dijo:

– Muy bonita. -Yo le correspondí su sonrisa.

– Debo admitir que realmente no comprendí tu película -le dijo Mark.

– Yo tampoco -dije yo-, pero me fascinaron los colores, esos rayos luminosos chocando unos con otros y hasta atrayéndose, es difícil encontrar esa combinación de colores en otra película, ni siquiera en un local de ropa.

Ella se rió.

– Nunca pensé que pudiera existir alguna relación entre mi película y un local de ropa.

– Después de ver la película sentí como si hubiera sido un sueño que hubiera tenido antes, o un cuento que hubiera oído, es como la sensación que tuve al leer el libro de Cocó, en todo caso me encanta esa sensación… es como romper algo en pedacitos y después juntarlos de nuevo. Te vuelves sentimental. -Shamir se llevó la mano al pecho.

– ¿De verdad? -Su voz tenía un extraño tono infantil, sus gestos eran a ratos tan calmados como la superficie del agua, luego de repente explotaba. Cuando ella estaba de acuerdo con tu posición te agarraba por la muñeca con su mano y decía en un tono de gran seguridad:

– Sí, exactamente.

Era ese tipo de mujer que no se olvida fácilmente. Ella había pasado por muchas experiencias, había sacado fotos en el Polo Norte, allí escaló una enorme cascada congelada llamada "El muro de los lamentos", que parecía como si estuviera hecha de una montaña de lágrimas. En ese momento estaba trabajando para la organización alemana más grande de intercambio cultural, DAAD, donde se encargaba de la sección de cinematografía, conocía a todos los cineastas clandestinos y de vanguardia de Pekín y Shangai. Esa institución organizaba todos los años un festival en Alemania al que invitaba artistas de todo el mundo, incluidos los de China. Mucha gente la apreciaba, pero la primera impresión agradable que yo tuve de ella fue de la película que acabábamos de ver, Itinerario de vuelo.

Ella preguntó sobre mis cuentos, yo le dije que todos eran historias verdaderas, que habían ocurrido en Shangai, ese jardín florido y caótico con acento poscolonial.

– Uno de mis cuentos está traducido al alemán, si te interesa te puedo dar una copia -dije yo de manera sincera-. Lo tradujo un chico que estudiaba alemán en la Universidad Fudan, al mismo tiempo que yo, que se enamoró de mí y me lo tradujo. Era un excelente estudiante pero no se graduó porque se fue a Berlín a estudiar.

Ella me sonrió. Una sonrisa que parecía el abrir de una flor sin nombre en el viento primaveral. Me dio una tarjeta con su dirección, su correo electrónico y sus números de teléfono y de fax y me dijo:

– No la pierdas, espero que nos veamos de nuevo.

– Ah, te enamoraste de Cocó -dijo Mark en son de broma.

– So what?-dijo Shamir sonriendo -ella es una chica especial, no sólo brillante sino también muy hermosa, una baby de temer… Estoy segura de que es capaz de decir y hacer todo lo que quiere.

Sus palabras me sacudieron y me paralizaron por un instante como un electroshock. Hasta hoy no entiendo por qué sin excepción es la mujer la que entiende a la perfección a otra mujer y puede descubrirle su naturaleza más secreta, sutil e íntima.

Debido a esas palabras de reconocimiento, antes de partir, nos detuvimos en la puerta del Park y nos besamos íntimamente bajo unos árboles. Sus labios tiernos y húmedos me atraían irresistiblemente como los pistilos de una flor exótica, el placer carnal surgió intempestivo, nuestras lenguas como tiras de seda preciosa se entrelazaron tierna y peligrosamente. Yo no alcanzo a comprender por qué fui más allá de ciertos límites con esa desconocida, de la conversación al beso, del beso de despedida al beso de la pasión.

La luz de la calle repentinamente se apagó, me asaltó una sensación pesada como un golpe pero al mismo tiempo poco común, con una mano acarició mis pechos a través del sostén, torciendo suavemente mi pezón, firme como un capullo de flor, mientras su otra mano se deslizaba entre mis muslos.

La luz se encendió de nuevo y yo regresé a la realidad, como si saliera de un sueño, liberándome de esa tentación extraña. Todo el tiempo Mark había estado parado tranquilamente disfrutando la escena, parecía que todo eso lo hacía gozar.

– Eres tan adorable. Lástima que mañana tengo que regresar a Alemania -dijo Shamir suavemente y luego abrazó a Mark-. Adiós.

Sentada en el automóvil de Mark, yo me sentía todavía confusa.

– Aún no sé por qué hice eso… -dije mientras pasaba mi mano por mis cabellos.

– Todo empezó cuando te fascinaste con su película -dijo Mark tomando mi mano y besándola-. Una mujer inteligente y sensible besando a otra mujer inteligente y sensible es algo irresistible, conmueve el alma y la inteligencia y excita la sensibilidad, es tan excepcional que resulta sexualmente muy excitante. -Sus palabras no sonaban para nada machistas, al contrario, eran comprensivas y conmovedoras.

Emocionada por sus palabras, floté húmeda todo el camino, hasta que llegamos a su enorme departamento donde cada rincón podía conducir a la locura. Prendí el estéreo y puse una balada de Suzhou cantada por Xu Lixian, me desnudé y me dirigí al cuarto.

Él recordó de repente que en la heladera tenía mermelada de zarzamora, que me encantaba, me pidió que esperara y se dirigió a la cocina, oí un ruido de platos y regresó a la cama desnudo con un plato de mermelada y una cuchara de plata.

– Toma un bocado cariño -dijo él llevando la cuchara a mi boca.

Disfrutamos la maravillosa mermelada, un bocado uno, un bocado el otro y mirándonos intensamente, súbitamente estallamos en risas. Él se puso encima de mí y me acostó y como un cavernícola salvaje de las cuevas del Adriático, que ofrenda su cabeza, besaba mi vientre con su lengua fría y dulce.

– Tienes una cuca muy hermosa, de Berlín a Shangai no hay otra tan exquisita… -Con los ojos bien abiertos viendo sin mirar el techo, sentí cómo el placer de la carne me adormecía el cerebro, apagándome el juicio. "Premio por la mejor cuca…" suena muy bien, quizá más conmovedor para una mujer que "el premio a la mejor novela del año". Saboreaba un bocado de dulce y luego un bocado de mi cuerpo, parecía el jefe de una tribu caníbal. Cuando se irguió y me penetró inmediatamente perdí el control y exploté.

– ¿Te gustaría tener un hijo? -balbuceaba él irresponsable, embistiéndome. En ese instante el placer me invadió como si las montañas se desmoronaran y los mares se vaciaran, era como si estuviera haciendo el amor con todos los hombres del mundo.

XXVI A principios del verano

Estamos buscando algún signo,

pero nada se manifiesta.

Suzanne Vega

Felicidad, felicidad, ¿qué es la juventud?

Suede

El 8 de mayo, un avión de combate de los Estados Unidos bombardeó la embajada china en Yugoslavia. Tres bombas atravesaron cinco pisos hasta el sótano. Tres periodistas de Noticias de Referencia y del diario Claridad murieron en cumplimiento de su deber, además hubo más de veinte heridos. Ese día a las cinco de la tarde estudiantes de varias universidades de Shangai se reunieron fuera del consulado de Estados Unidos en la calle Urumuqi. Con pancartas en las manos gritaban: "Estamos en contra de la violencia de la superpotencia", "Apoyamos la soberanía y la paz". Huevos y botellas de agua mineral, como si tuvieran alas, entraron en el consulado, llegaron cada vez más estudiantes y la protesta duró hasta el día siguiente.