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Por la noche jugué al ajedrez con mi padre, mi madre recostada en la cama nos miraba de vez en cuando, hablamos un rato de cosas cotidianas y finalmente la conversación giró hacia mi matrimonio. No deseaba tocar ese tema, recogí las piezas de ajedrez, me bañé y fui a mi cuarto.

Le dije a Tiantian por teléfono que iba a quedarme allí una semana, y luego le conté el sueño que tuve en la tarde, y le pregunté qué significaba. Me dijo que yo presentía mi éxito pero al mismo tiempo estaba hundida en una inevitable angustia existencial.

– ¿De verdad? -pregunté escéptica.

– Puedes corroborarlo con Wu Dawei -me dijo.

Esa semana pasó rápidamente acompañando a mi madre a ver la tele, jugando a las cartas, comiendo todo tipo de guisos deliciosos como sopa de chauchas y raíz de loto, pastel de batatas y sésamo, tortas de nabo, etcétera. La noche antes de irme mi papá me llamó a su estudio y hablamos hasta muy tarde con el corazón en la mano.

– Recuerdo que de niña te gustaba salir sola, siempre te perdías, eres una chica a la que le gusta perderse -decía. Sentada en la mecedora frente a él fumaba:

– Sí, aún me pierdo muy seguido.

– A decir verdad, te gusta el peligro, te gustan los milagros. Nada de eso es un defecto de vida o muerte, pero muchas cosas no son tan fáciles como tú las imaginas. A los ojos de tus padres tú siempre serás una niña inocente…

– Pero… -traté de defenderme. Él movió la mano:

– No vamos a impedirte que hagas todo lo que piensas, porque no podemos… pero hay algo muy importante, no importa lo que hagas, siempre debes responsabilizarte de las consecuencias de tus hechos. La libertad de Sartre, de la que tanto hablas, es una "libertad de elección", "una libertad con condiciones".

– Estoy de acuerdo -expulsé una bocanada de humo, la ventana estaba abierta, el cuarto tenía un suave olor al lirio que estaba en el florero.

– Los padres siempre comprenden a sus hijos, no tienes que usar adjetivos como "convencionales" para descalificar a tus mayores.

– Tienes razón -dije con la boca pero no con el corazón.

– Eres muy emocional, cuando estás desesperada ves todo negro, cuando estás contenta, te alegras sin límite.

– Pero a decir verdad, me gusta como soy.

– La premisa para ser una gran escritora es abandonar la vanidad innecesaria y aprender a mantener la independencia del espíritu dentro de un ambiente superficial. No seas presumida con tu posición de escritora, tú primero eres una persona, una mujer y luego eres escritora.

– Por eso siempre me pongo vestidos escotados y sandalias y me voy a bailar, me encanta ser amiga de psicoanalistas, escuchar buena música, leer un buen libro, comer frutas ricas en vitaminas C y A y tomar pastillas de calcio, ser una mujer inteligente y sobresaliente. -Vendré seguido a verlos, lo prometo.

* * *

Connie nos invitó a Tiantian y a mí a cenar juntos y visitar su restaurante, cuya decoración casi estaba concluida.

Cenamos en una mesa de madera y rattan en la terraza. El Sol ya se había ocultado, pero el cielo aún estaba claro. Las ramas inclinadas y las hojas de los álamos y de las acacias flotaban sobre las cabezas. Los mozos ya contratados y en proceso de entrenamiento vestían uniforme negro y blanco, rápidamente subían las escaleras de mármol llevando uno por uno los platos hacia la terraza.

Connie parecía cansada, pero estaba como siempre muy arreglada. En la mano tenía un habano, le pidió al mozo recortarle la punta para verificar si el joven sabía cómo atender correctamente a los clientes a la hora de recortar la punta de los puros.

– Estoy contratando jovencitos sin ninguna experiencia, pero inteligentes y hábiles, no quiero que tengan ninguna mala costumbre y además quiero que aprendan rápido -decía.

Juan no estaba, había regresado temporalmente a España, la siguiente semana llegaría a Shangai junto con un cocinero, según lo que estimaban el restaurante se inauguraría formalmente a principios de junio.

Como ella nos había pedido previamente, nosotros trajimos una parte del manuscrito de mi novela y los dibujos de Tiantian correspondientes. Fumando, hojeó rápidamente los dibujos de Tiantian adulándolo sin parar.

– Mira estos colores tan diferentes y extraordinarios, mira estas líneas sorprendentes, desde siempre supe que mi hijo tenía talento. Mamá está muy contenta de ver estas pinturas ahora.

Tiantian no abría la boca, con la cabeza baja sólo se ocupaba en comer su bacalao horneado en papel. Abrió el papel encerado que estaba encima del plato, que había conservado íntegramente la blancura del pescado y el olor de las especias. La ventaja del horneado son el color y el olor.

– Gracias -dijo Tiantian mientras comía su pescado. Entre la madre y el hijo ya no había una oposición feroz, ni una suspicacia aguerrida, pero sí una velada precaución, la decepción y el sabor amargo aún estaban allí.

– En el segundo piso del restaurante hay dos paredes sin adornos, si Tiantian está de acuerdo, me gustaría que me ayude a pintar allí algo. ¿Qué te parece? -sugirió de pronto Connie. Miré a Tiantian:

– Tú puedes hacerlo muy bien -le dije.

Después de la cena Connie nos llevó al primer piso para ver los salones que se intercomunicaban, había allí bellas lámparas y sillas y mesas fabricadas en caoba. En dos salones privados había chimeneas empotradas de ladrillo rojo, revestidas con madera de color marrón, sobre las chimeneas había botellas de vino y de whisky.

La pared enfrente de la chimenea estaba vacía. Connie dijo:

– ¿Qué tipo de pintura podría ir aquí?

– ¿Matisse?, no, lo mejor sería Modigliani -dije yo. Tiantian asintió con la cabeza. -Sus pinturas poseen un atractivo sutil y una frialdad que provocan que la gente quiera estar cerca de ellas, pero jamás lo logran… mirar a Modigliani, tomando vino tinto y fumando al lado de la chimenea es como un viaje al paraíso.

– ¿Aceptas? -preguntó Connie sonriendo mientras miraba a su hijo.

– Siempre he usado tu dinero, como intercambio debería de hacer un trabajo para ti -le contestó el hijo a su madre.

Nos quedamos en el restaurante de Connie, escuchando música latina y bebiendo hasta tarde.

Tiantian, vestido de pantalón de trabajo y con un tarro lleno de pinceles y muchas pinturas, empezó a ir al restaurante de su madre a pintar los murales. Como era lejos, decidió dormir en el restaurante. Connie le preparó una cómoda habitación para que se quedara temporalmente.

Mientras tanto yo volví a sumergirme en el libro, escribiendo y desechando, buscaba un final apropiado para mi novela. Por las noches finalmente me sentaba frente a la computadora a leer y contestar los mensajes de mis amigos de todos lados. Fei Pingguo y el serbio Yisha estaban en pleno romance, habían ido a Hong Kong para asistir a un festival de cine homosexual, Fei tomó unas fotos y me las mandó por correo electrónico, estaba con unos amigos muy atractivos en la playa unos encima de los otros, desnudos de la cintura para arriba, en una especie de cóctel sexual, algunos tenían aretes en los pezones, el ombligo y la lengua. "Este mundo tan bello y tan loco", escribió con letra gruesa y grande. Shamir me escribió en inglés, decía que yo le había dejado una enorme impresión, como las acuarelas orientales, tierna y a su vez llena de locura inimaginable, que en un instante podía liberar sentimientos difíciles de describir con palabras, como la rosa de un jardín nocturno que florece y muere en un instante. Ella no podía olvidar ese aire misterioso y peligroso de mis labios, como de tempestad, como una corriente subterránea, como un pétalo.

Esa era la más desinhibida carta de amor que había recibido en toda mi vida, me producía un sentimiento extraño por el hecho de que venía de la pluma de una mujer.

La Araña me preguntaba si quería una página web, él estaba dispuesto a diseñármela, últimamente los negocios no iban tan bien, así que para no estar sentado en vano podría ayudarme. Madonna decía que escribir mensajes era mucho más cansador que hablar por teléfono, así que ése era su primer y último intento. Sólo quería decirme que la última fiesta había sido totalmente agradable y fresca, y que después había perdido su celular y quería saber si yo lo había visto.