Cuando el esperma, la saliva y el sudor colmaban cada uno de nuestros poros, agarrábamos el traje de baño, las antiparras y la tarjeta de huésped distinguido e íbamos a nadar al Hotel Ecuatorial. En la piscina no había casi nadie, nadábamos como dos peces extraños en el agua para allá y para acá. Nadábamos en la nada llena de luces anaranjadas, cuanto más cansados más hermosos, cuanto más viles más felices.
Regresábamos a la cama y la atracción sexual que había entre nosotros brotaba con una fuerza que sólo posee el Diablo, llegamos hasta el grado de que si Dios decía que eso era polvo, entonces queríamos retornar al polvo, si Dios decía que era el día del Juicio Final, entonces estábamos en el Día del Juicio. Su miembro parecía hecho de goma, todo el tiempo estaba erecto, no conocía la derrota, nunca decaía, hasta tal punto que me salió sangre de abajo, pensé que algunas células de mi vagina ya estaban muertas y se estaban desprendiendo.
La llamada de su esposa me salvó, se levantó tambaleándose de la cama y fue a contestar, Eva lo culpaba por teléfono de no contestar sus mensajes electrónicos.
Pensé, Dios, después de hacer aquello sin parar, ni siquiera tenemos fuerza para prender la computadora.
A Eva no le quedó más que llamar por teléfono para preguntarle a su esposo cuándo regresaría a casa. Hablaron en alemán sin que yo pudiera entender, gritaban un poco pero no peleaban.
Cuando él colgó y subió a la cama, le di una patada y cayó sentado al suelo.
– Me voy a volver loca, esto no está bien, algo va a salir mal -decía mientras me vestía toda aturdida. Abrazó mi pie, lo besó, entre los pañuelos desechables usados en el suelo encontró los cigarrillos, prendió uno y lo puso en su boca.
– Nosotros dos ya estamos locos desde que nos conocimos. ¿Sabes por qué estoy tan encantado contigo? Tú no eres fiel, pero al mismo tiempo eres totalmente confiable. Esos dos principios opuestos están unidos en tu persona.
– Gracias por decirlo así -dije desanimada mientras seguía vistiéndome, qué feo, parecía una muñeca varias veces violada, pero sólo con quitarme nuevamente la ropa la fascinación desconcertante reaparecería de inmediato en mi cuerpo.
– Me voy -dije en voz baja.
– Das miedo. -Me abrazaba con ternura.
– Sí -dije sintiéndome tan pero tan mal, ni el infierno podía ser peor, quería llorar, me odiaba a mí misma y a la vez me tenía lastima. Él me abrazaba, los vellos dorados de su cuerpo como innumerables tentáculos extendidos me consolaban.
– Tesoro, dulce, creo que estás muy cansada, mientras más consumes la energía de tu cuerpo, más amor generas, yo te amo.
No quería escuchar esas palabras, quería desaparecer como el viento, regresar a mi sitio original, tal vez ningún lugar me podía proporcionar seguridad, pero aún quería escabullirme como un ratón.
Los rayos del sol lastimaban los ojos como navajas resplandecientes, oía mi sangre correr por mi cuerpo, y de pronto enfrentada a la multitud en la calle no sabía qué hacer, no sabía qué fecha era, no sabía quién era yo.
XXVIII Las l ágrimas del amado
Todos los chistes, todas las caricaturas perdidas.
Allen Ginsberg
Después de eso, después que la noche oscura terminó, ya era demasiado tarde para rehusarse. Era demasiado tarde para dejar de amarte.
Marguerite Duras
Abrí la puerta de la casa, ante mí vacío y silencio. Una araña alegre corrió rápidamente desde la pared hasta el techo. En el departamento nada había cambiado, Tiantian no estaba, tal vez aún estaba en el restaurante, tal vez había regresado, no me encontró y se había ido de nuevo.
Ya me había dado cuenta de que mi repentina desaparición tal vez había sido un error mortal, era la primera vez que yo desaparecía sin ni siquiera arreglarme un poco, Tiantian de seguro me había hablado por teléfono, si se dio cuenta de que no estaba en casa… No tenía fuerzas para pensar en otra cosa, me bañé, me forcé a tomar dos tranquilizantes, y me fui a la cama.
Soñé con un enorme río caudaloso cuyas aguas amarillas daban miedo, no había puentes, sólo había una pequeña lancha de bambú en la que penetraba el agua, un anciano enojado, de barba blanca, se hacía cargo de la lanchita. Yo iba cruzando el río con una persona desconocida, cuya cara no podía ver. Cuando nos aproximamos a la mitad del río, nos alcanzó una enorme ola, grité fuerte, estaba empapada por el agua que nos azotaba, la persona desconocida me abrazó fuerte por la espalda, "No te preocupes" me dijo él o ella al oído, y luego con su cuerpo equilibró la lancha. Cuando el próximo peligro se aproximaba, el sueño terminó, el timbre del teléfono me despertó.
No quería contestar, el sueño que tuve me tenía fascinada, quién era la persona que junto conmigo cruzaba el río, hay un dicho antiguo que afirma: "Toma diez años compartir una barca y cien años compartir una almohada".
Mi corazón de pronto empezó a palpitar fuerte, finalmente contesté, era la voz de Connie, se oía muy preocupada, me preguntó si sabía dónde estaba Tiantian. La cabeza me empezó a doler bestialmente.
– No, yo tampoco sé.
Odiaba el tono hipócrita de mi voz, si Connie supiera dónde fui y qué hice en estos días, tal vez ya nunca me dirigiría la palabra y hasta buscaría a alguien para matarme. Si ella de verdad había asesinado a su ex marido en España, si de verdad tenía un corazón envenenado pero repleto de hormonas maternas, entonces debía saber que su hijo único, por quien ella se preocupa tanto, había sido traicionado y engañado por la mujer que más amaba.
– Llamé varias veces y nadie respondió, temí que los dos hubieran desaparecido. -Sus palabras tenían algo de cierto, pero me hice la que no entendía su significado.
– Estos días estuve en casa de mis padres.
Ella suspiró:
– ¿El pie de tu madre está mejor?
– Gracias, ya está bien. -Cambié de tema y le pregunté: -¿Tiantian no ha estado pintando en el restaurante?
– Antes de terminar lo poco que le faltaba se fue.
Pensé que había regresado a casa. ¿No le habrá pasado algo? -dijo angustiada.
– No creo, tal vez fue a casa de algunos amigos, inmediatamente llamaré por teléfono para preguntar. -Primero pensé en Madonna, la llamé por teléfono y oí su voz ronca, Tiantian obviamente estaba allí.
– Dice que aún quiere quedarse aquí unos días. -La voz de Madonna escondía algo, ¿Tiantian no quería volver a casa? ¿No quería verme? Porque yo había desaparecido varios días sin decirle nada, tal vez habló a casa de mis padres, en cuyo caso mis mentiras no tenían lugar.
Nerviosamente caminé en círculos por el cuarto, me fumé varios cigarrillos y finalmente decidí ir a casa de Madonna. Tenía que ver a Tiantian.
Me senté en el taxi, mi cabeza estaba hueca, tejí ciento una razones para absolverme, todas eran insostenibles. Quién iba a creer que desaparecí de pronto para asistir a la boda de una compañera de universidad que ahora está en Guangzhou, o que fui secuestrada por un enmascarado que tocó a la puerta.
Por eso, ya no planeaba mentir, le diría lo que había hecho estos días. No podía enfrentar su mirada inocente como la de un bebé, no podía mentirle a un genio que además estaba enamorado como un loco. No podía pisotear de esa manera su nobleza. Al decirle la verdad como ya lo había aceptado, tenía que estar preparada para lo peor, en unos cuantos días perdería al mismo tiempo a los dos hombres inolvidables de mi vida.
Siempre violo los compromisos, rompo las promesas y miento. Además veo el amor y la realidad con demasiado sentido poético, creo que ninguna universitaria de este mundo está peor que yo, el rector de la Universidad Fudan debería anular mi diploma, el presidente de la Asociación de la Fantasía debería decir mi epitafio, mientras Dios se ríe y se corta las uñas.