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La camiseta conservaba su olor, hundía mi cara en ella, y ese olor conocido me hacía recordar la felicidad perdida.

Ese fin de semana, una tarde caminé largo rato, atravesé la calle Hengshan llena de árboles fénix y entré a ese callejón lleno de recuerdos.

El restaurante español de Connie estaba ante mis ojos, luminoso y lleno de flores. Por la ventana veía las siluetas ir y venir. Me acerqué más y pude oír canciones latinas de amor seguidas de aplausos corteses.

Subí las escaleras y pregunté a un empleado dónde podía encontrar a Connie. Me guió a través de un largo pasillo, entre un grupo de gente parada vi a la impecablemente arreglada Connie, llevaba un vestido de noche con los hombros descubiertos, tenía el pelo recogido en un rodete, y los labios cubiertos con una gruesa capa de pintura. Se veía muy atractiva e inteligente, como una elegante grulla.

Una pareja de latinos vestidos de negro y perlas bailaban un ritmo latino. Eran jóvenes y bellos, el hombre sostenía muy elegantemente la pierna de la mujer mientras daban una serie de vueltas. Connie al terminar de hablar con un caballero de cabellos blancos se dio vuelta y me vio. Caminó hacia mí.

– Querida, ¿cómo estás? -me dijo mientras me abrazaba. Sonreí asintiendo con la cabeza:

– Estás bella, eternamente bella -dije y luego saqué la llave de mi bolsillo y se la di. Ya le había dicho por teléfono cuáles eran mis planes.

Mirando la llave permaneció en silencio un buen rato y luego la tomó:

– Hasta hoy no comprendo… ¿cómo pudo pasar todo eso? ¿Qué cosa tan terrible pude haber hecho yo, qué culpa tendré para que Dios me castigara de esa manera?… OK, olvida eso, tú eres una chica inteligente, cuídate. -Nos besamos para despedirnos, Juan también se acercó y me abrazó.

– Adiós. -Les hice un signo de despedida con la mano y salí rápidamente. La música y las danzas seguían pero nada tenían que ver conmigo.

Al llegar al jardín de la planta baja, justo después de salir por la puerta me topé con una anciana, de cabellos blancos, piel pálida, con lentes, parecía la esposa de algún profesor.

– Disculpe -le dije, pero ella no me hizo caso, se dirigió directamente hacia la puerta de hierro del restaurante.

Cuando el portero la vio inmediatamente cerró la puerta de hierro forjado. La anciana empujaba con todas sus fuerzas, al no poder abrirla empezó a gritar e insultar:

– Zorra, bruja, hace diez años mataste a mi hijo, no te bastó, luego mataste a mi nieto, tu corazón es negro, te maldigo, cuando salgas por esa puerta ojalá te atropelle un auto.

Su voz era muy ronca, me quedé parada congelada a su lado, inmediatamente supe quién era esa anciana enojada y desilusionada. Era la primera vez que la veía.

No había aparecido en el sepelio de Tiantian, seguramente porque Connie no lo hubiera permitido. Connie le tenía miedo, siempre se escondía pero ella pudo encontrarla.

El portero le aconsejaba con ternura:

– Abuela, has venido tantas veces, es muy cansador para alguien de tu edad, vete a casa y descansa.

– Agh -lo afrontó ella furiosa-. Nadie puede hacer que yo me enferme, ella cree que con unos cuantos miles de yuanes que me ofreció me voy a olvidar de todo… Quiero una explicación. -Empezó a empujar la puerta de nuevo. Me apresuré y la agarré de los brazos. Con tono suave le dije:

– Abuela, la llevo a casa, pronto va a llover.

Suspicaz me miró y luego miró al cielo. En el cielo había una nube espesa que se veía morada por las luces de la ciudad.

– ¿Quién eres tú? -dijo en voz baja.

Asustada pensé un rato, una sensación de oscuridad tierna y amarga me envolvió, de pronto no supe qué contestarle a esta anciana cansada y desamparada.

– Sí, ¿quien soy?, ¿quién soy yo?

Primer manuscrito, 20 de junio de 1999

Segundo manuscrito, 15 de julio de 1999

Ep ílogo

Esta es mi primera novela larga. La escribí entre la primavera y el otoño. Es un poco confusa, mi estado de ánimo no era muy estable. Cuando tecleé la última palabra en la computadora, recibí una llamada de larga distancia. Al escuchar "Hello!" al otro lado de la línea, estuve un rato sin reaccionar. Los rayos del sol que entraban por la ventana empezaban a palidecer, la viña escalaba por los balcones de la antigua construcción francesa, el niño del piso de abajo practicaba piano, tocaba Para Elisa. Apagué el cigarrillo en el cenicero y en el auricular dije en alemán: "Te amo".

Sí, casi en todas mis novelas he dicho "te amo", alguna vez lo he dicho con ternura y elegancia, otras veces con locura y desesperación, y otras con aplomo sin que me importen las consecuencias, o con cobardía y temor. Sea como sea lo he dicho, y los lectores me han dicho que les gusta, que les gusta mucho.

Se puede decir que esta es una novela semiautobiográfica. Mientras las palabras fluían quería esconderme, pintarme mejor de lo que soy, pero me di cuenta de que es muy difícil. No puedo traicionar mi filosofía de la vida, que es sencilla y auténtica, no puedo tapar el estremecimiento, el dolor, la pasión que me invade de pies a cabeza. Aunque muchas veces recibo a regañadientes lo que el destino me depara (el destino muchas veces me las cobra), yo sigo siendo una chica fatalista, contradictoria, difícil de comprender.

Por eso escribí todo lo que quise expresar, no pienso defenderme.

No sé cuál va a ser el destino de esta novela, lo que sí sé es que ya terminada saldrá de mi campo visual, de mi control. Caerá en tus manos y a través de ella la escritora se comunicará, se desahogará contigo.

Estoy inmensamente feliz por poder publicarla antes del año 2000, antes de cumplir veintisiete años, eso para mí tiene un significado especial, es un recuerdo, es un comienzo, es un motivo para que pueda preservar la curiosidad y el amor hacia el mundo.

Quiero agradecer a todos los que me animaron y me apoyaron, a todos mis amigos de los que tengo hermosos recuerdos, a mis maestros y a mis padres.

También quiero agradecer al departamento editorial de la colección Bulaohu. Hacía mucho calor en Pekín el día que llegué a entregar el manuscrito. Estaba muy cansada, el taxista corría distraído por la autopista mientras nos llevaba a mi amiga y a mí. Abrí la puerta de la editorial y vi al señor Bai Ye, entramos, nos sentamos y puse mi ordenado manuscrito sobre el ancho y limpio escritorio.

20 de Julio de 1999

Wei Hui

Wei Hui nació en 1973 en una pequeña isla de costa Este de China. Shangai Baby, su primera novela, fue prohibida por las autoridades chinas, acusada de "decadente, viciosa y esclava de la cultura occidental", y se quemaron públicamente 40.000 ejemplares. Esto no hizo más que disparar la venta en el mercado negro, con más de dos millones y medio de ejemplares piratas vendidos hasta hoy. Todo ello centró la atención internacional sobre Shangai Baby, que se ha traducido ya a veinticuatro idiomas.

Wei Hui vive con su madre en Shangai. Se ve a sí misma como una nueva definición de lo que significa ser una mujer china en el siglo XXI.

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