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Le rogaba, lo amenazaba, tiraba cosas, me iba de la casa, nada de eso servía, él con una eterna sonrisa de culpa e inocencia me decía: "Cocó, no importa lo que me hagas, yo nunca te culparé, te amo, Cocó, recuérdalo, no olvides eso".

Finalmente, un día rompí la promesa que le había hecho y le conté a Connie toda la situación de Tiantian. Le dije por teléfono que estaba muy asustada, que Tiantian estaba al borde del desastre, que en cualquier momento podía perderlo.

Poco después de colgar, pálida, Connie llegó a nuestra casa.

– Tiantian. -Intentó sonreírle con ternura. Pero las arrugas apiladas en su cara delataban su tristeza, se veía vieja. En seguida se reveló:

– Mamá te ruega, mamá sabe que en esta vida cometió muchos errores, lo que nunca debí hacer es separarme de ti diez años, tanto tiempo lejos de ti, mamá es una madre egoísta… Pero ahora estamos juntos nuevamente, podemos empezar de nuevo, dale a mamá y a ti mismo otra oportunidad ¿sí? Verte así es peor que la muerte…

Tiantian volteó la mirada desde la pantalla de la televisión y miró a su madre con la cara descompuesta sentada en el sofá:

– Por favor, no llores -dijo con compasión-, si esos diez años pudiste vivir feliz, después también podrás ser feliz, yo no soy un problema fatal en tu vida, no soy obstáculo ni sombra para tu felicidad. Deseo que siempre seas bella, rica, segura. Tú lograrás lo que tú quieras.

Pasmada, Connie se tapó la nariz con las manos como si no entendiera las palabras de Tiantian. Un hijo inesperadamente hablándole así a su madre. Nuevamente empezó a llorar.

– No llores, así te vas a poner vieja, además no me gusta oír a la gente llorar, yo así estoy muy bien.

Se levantó y apagó la televisión. Todo el tiempo había estado viendo un programa científico. Una pareja francesa había dedicado su vida entera al estudio de los volcanes del mundo. Ese año, en el verano, durante el estudio de un volcán en Japón la lava feroz del volcán se los tragó. Esa espantosa lava roja se encrespaba, rugía, mientras se oía de los labios de los científicos muertos: "Nosotros estamos enamorados de los volcanes. Ese torrente que arde parece sangre fresca que sale del corazón de la tierra, en las profundidades de la tierra hay vida que sacude, que explota, y si un día nos entierra será de un gozo indescriptible". Al final del programa fueron presas de sus propias palabras, los dos murieron entre la lava ardiente como la sangre.

Tiantian murmuraba para sí:

– Adivinen ¿qué sentían estos franceses antes de morir? Seguro que estaban muy contentos -dijo en un tono como en sueños, respondiéndose a sí mismo. Hasta hoy no considero que la muerte de Tiantian tuviera algo en común con la muerte de esos vulcanólogos, pero al mismo tiempo estoy segura de que a él se lo llevó una fuerza inexplicable, irresistible, como la explosión de un volcán. Si la misma tierra, sin ningún control humano, escupe rabia y sangre mortal súbitamente, por qué no puede el hombre destruirse, aniquilarse a sí mismo para enfrentar el materialismo, para enfrentar la descomposición del alma.

Sí, no se puede evitar, no se puede comprender. Aunque tú agotes tus lágrimas por la partida del amor de tu vida, tu amado no regresará, se ha ido llevándose consigo tu memoria hecha pedazos, hecha cenizas, y dejando detrás un alma, sola.

XXX Adi ós, amante de Berlín

Ellos atraviesan tu tristeza, te dejan impasible,

y se sientan en medio de tus recuerdos.

Dan Fogelberg

Ese verano fue tan difícil.

Mark buscó la manera de prolongar su estancia pero finalmente se fue de Shangai. Nos vimos por última vez la noche que él regresó de su viaje al Tíbet. Fuimos al buffet del restaurante giratorio del último piso en el nuevo hotel Jinjiang. Elegimos ese lugar suspendido en el espacio porque Mark quería ver por última vez desde lo alto las luces, las calles, las torres de Shangai, la gente caminar en la noche, respirar una vez más antes de irse la atmósfera misteriosa y frágil de Shangai. Al siguiente día a las 9:35 abordaría el avión a Berlín para regresar a su casa.

No teníamos apetito y ambos nos sentíamos fatigados.

Se había bronceado mucho, parecía un mulato de África, durante el viaje al Tíbet tuvo fiebre muy alta, por poco se muere. Me dijo que me había traído de Tíbet un regalo pero que no lo tenía consigo, así que no me lo podía dar en ese momento. Por supuesto le dije "Iré a tu casa" porque los dos sabíamos que después de la cena lo más natural era hacer el amor por última vez.

Sonrió tiernamente:

– Dos semanas sin verte y adelgazaste tanto.

– ¿De verdad? -palpé mi cara-, ¿de verdad estoy tan flaca?

Giré mi cara hacia los ventanales, al principio la ventana daba al hotel Huayuan, después de girar una vuelta nuevamente miraba hacía el mismo lugar, y la estructura del hotel, de forma un poco curva, parecía un ovni venido de lejos.

– Mi novio está de nuevo en la droga. Al parecer tomó la decisión de que finalmente lo pierda uno de estos días -dije en voz baja observando los ojos azules como el Danubio de Mark-. ¿En qué me equivoqué para que Dios me castigue de esta manera?

– No, tu no has hecho nada malo -dijo afirmándolo con gran seguridad.

– Tal vez no debí haberte conocido, no debí ir a tu casa ni a tu cama -reí un tanto irónica-. Esta vez para salir a verte también mentí. Aunque él puede adivinarlo, sin embargo yo nunca seré sincera con él, romper eso sería muy fácil, pero sería tan vergonzoso -dije y me quedé en silencio.

– Pero nos entendemos tan bien, estamos obsesionados el uno por el otro.

– Está bien, no hablemos de eso, vamos a vaciar estas copas. -Terminamos de un sorbo el vino, el alcohol es maravilloso, te calienta el vientre, elimina el frío de tu sangre, te acompaña a todos lados. Flores frescas, mujeres bellas, cubiertos de plata, sabores y olores agradables envolvían a cada uno de los comensales, la orquesta tocaba la música de Titanic, la canción de antes de que el barco se hundiera, pero ese enorme barco nuestro flotando en el aire no se hundiría.

Esta ciudad nunca se va a hundir porque le pertenece a los placeres de la noche.

Sentados en el auto que casi volaba, paseamos por Shangai, sus calles repletas de árboles fénix y hojas verdes, luces brillantes, cafeterías encantadoras, restaurantes elegantes, edificios tan hermosos que cortan la respiración. En el camino nos besábamos, él manejaba rápido y peligrosamente, en el límite de la excitación, obsesionados, sin parar hasta lograr la máxima satisfacción, parecíamos bailar en el filo de la navaja, el dolor y el placer juntos.

En el cruce de las calles Wuyuan y Yongfu nos paró una patrulla:

– Esta calle es de un solo sentido, no pueden manejar en sentido contrario ¿sabían? -dijo alguien con brusquedad.

Luego se dieron cuenta que olíamos a alcohoclass="underline"

– Ah, además manejan borrachos -Mark y yo pretendimos no entender ni una palabra de chino, bromeábamos con ellos en inglés, entró una llamada al celular, luego alguien dijo:

– Nike, ¡así que eres tú!

Un poco aturdida, saqué la cabeza por la ventanilla y después de mirar un buen rato me di cuenta de que era Ma Jianjun, uno de los ex novios de Madonna. Le mandé un beso:

– Hello-yo seguía hablando en inglés, luego vi a Ma Jianjun hablar con el otro policía, casi oí lo que decían:

– Vamos a dejarlos, esos dos acaban de regresar del extranjero, no entienden las reglas de aquí, además la chica es amiga de mi amiga…

El otro policía también murmuró algo que no pude oír. Finalmente Mark les dio un billete de cien yuanes para pagar la multa, Ma Jianjun me dijo al oído:

– Sólo puedo ayudar hasta aquí, los cien yuanes son apenas la mitad de la multa, les hice un descuento.