Tracy se situó en un asiento junto al pasillo de primera clase. Estaba radiante. En pocas horas se reuniría con Jeff y se casarían en Brasil. Basta de aventuras -se dijo-. Ya no las necesito. La vida será suficientemente atractiva al lado de Jeff Stevens.
– Con permiso -dijo una voz por encima de su cabeza.
Tracy levantó lo ojos. Un hombre rollizo y de rostro disipado estaba de pie junto a ella y señalaba el asiento de la ventanilla.
– Ése es mi asiento, nena.
Tracy corrió las piernas para dejarlo pasar. Al moverse se le subió la falda, y el sujeto alzó las cejas admirativamente.
– Precioso día para volar, ¿eh? -comentó.
Tracy hizo un gesto de asentimiento y desvió la mirada. No tenía interés en conversar con un extraño.
Prefería pensar en su futuro. Nos espera una vida totalmente nueva. Seremos ciudadanos modelos. Los superrespetables Jeff Stevens y su mujer.
Su vecino de asiento le rozó el antebrazo y le tendió la mano.
– Ya que vamos a ser compañeros de viaje, jovencita, sugiero que nos presentemos. Me llamo Maximilian Pierpont. ¿Y usted?
Sidney Sheldon