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– Las clases de piano. ¿Tienen algo que ver con la codificación del disco?

– No lo sé, quizá.

– Lo siento. Sigue.

– Al parecer, el cargo del padre en el Ejército Imperial, así como el linaje que se remontaba a los samuráis influyeron en la política del hijo. Convicción era una plataforma para las ideas de derechas de Yamaoto. Obtuvo un escaño en Nagano-ken en 1985, pero lo perdió en las siguientes elecciones.

– Sí, en Japón no te eligen por las ideas -dije-. Los fondos estatales mandan.

– Ésa fue la lección que Yamaoto aprendió tras la derrota. Después de que le eligieran empleó todo su tiempo y capital político abogando por la abolición del artículo nueve de la Constitución, para que así Japón se hiciera cargo de su Ejército y expulsara a EEUU del país y enseñara sintoísmo en los colegios, lo típico. Pero tras la derrota volvió a presentarse a las elecciones, aunque esa vez se centró en las carreteras y los puentes que construiría para sus electores, las subvenciones y aranceles del arroz que impondría. Un político muy diferente. Aparcó todo el componente nacionalista. Recuperó el escaño en 1987 y lo conserva hasta el día de hoy.

»Pero Convicción es un actor marginal. El PLD ni siquiera se ha planteado formar una coalición con el partido. No creo que nadie sepa quiénes son fuera de Nagano-ken.

»Sin embargo, Yamaoto tiene algunas cosas a su favor. Una, Convicción cuenta con muchos fondos. Ése es el legado de su padre. Dos, sabe repartir los fondos estatales. En Nagano hay varias zonas agrícolas, y Yamaoto concede subvenciones de forma constante y se opone férreamente a que Japón baje la guardia y permita la importación de arroz. Y tres, la comunidad sintoísta le apoya en gran medida.

«Sintoísmo», me dije. El sintoísmo es una religión amante de la naturaleza que los nacionalistas japoneses transformaron en una ideología de lo japonés antes de la guerra. A diferencia del cristianismo y el budismo, el sintoísmo es propio de Japón y no se practica en ningún otro lugar. En todo aquello había algo que me inquietaba, algo que debería haber sabido. Entonces caí en la cuenta.

– Así es como averiguaron dónde vivo -dije-. No me extraña que haya estado viendo sacerdotes pidiendo limosna frente a las estaciones en el Mita-sen. Me cercaron con vigilancia estática, dieron con el rastro hasta mi barrio paso a paso. Maldita sea, ¿cómo es posible que no me diera cuenta? El otro día estuve a punto de darle cien yenes a uno de ellos.

Harry parecía preocupado.

– ¿Cómo sabían que debían centrarse en la línea de Mita?

– Seguramente no lo sabían, eso está claro. Pero con un poco de suerte y casualidad, un expediente que Holtzer les hubiera facilitado, quizá algunas fotografías de la época militar, así sería posible. Si me identificaron en el Kodokan quizá supusieran que no vivía demasiado lejos. Y sólo hay tres líneas ferroviarias con paradas que estén a una distancia razonable del edificio, por lo que lo único que tenían que hacer era ubicar personal suficiente en lugares suficientes durante el tiempo suficiente. Mierda, me trincaron bien trincado.

Tuve que admitir que habían hecho un buen trabajo. La vigilancia estática es casi imposible de detectar. A diferencia de la variante en movimiento, no puedes lograr que la persona que está detrás de ti haga algo raro para delatarse. Es como la defensa en zona en el baloncesto: da igual dónde vaya el tipo con la pelota porque siempre habrá otro tipo en la siguiente zona para detenerle. Si se colocan suficientes personas en un lugar, el resultado es infalible.

– ¿En qué se basa la relación con el sintoísmo? -pregunté.

– El sintoísmo es una organización inmensa, con sacerdotes a cargo de lugares santos a nivel local, nacional e incluso en los barrios. Como resultado, los santuarios reciben muchas donaciones y están bien financiados, por lo que pueden influir en los políticos que apoyan. Y Yamaoto quiere que el sintoísmo desempeñe un papel mucho más importante en Japón, lo cual significa un mayor poder para los sacerdotes.

– O sea, que los santuarios forman parte de sus fondos, ¿no?

– Sí, pero eso no es todo. El sintoísmo forma parte del programa de Convicción. El partido quiere que se enseñe en los colegios; quiere formar una coalición anticrimen entre la policía y los santuarios de la zona. No olvides que el sintoísmo era un elemento clave del nacionalismo japonés de antes de la guerra. Es algo que sólo ha sucedido en Japón y puede emplearse con facilidad, como ya ha sucedido, para fomentar el culto xenófobo del Yamato Gokoro, el alma japonesa; y está aumentando en Japón en la actualidad, aunque fuera del país mucha gente no lo sabe.

– Has dicho que la sede está en Shibakoen -dije.

– Exacto.

– Vale. Mientras intentas saltarte el entramado necesitaré equipo de vigilancia, infrarrojos, láser y vídeo. También un micro por si puedo entrar. Quiero escuchar a nuestros amigos de Convicción.

– ¿Por qué?

– Necesito más información. ¿De quién era el disco? ¿Quién quiere recuperarlo? ¿Por qué? Sin esa información no me será fácil protegerme. Ni a Midori.

– Necesitarás acercarte bastante al edificio para usar ese equipo, por no hablar del micro. Será peligroso. ¿Por qué no me das un poco de tiempo para que descifre el entramado? Quizá todo lo que necesitas está ahí.

– No tengo tiempo. Tal vez tardes una semana en saltarte el código o quizá te sea imposible. Mientras tanto, me persiguen la Agencia, la yakuza y un ejército de sacerdotes sintoístas. Saben dónde vivo, me han descubierto. El tiempo se me acaba… tengo que resolver esto lo antes posible.

– Bueno, ¿y por qué no te largas del país? Al menos hasta que haya descifrado el entramado. ¿Qué te retiene aquí?

– Tengo que cuidar de Midori y ella no puede marcharse. No creo que sea buena idea que viaje con su pasaporte y dudo mucho que tenga documentos falsos a mano.

Asintió como si comprendiese y luego me miró de hito en hito.

– ¿Hay algo entre vosotros dos?

No repliqué.

– Lo sabía -dijo, enrojeciendo.

– Debería haberme imaginado que no podría engañarte.

Negó con la cabeza.

– ¿Por eso no quieres que ella me ayude a descifrar el entramado?

– ¿Tan transparente soy?

– Normalmente, no.

– Vale, se lo pediré -dije al ver que no me quedaba otra alternativa.

– Su ayuda me vendría bien.

– Lo sé. No te preocupes. No confiaba en que fueras capaz de descifrar algo tan complejo sin su ayuda.

Durante unos instantes adoptó una expresión de indignación. Entonces vio que yo sonreía.

– Esta vez te he pillado -dije.

Diecisiete

Harry me alquiló una camioneta en Roppongi usando una identificación falsa por si acaso, mientras le esperaba en su apartamento para así exponerme lo menos posible. Su apartamento es un lugar extraño, abarrotado de equipos electrónicos misteriosos, pero nada que le aporte comodidades para vivir. Hacía varios años me había contado que había leído que la policía había atrapado a varias personas que cultivaban marihuana en una zona cubierta controlando las facturas de la luz; al parecer, los equipos hidropónicos consumen mucha más electricidad de la normal, y Harry cree que su firma eléctrica podría alertar a la policía. Así que no emplea aparatos eléctricos que no sean absolutamente necesarios: categoría que en el mundo de Harry no incluye la nevera, la calefacción ni el aire acondicionado.