22.00 Me pongo el pijama. Un día de éstos tendré que lavarlo. Me meto en la cama y leo Deliciosamente boba, una comedia satírica en tres actos y cinco cuadros. Una mujer siempre se sale con la suya si sabe aplicarse el colorete donde debe. Quizá no he entendido bien el argumento. Estoy un poco distraído por las emociones del día. Rezo mis oraciones y me duermo. Todavía sin noticias de Gurb.
01.30 Me despierta un ruido tremebundo. Hace millones de años (o más) la Tierra se formó a base de horrorosos cataclismos: los océanos embravecidos arrasaban las costas, sepultaban islas mientras cordilleras gigantescas se venían abajo y volcanes en erupción engendraban nuevas montañas; seísmos desplazaban continentes. Para recordar este fenómeno, el Ayuntamiento envía todas las noches unos aparatos, denominados camiones de recogida de basuras, que reproducen bajo las ventanas de los ciudadanos aquel fragor telúrico. Me levanto, hago pis, bebo un vasito de agua y me vuelvo a dormir.
DÍA 20
07.00 Me peso en la báscula del cuarto de baño. 3 kilos, 800 gramos. Si tenemos en cuenta que soy intelecto puro, es una barbaridad. Decido hacer ejercicio cada mañana.
07.30 Salgo a la calle dispuesto a correr seis millas. Mañana, siete; pasado, ocho, y así sucesivamente.
07.32 Paso por delante de una panadería. Me compro una coca de piñones y me la voy comiendo mientras regreso a casa. Que corra otro.
07.35 Al entrar en el edifico encuentro a la portera barriendo el portal. Inicio con la portera una conversación aparentemente trivial, pero cargada de malévolas intenciones de mi parte. Hablamos del tiempo. Lo encontramos un poco caluroso.
07.40 Hablamos de lo mal que está el tráfico. Hacemos hincapié en lo ruidosas que son las motos.
07.50 Hablamos de lo caro que está todo. Comparamos los precios de hoy con los de antaño.
08.10 Hablamos de la juventud. Condenamos su falta de entusiasmo por las cosas.
08.25 Hablamos de la droga. Pedimos la pena de muerte para quien la vende y para quien la compra.
08.50 Hablamos de los vecinos del inmueble (¡caliente!, ¡caliente!).
09.00 Hablamos de Leibniz y del nuevo sistema de la naturaleza y de la comunicación de las sustancias (¡frío!, ¡frío!).
09.30 Hablamos de mi vecina (¡ya era hora, coño!). La portera dice que ella (mi vecina) es buena persona y que paga religiosamente a la comunidad de vecinos la cuota trimestral que le corresponde, pero que no asiste (mi vecina) a las reuniones de vecinos con la asiduidad que debería. Le pregunto si está casada (mi vecina) y me responde (la portera) que no. Pregunto si debo inferir de ello que (mi vecina) tuvo el hijo fuera del vínculo. No: estuvo casada (mi vecino) con un fulano que no servía para nada, según ella (la portera), del cual se separó (mi vecina) hará cosa de un par de años. Él (fulano) se hace cargo del niño (de mi vecina, y también del fulano) los fines de semana. El juez le condenó (al fulano) a pasarle (a mi vecina) un dinero al mes, pero a ella (a la portera) le parece que no lo hace (el fulano), al menos, no con la asiduidad que debería. A ella (a mi vecina), añade (la portera) no se le conocen novios, ni siquiera acompañantes ocasionales. Seguramente quedó escarmentada (mi vecina), opina ella (la portera). Aunque esto, en el fondo, le trae sin cuidado (a la portera), agrega (la portera). Por ella (por la portera), que cada cual se lo monte como quiera, mientras no haya escándalo. Eso sí, dentro de su casa (de la casa de mi vecina). Y sin hacer ruido. Y no más tarde de las once, que es cuando elle (la portera) se va a dormir. Le quito la escoba y se la rompo en la cabeza.
10.30 Subo a mi piso. Decido adoptar la apariencia D’Alembert y visitar a la señora Mercedes en el hospital donde se repone, si Dios quiere, de la operación a la que fue sometida-
10.50 Me persono en el hospital. Es un edificio algo feo y muy poco acogedor. Sin embargo, la gente acude a él en muchedumbre, y algunos hasta se dan buena prisa por llegar.
10.52 En el mostrador que hay en el vestíbulo para informar a los visitantes pregunto en qué habitación se encuentra la señora Mercedes y su acompañante, el señor Joaquín. Ambos se encuentran en la habitación 602.
10.55 Deambulo por el sexto piso en busca de la habitación 602.
10.59 Doy con la habitación 602, toco con los nudillos y la voz del señor Joaquín me autoriza a pasar. Así lo hago.
11.00 La señora Mercedes está acostada, pero despierta y con buen aspecto. Me intereso por su salud y me informa de que se encuentra débil, pero animada. Esta mañana se ha tomado un tazón de manzanilla, me dice. Le doy el regalo que le he traído: un tren eléctrico. Le digo que si mañana sigue con vida, le traeré el desvío y el paso a nivel.
11.07 El señor Joaquín, que ha pasado mala noche, está alicaído. Afirma que tanto él como su esposa, la señora Mercedes, están llegando a una edad en la cual conviene tomarse las cosas con calma. El arrechucho de la señora Mercedes ha sido un aviso, dice. Durante la noche ha estado reflexionando, dice, y ha pensado que tal vez debieran dedicar los años de vida que aún les queden a descansar, a viajar y a darse algunos gustos. También ha pensado, agrega, que tal vez haya llegado la hora de traspasar el bar. El negocio es próspero, pero da muchos quebraderos de cabeza y necesita una persona joven al frente (del negocio), dice. También ha pensado, agrega, que tal vez a mí podría interesarme el bar. El señor Joaquín ha creído advertir que estoy dotado para la hostelería y que el trabajo me gusta.
11.10 Pese a su debilidad, la señora Mercedes afirma estar de acuerdo en lo que acaba de decir su marido. Ambos desean saber qué opino yo al respecto.
11.12 Mi primera reacción es favorable. Me considero capacitado para regentar un bar e incluso creo que podría aportar al negocio algunas ideas innovadoras y hasta audaces. Por ejemplo, creo que se podría ampliar el local comprando el inmueble colindante (la fábrica de automóviles Volkswagen) e instalar allí una churrería. El señor Joaquín me interrumpe para decir que no debo precipitarme. En realidad, dice, se trataba tan sólo de una idea. Hay que dejarla madurar, agrega. Por ahora, añade, lo mejor será que me vaya, porque la operación de la señora Mercedes ha sido un palo para la señora Mercedes. Le conviene descansar. Me voy, no sin prometer a ambos que mañana volveré para seguir perfilando el tema.