– Aquí dice que la campaña de intoxicación informativa mundial generada por el gobierno de Estados Unidos…
– Hijo -lo interrumpió él-, los estadounidenses llevan toda la vida manejando a la opinión pública, así que eso no es nuevo, aunque ahora encima les dé por anunciarlo.
– Entonces, ¿cómo sabemos que lo que leemos es cierto?
– No lo sabemos.
Hubo un murmullo de perplejidad.
– Siempre nos está diciendo que nos debemos al público, que tenemos que ser honrados…
– Introduce un simple granito de arena en una máquina y acabarás rompiéndola. Lanza un rumor, por minúsculo que sea, y puede llegar a desencadenar un escándalo. Ese es el poder de la prensa. Por desgracia, en ocasiones, una mentira repetida diez, mil veces, llega a convertirse en una verdad. Por esta razón hablamos de honradez. Tú mismo puedes caer en la trampa. Puedes estar seguro de lo que escribes sin saber que alguien lo ha orquestado todo antes. De ahí que la misión del buen reportero sea investigar, investigar e investigar. Y no publicar nada de lo que no esté seguro al cien por cien, aunque eso sea muchas veces imposible, por falta de medios, tiempo… Hay que ser valientes, pero también dudar de todo. ¿Creéis que hay verdades absolutas?
– Este avión se ha caído. Eso es una verdad absoluta -dijo Julia mientras señalaba el periódico.
– Esa es la verdad más absoluta -reconoció él-. Pero de los tres grandes interrogantes conocemos solo dos, el qué y el cuándo, no el cómo. A partir de eso…
Hubo un silencio general hasta que el propio profesor retomó la palabra.
– Veréis, actualmente hay un teatro de la humillación representado por la televisión y, en menor medida, por la radio. Es una reflexión constante sobre el desprecio de uno mismo. Tele-realidad, lo llaman. Pero, a escala global, existe una falsa realidad dirigida y orquestada por los grupos de presión, las grandes multinacionales y los servicios secretos de cada país; y otra realidad que ni siquiera es falsa o verdadera, sino creada, recreada, manipulada e impuesta desde la Casa Blanca como árbitro del mundo. Todo, y cuando digo todo, digo todo, tiene una doble lectura, lo que se ve y lo que se esconde, lo que es y lo que no es. ¿Cómo diferenciarlo? Es muy difícil, a no ser que nos metamos de cabeza en ello. Se dice que lo que no sale por la tele no existe. Yo digo que lo que no se publica no ha sucedido. Pero aunque haya sucedido y se publique, el árbol de la noticia suele tapar el bosque de la gran verdad.
Algunos anotaron estas últimas frases. Benigno Massagué hizo una pausa dramática, muy en su papel de director de aquella orquesta formada por todos ellos, y eligió aquel momento para anunciar el objetivo de sus palabras.
– Esta Semana Santa vais a trabajar en esto -mostró una sonrisa de lo más sardónica-. No digo que no os toméis vacaciones ni nada de eso. Cada cual se lo puede montar como quiera. Pero dentro de diez días, cuando nos volvamos a ver, quiero que me traigáis vuestros trabajos, y me da igual cómo y cuándo los llevéis a cabo, ¿entendido?
Algunas caras mostraron estupefacción; otras, resignación; las menos tenían los ojos abiertos a la espera de algo interesante. Julia y Gil eran de estos últimos.
– El domingo quiero que todos compréis este periódico. ¡Todos el mismo! -lo dejó claro-. Escogeréis una noticia, la que os dé la gana, y la investigaréis a fondo. Si es internacional, os documentáis en hemerotecas, Internet, enciclopedias, etc. Si es local, podéis incluso hacer un trabajo de campo, in situ, entrevistando a personas relacionadas con el tema y desarrollando en todos los sentidos esa noticia. Tenéis toda la Semana Santa. ¿Que lo hacéis en un par de días? Pues vale. No importa el tiempo, sino el resultado. ¿Que os vais fuera? De acuerdo. Montáoslo como os venga en gana. ¿Que queréis iros al Camerún a seguir una pista, en plan detectives? Por mí, fantástico. Quiero un trabajo periodístico y de investigación sobre la noticia que escojáis. Quiero que le deis la vuelta y la desnudéis. Y no solo puntuará ese trabajo en sí, su calidad o densidad, sino también la originalidad, el contenido, la forma, el resultado de lo que investiguéis, la dificultad en la elección…, porque no es lo mismo un tipo de noticia que otro, es evidente.
– ¿Usted se irá de vacaciones?
– Yo me voy a Varadero, Cuba, a tomar el sol. ¿Pasa algo, Solana?
– ¡Jo! -remachó su observación el chico.
– Podéis trabajar de forma individual o en parejas, pero no en tríos, cuartetos o quintetos -continuó el profesor-. ¿Alguna pregunta?
– ¿Vale todo?
– Todo -insistió-. Mientras sea noticia en el periódico del domingo, me sirve.
– ¿Lo que hemos estado hablando…?
– Es la base, por supuesto -dijo Benigno Massagué-. Ha quedado claro que una cosa es lo que vemos, lo que sabemos, lo que entendemos al leer una noticia, y otra muy distinta lo que hay detrás, el trasfondo. Vosotros vais a intentar averiguar qué es lo que hay detrás de la noticia que escojáis. Será como quitarle capas a una cebolla para ver su corazón.
– Las cebollas hacen llorar -dijo, como siempre ocurrente, Laura Pi.
– ¿Te ha dicho alguien que los periodistas se pasen el día riendo? -le contestó el profesor Massagué.
Capítulo 2
Julia y Gil se reunieron a la salida de la clase. A ella le brillaban los ojos. Él parecía más tranquilo. Ambas actitudes se correspondían perfectamente con sus temperamentos.
– Interesante, ¿no? -dijo la chica.
– Sí -reconoció su compañero-. Por fin algo que rompe un poco la monotonía, aunque en las vacaciones de Pascua… Vaya palo.
– Son diez días.
– Ya, pero… ¿tú te vas fuera?
– ¿Yo? No.
– Yo tampoco.
– ¿Lo ves? -Julia se lanzó a fondo sin poder esperar más-. ¿Quieres que lo hagamos juntos, o prefieres trabajar solo?
– Iba a proponerte lo mismo.
– ¡Genial!
– Lo que no sé es por qué no ha puesto una noticia de mañana mismo.
– Los domingos siempre hay más para elegir -dijo ella-. El periódico, los suplementos, la revista… ¿Qué crees que será mejor, algo internacional, nacional o local?
– Ni idea.
– Yo preferiría local.
– ¿Por qué?
– Porque así puedes moverte un poco, entrevistar a personas y todo eso. Si es internacional, acabaremos sacando la información de Internet o de alguna hemeroteca. Y terminará siendo un trabajo más, como los que hacíamos a final de curso.
– ¿Y si es nacional? En Semana Santa también podemos desplazarnos por España, si fuera necesario.
– No estaría mal -Julia le guiñó un ojo cargado de ironía.
– ¡Oh!-dijo Gil.
Los dos eran mayores de edad, tenían diecinueve años, ella nueve días más que él, pero viajar solos, aunque fuese para llevar a cabo un trabajo, siempre habría motivado preguntas, especialmente en las familias. Como decía el profesor Massagué, la verdad a veces no era creíble, o resultaba lo menos jugoso. Julia pensó que su madre, aunque era liberal, no dejaría de preguntarle si eran novios o algo parecido, «si había algo más».
Gajes de ser hija única.
Miró de refilón a su compañero mientras caminaban por los pasillos de la Universidad Pompeu Fabra, en dirección a la puerta exterior. Era el camarada perfecto, honesto, minucioso, inteligente, capaz, rápido e incluso divertido. Como ella, estudiaba periodismo porque creía que era lo mejor: tener una vocación y sentir un compromiso con la libertad. No se había matriculado «por hacer algo», ni tampoco por conseguir «un trabajo más» o «una forma como otra cualquiera de ganarse la vida». Gil Parada era su mejor amigo desde que había empezado a estudiar en la facultad. Un amigo de verdad, sincero, con el que poder hablar de todo, sin manías ni malos rollos. Pero no se lo había imaginado más allá de eso, aunque alguna de las otras chicas lo creía porque siempre iban juntos.