Así Muti me reconfortaba y consolaba, y creo que gracias a ella volví a tomar gusto a la vida y empecé a escribir. Estuvo encantada, porque veía que era una ocupación para mí, pero creo que en el fondo de su corazón juzgaba perfectamente inútil todo lo que escribía. Me confeccionaba excelentes platos, porque, según su promesa, había obligado a los guardias a trabajar, lo cual les hacía la vida amarga y maldecían a Muti, pero no se atrevían a resistirse porque entonces ella los cubría de injurias y su lengua era más aguda que el cuerno de un buey y les contaba sobre el famoso pequeño objeto historias que les hacían bajar los ojos.
Pero, por otra párte, Muti les proporcionaba trabajo, lo cual les evitaba encontrar el tiempo largo, y algunas veces les ofrecía un plato de caldo o les daba cerveza fuerte y les enseñó a prepararse una comida variada y sana. Cada año, con la caravana de Punt, Kaptah nos mandaba numerosos cargamentos de objetos diversos, a los que añadía cartas dictadas a sus escribas para contarnos lo que pasaba en Tebas, de manera que no vivía completamente ignorado. Los guardias acabaron no deseando ya regresar a Tebas porque tenían una vida agradable y mis regalos los enriquecían.
Pero ahora estoy cansado de escribir y mis ojos están fatigados. Los gatos de Muti se sientan en mis rodillas y se frotan contra mis manos. Mi corazón está saciado de todo lo que he referido y mis miembros aspiran al reposo eterno. No soy, quizá feliz, porque tampoco soy desgraciado en mi soledad.
Pero bendigo mis útiles para escribir porque me han permitido volver a sentirme niño en la casa de mi padre Senmut. He recorrido las rutas de Babilonia con Minea y los bellos brazos de Merit han rodeado mi cuello. He llorado con los desgraciados y he distribuido mi trigo entre los pobres. Pero me niego a evocar de nuevo mis malas acciones y la tristeza de mis pérdidas.
Soy yo, Sinuhé el egipcio, quien ha escrito todos estos libros para mí mismo. No para los dioses ni los hombres, ni para asegurar la inmortalidad de mi nombre, sino para apaciguar mi pobre corazón que ha tenido la medida entera. Sé que los guardias destruirán a mi muerte todo lo que he escrito y derribarán los muros de mi casa por orden de Horemheb; pero no sé si esta perspectiva de demolición completa me contraría, mas guardo preciosamente estos quince libros, y Muti ha tejido para cada uno de ellos un sólido estuche de fibras de palmera y las colocaré en un cofre de plata, y este cofre en una sólida caja de madera dura que será puesta a su vez en una caja de cobre, como un día los libros sagrados de Thot, que fueron encerrados en una caja y arrojados al río. Pero ignoro si Muti conseguirá sustraer la caja a los guardianes y colocarla en mi tumba.
Porque yo, Sinuhé, soy un hombre y como tal he vivido en todos los que han existido antes que yo y viviré en todos los que existan después de mí. Viviré en las risas y en las lágrimas de los hombres, en sus pesares y sus temores, en su bondad y su maldad, en su debilidad y su fuerza. Como hombre, viviré eternamente en el hombre y por esta razón no necesito ofrendas sobre mi tumba ni inmortalidad para mi nombre. He aquí lo que ha escrito Sinuhé el egipcio, que vivió solitario todos los días de su vida.
Mika Waltari