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Guardiola y Madrid se conocían de vista, pero ni siquiera habían llegado a saludarse, aunque lo sabían todo el uno del otro. Josep Maria recibió a Horaci con un apretón de manos mucho más que cordial. En primer lugar lo llevó al balcón para enseñarle las vistas al mar. Después, rápidamente, le enseñó el resto del apartamento.

– No es nada del otro mundo, pero en verano se está muy bien.

– Aquí la gente vive todo el año, ¿no?

– La mayoría sí, pero nosotros no. Mi mujer y los niños prefieren vivir en el pueblo. Yo también. Esta zona es demasiado impersonal, y a los que somos de pueblo nos gusta la vida social.

– A mí me pasa lo mismo. Sería incapaz de vivir en la ciudad.

– Ha cambiado mucho en pocos años.

– El problema no es el cambio, sino cómo se ha llevado a cabo.

Josep Maria Madrid prefirió seguir por otros derroteros:

– ¿Te apetece una cerveza?

– Sí, gracias.

El secretario de finanzas socialista llevó dos Heineken a la salita.

– Lo siento, pero no tengo nada para picar. En invierno no venimos ni los fines de semana.

– Acabo de almorzar.

– En cambio yo no puedo -se tocó la barriga-. Sigo una dieta, pero de vez en cuando paso de ella. Bien, Horaci, procuraré ser directo. Supongo que sabes por qué te he citado.

– Pues no.

– No lo sabes exactamente, pero sabes que hablaremos de política.

– Eso sí.

– En primer lugar, en nombre de Joan Albiol, queremos darte las gracias por vuestra ayuda en algunos ayuntamientos que eran de vital importancia para el partido. Albiol espera que la comunicación entre nosotros, la gente de izquierda, continúe con él como secretario general.

– Yo también lo espero, pero debes saber que Petit y la mayoría del comité ejecutivo están en contra de ella.

– Lo sabemos, y por eso valoramos tu actitud más si cabe. También sabemos que el sector que lideras ha llegado a un acuerdo verbal con Esquerra Unida para un pacto preelectoral.

– No tiene valor, Petit no lo ratificará.

– Como ya sabes, tenemos un pacto firmado con Esquerra Unida.

– Nosotros pretendemos llegar a un acuerdo con ellos, para plantear después una lista conjunta con vosotros. Pero sin perder nuestras siglas.

– No es un problema de siglas, pero si vosotros lo pedís Esquerra Unida también querrá hacerlo.

– ¿Y qué problema hay?

– La sociedad valenciana ha cambiado mucho. No vería con buenos ojos una coalición de izquierdas. No tiene la imagen adecuada. Aunque te parezca irreal, recordaría al Frente Popular de la República. La derecha se lo recordaría a los electores. Además, el «todos contra uno» crearía corrientes de simpatía hacia ellos y dividiría la sociedad en dos bloques que la propia derecha se encargaría de radicalizar, y en un ambiente radicalizado la izquierda tiene todas las de perder.

– Si Petit ya está en contra de nuestra propuesta, imagínate lo que dirá si encima nos pedís que renunciemos a nuestras siglas.

– No lo tienes fácil, en efecto. Petit nos preocupa mucho.

– A mí también.

– Nos han informado de que ha pedido un crédito de ciento veinticinco millones a Bancam.

– Sí, lo sabemos.

– La derecha es mayoría en el consejo de administración de Bancam.

– Claro, tienen la Generalitat.

– Lo que quizá no sepas es que se lo han denegado.

– No, no lo sabía.

– Una negativa políticamente muy peligrosa -Madrid se bebió de un trago toda la cerveza que quedaba-. Le deja en manos de los conservadores, con todo lo que ello supone. ¿Te lo imaginas?

– Más o menos.

– ¿Y qué te parece?

– Vayamos por partes: ¿quieres decir que la negativa de Bancam ha sido provocada por la derecha?

– Es evidente. De hecho, jamás os habían denegado un crédito.

– El de ahora está por encima de nuestras posibilidades.

– No te equivoques, Horaci. Bancam siempre ha concedido créditos políticos por encima de la capacidad de hipoteca de los partidos. Cuando mandábamos nosotros había un acuerdo tácito para que así fuera.

– ¿Vosotros podríais ayudarle?

– No tenemos capacidad de decisión. Somos minoría en el consejo de administración.

– Pero, si pudierais, ¿lo haríais?

– Obviamente.

– Pues yo creo que no. Creo que le pediríais contraprestaciones políticas.

– Cuando éramos mayoría en el consejo de administración no tuvisteis ningún problema para conseguir créditos.

– Entonces no teníamos la fuerza política que tenemos. Josep Maria, hablemos sin tapujos. Ambos perseguimos intereses políticos contra los que actúa la estrategia de Petit. A mí me jode que se haya hecho tan de derechas, es una cuestión ideológica. Para vosotros, los votos que os quita el Front podrían ser fundamentales. Es una cuestión de poder político. Si Petit se estrella, acabaremos con él y cambiaremos nuestra situación política interna, el Front volverá a ser un partido claramente de izquierdas y vosotros tendréis más posibilidades porque contaréis con un aliado para expulsar a la derecha del poder. Con contraprestaciones, por supuesto. Entre nosotros hay diferencias ideológicas importantes, creemos que sois débiles en política social y nacional, pero nos unen los intereses estratégicos. No me has hecho venir sólo para contarme lo del crédito.

– Era el paso previo.

– Pues guárdate las sutilezas y lleguemos a acuerdos.

– Da gusto hablar contigo.

Horaci bebió cerveza. Josep Maria sacó un par más. Ambos se encendieron un cigarrillo.

– ¿Así que estás seguro de que, si Petit consigue el crédito de Bancam, será gracias a un pacto con la derecha?

– Estoy convencido -afirmó Madrid.

– No será fácil venderle ese pacto a la mayoría de nuestros electores.

– Se haría público después de las elecciones.

– Aun así sería un escándalo.

– Tendrá cuatro años por delante para justificarlo.

– Los militantes se rebelarían.

– ¿Y por qué no se rebelaron en Sagunt, cuando le dio el Ayuntamiento a la derecha, siendo el candidato socialista, Manolo Girona, un claro exponente del sector más nacionalista del partido?

– La política local es otra cosa.

– Te equivocas, Horaci. Vuestra militancia lo dará todo por válido si conseguís una buena representación parlamentaria. Entre vuestros militantes hay muchas ganas de política institucional. Además, Petit les dará el Govern y no formará parte de él. Mantendrá una actitud crítica desde la oposición.

– ¿Cómo puedes criticar a un gobierno si le has dado el poder?

– Hoy en día las alianzas políticas contra natura se ven de forma más lógica. Nosotros gobernamos España con el apoyo de Convergencia i Unió, que es más bien un partido de derechas. Después, Convergencia apoyó a los conservadores. Petit puede aducir eso como partido bisagra. Tendría el pretexto de que los conservadores han sido los más votados y de que respeta la voluntad popular. La estabilidad política, la responsabilidad… En fin, la retórica es muy amplia.

– ¿Y qué podemos hacer?

– Denunciar que ha pactado con la derecha a cambio de un crédito. Eso desmontaría toda su estrategia. Tú tendrías la oportunidad de liderar el Front -Madrid terminó de apurar el cigarrillo y lo apagó-. El proyecto de unir a las izquierdas contra la derecha sería una realidad.

– ¿Renunciando a nuestra marca política?

– Como independientes en nuestra lista. Cinco de los vuestros en puestos de salida, suficientes para que después, si queréis, podáis formar grupo parlamentario propio.