El secretario general del Front admiró el espacio amplio y pulcro del despacho, los sillones de cuero que parecían recién estrenados, la magnífica mesa de trabajo, moderna y funcional -en la que destacaba, entre otros libros, la nueva edición de La via valenciana de Ernest Lluch-, el modelo de ordenador con una gran pantalla extraplana y las vistas exteriores, que abarcaban un importante ángulo de la ciudad. Sólo hacía falta mirar por uno de los ventanales para ser poseído por una sensación de poder. Desde el ventanal del despacho de Petit se veía un pequeño corral de apenas diez metros cuadrados.
– Siéntate, Francesc.
Se sentaron en los sillones, uno enfrente del otro. Petit observó las dos fotografías colgadas tras la mesa de Albioclass="underline" Pablo Iglesias en blanco y negro, Rodríguez Zapatero en color.
– No habías estado aquí, ¿verdad?
– Tu antecesor no tuvo la cortesía de invitarme.
– No tenía la intención de ir al grano, pero veo que tú sí.
– Estoy mosqueado con vosotros, Joan.
– No soy consciente de haber sido agresivo contigo.
– Estáis intoxicándonos. Alguien de tu partido, y me imagino quién, le ha dejado caer a Guardiola que los conservadores pretenden comprarnos.
– Te doy mi palabra de que no sé nada.
– Me lo creo, pero es de dominio público el consenso forzado que te ha llevado a la secretaría general. Parte de tu entorno actúa de manera autónoma.
– No puedo controlar todo lo que hacen.
– Por mucho que hablen de renovación y de nuevas formas de actuar, los antiguos vicios siguen vigentes en tu partido. Siempre les ha molestado la presencia política del Front. Y más ahora, cuando las encuestas nos dan diputados.
– No os habéis asegurado el cinco por ciento.
– Falta casi un año para las elecciones y las encuestas dicen que subimos.
– A un año de las elecciones, las encuestas no son fiables.
– Pero son indicativas. Las vuestras dicen que aún estáis muy lejos de ganar las elecciones.
– Tengo esperanzas de remontar.
– La llave del Govern somos nosotros.
– Ojalá fuera así, Francesc. Pero tengo la impresión de que no llegaréis al cinco por ciento. Las elecciones se polarizarán entre nosotros y la derecha. Y si llegarais, tampoco solucionaríais nada: la derecha seguiría gobernando, y además con mayoría absoluta.
– Entonces da igual.
– No. La unidad de acción multiplicaría las expectativas. Sabemos que hay un porcentaje de abstencionistas de izquierda desencantados por la dispersión de la oferta política. La derecha se presentará unida y concentrará el voto.
– Venga, oigamos la propuesta. Quizá tenga algo nuevo.
– Tres puestos de salida en nuestra candidatura.
– ¿Y para decirme eso me has hecho venir?
– No tenéis ningún diputado, ¿tres te parecen pocos? -Petit no dijo nada-. No obstante, estoy abierto a una contraoferta.
– La base de la negociación es inadmisible. No admitiremos ni tres, ni cinco, ni ocho puestos de salida. No queremos diluirnos en vuestra candidatura.
– Con cinco puestos de salida podríais formar grupo parlamentario.
– Si renunciamos a las siglas, a nuestras señas de identidad, estamos negando el proyecto político que hemos llevado a cabo estos últimos años, y que es, te lo recuerdo, lo que nos ha permitido situarnos en el porcentaje de votos actual. No puedo decepcionar a los electores que han confiado en mí y en la política del Front.
– La situación actual exige más amplitud de miras. No es momento para apuestas personales.
– ¿No es también una apuesta personal lo que intentas tú ahora? ¿Por qué la amplitud de miras tiene que ser necesariamente para nosotros?
– Porque somos la única alternativa real para derrotar a la derecha.
– La misma canción de siempre. Los demás también tenemos derecho a existir. Tenemos derecho a realizar nuestra oferta política, que se diferencia en muchos aspectos de la vuestra, por ejemplo en la cuestión nacional. Sois un apéndice de un partido estatalista y siempre haréis que prevalezcan los intereses de Madrid -Petit señaló a Pablo Iglesias y a Rodríguez Zapatero-. Como demuestra ese par de fotografías, que parecen estar en el sitio ideal para controlarte.
– Tengo autonomía para negociar la alianza más oportuna.
– Perfecto. Hablaremos después de las elecciones. No estoy cerrado a acuerdos postelectorales.
– Acuerdos que no sirven de nada si la derecha obtiene mayoría absoluta.
– Eso no está claro.
– Son matemáticas electorales. Unidos, tenemos posibilidades; dispersos, gana la derecha.
– No hay ninguna encuesta que lo diga.
– Lo dice la lógica. Ya ha pasado.
– Lo que pasó es que vuestros errores cuando gobernabais provocaron una fuga de votos. Además, Joan, pregúntale a tu antecesor o a Josep Maria Madrid, que son de la misma tendencia, cuántas veces les pedimos la unidad de acción y cuántas veces nos despreciaron.
– No me puedes hacer responsable de los errores pasados.
– No me hagas responsable a mí de vuestras necesidades políticas actuales.
– Así pues, ¿la única posibilidad es un acuerdo post-electoral?
– Definitivamente, sí. Pero no creas ni por un momento que, en caso de que tuviéramos que decidir el Govern, os lo daríamos porque sois de izquierdas. Negociaríamos sobre la base de un programa.
– ¿Me permites entrar en el terreno personal?
– Hazlo.
– ¿Qué te pasará si no consigues superar el porcentaje del cinco por ciento?
– Pues que me echarán a la calle y tendré que buscarme la vida.
– ¿Después de veinte años dedicándote a la política?
– Soy consciente del riesgo que asumo.
– Sería una injusticia para un hombre que ha renunciado a todo.
– Agradezco tu solidaridad, pero estoy decidido a llegar hasta el final.
– No acabo de entender tu tozudez.
– Es muy sencilla: me he empeñado en darles la vuelta a la imagen y a la política del Front. Gracias a ello triplicamos nuestros resultados y vamos rumbo a nuestro objetivo. No estoy dispuesto a regalarle ese esfuerzo a nadie. Es un camino sin retorno. He convencido a miles de personas de que es posible un tercer espacio político, tenemos un proyecto propio capaz de acabar con el bipartidismo. Por primera vez, el valencianismo decidirá en este país.
– Lo has bordado, Francesc. Admiro tu tenacidad, pero para hacer una buena campaña hace falta capacidad económica. Y tu problema con Bancam…
– Mira, Joan: soy tan idiota que pensé que me convocabas para ofrecerme ayuda.
– Debes saber que vuestros problemas económicos no me alegran en absoluto.
– No lo sé, pero me parece que si aceptáramos puestos en vuestra candidatura haríais todo lo posible por solucionarlos.
– Si decidís entrar en la candidatura, no os hará falta ningún crédito.
– ¿Iríamos gratis?
– Lo arreglaríamos para que no supusiera un gran gasto.
– Por lo visto aquí nadie regala nada.
– ¿Tienes alguna oferta de la derecha?
– ¿Tú que crees?
– Tu tozudez es significativa. Además, hay un rumor…
– A partir de ahora, desde que salga de esta casa, habrá dos.
– Lo cierto es que sin el crédito no podrás hacer una campaña con posibilidades de éxito.
– El mundo no se acaba en Bancam.
– Francamente, no veo de dónde vas a sacar el dinero.
– Es un problema que tendré que resolver.
– Ojalá no sea a costa de extrañas contraprestaciones políticas.
– Puedes estar seguro.
– De todas formas, te agradezco que hayas venido.