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Darcy separó lentamente sus dedos de los de ella. Elizabeth tomó la mano derecha de Darcy.

– Yo, Elizabeth Bennet, te recibo a ti, Fitzwilliam George Alexander Darcy, como mi legítimo esposo… -Darcy se sintió a punto de desfallecer al entender el significado de los votos de Elizabeth: que ella ponía en él toda su confianza hacia el futuro. Richard se inclinó sobre el ministro y puso el anillo de Elizabeth sobre el libro de oración. Darcy lo tomó.

– Con este anillo te desposo -prometió Darcy, jurando conservar para ella todo lo que era o llegara a ser-, con mi cuerpo te venero y con todos mis bienes terrenales te doto. -Deslizó la sortija adornada con un rubí en el dedo anular de Elizabeth, ajustándolo con suavidad antes de llevarse la mano a los labios, sin dejar de mirarla. El dolor del pasado: el rechazo y la revelación, la vanidad y la autocompasión, su aterradora soledad, ¡todo había terminado! Y más allá de esa bendición, que reunía a todas las demás, estaba la confianza y la devoción de aquella mujer. Durante todos los días de su vida serían uno en cuerpo y alma. Sólo faltaba una última bendición. Los dos se volvieron hacia el ministro.

– Por cuanto Fitzwilliam Darcy y Elizabeth Bennet y Charles Bingley y Jane Bennet consienten en su santo matrimonio, y lo han testificado delante de Dios y de los presentes… -A lo largo del ritual, el reverendo Stanley había leído todas las palabras, pero ahora, cuando se acercaba al final, hizo una pausa y levantó la vista para mirarlos a los dos con una cálida sonrisa-. Yo os declaro marido y mujer, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

– Amén -respondió la congregación.

Darcy tomó la otra mano de Elizabeth y se las acercó al corazón. Ella era suya; él era de ella. No quería nada más.

– Elizabeth -susurró. Ella lo miró a los ojos-. Mi querida y adorada Elizabeth.

Agradecimientos

La publicación de este volumen cierra un trabajo entusiasta que duró ocho años y comenzó como un experimento, se transformó en enseñanza, progresó hasta convertirse en vocación y, finalmente, cambió mi vida. Me ha reportado innumerables amigos y nuevos compañeros y, lo mejor y más maravilloso de todo, a mi esposo, Michael.

Tengo una enorme deuda de gratitud con mis amigas Susan Kaye y Laura Lyons, compañeras escritoras, que me animaron y me apoyaron en cada paso del camino.

Finalmente, debo mencionar a mis lectores. Sus cartas y notas a lo largo de todos estos años me han estimulado y me han inculcado más modestia de lo que ustedes se imaginan.

¡Gracias a todos!

Pamela Aidan

Pamela Aidan

Pamela Aidan nació en 1953 en Pensilvania, Estados Unidos. Tiene un máster en Biblioteconomía por la Universidad de Illinois y ha sido librera durante más de treinta años. Ella y su marido Michael viven en Coeur d'Alene, Idaho; cada uno tiene tres hijos mayores de sus anteriores matrimonios.

A pesar de que la obra de Jane Austen Orgullo y prejuicio ha sido su novela favorita desde sus años en el colegio, atribuye la inspiración para escribir su primera novela basada en el periodo de la Regencia a la miniserie producida por la BBC. Una fiesta como ésta significó el comienzo de la trilogía «Fitzwilliam Darcy, un caballero».

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