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– Me alegro de que te hayas divertido.

A Adam le gustaba mimarla, estar con ella y lucirla. Estaba preciosa con el vestido y la chaquetilla de piel nuevos.

– Ha sido increíble -le confirmó Maggie una vez más, y le dio las gracias efusivamente.

Estaban a punto de tomar tierra en el aeropuerto de John Fitzgerald Kennedy cuando de repente, como sin venir a cuento, Maggie se puso a hablar de Nochevieja, y de lo divertido que sería pasarla en Las Vegas. Ella encajaba perfectamente en el mundo de Adam, en lugar de quejarse, como hacía su madre.

– Sí, alguna vez -replicó Adam con vaguedad.

– ¿Y este año? -insistió Maggie con entusiasmo. Sabía que Adam iba allí con frecuencia, y además con el avión podían ir a donde quisieran, algo completamente nuevo para ella. Se sentía como un pájaro con alas gigantescas.

– No puedo -contestó Adam, mirando por la ventanilla; y de repente, como le había pasado a Charlie, comprendió que tenía que contárselo tarde o temprano, y que había llegado el momento. -Me voy con Charlie todos los años, el día después de Navidad.

– ¿O sea, solo tíos, como una partida de caza o algo así?

Maggie parecía decepcionada.

– Sí, algo por el estilo.

Adam quería dejarlo en eso, pero Maggie no se conformó.

– ¿Y adonde vais?

– A San Bartolomé, en el barco de Charlie.

Maggie lo miró indignada.

– ¿Al Caribe? ¿En un yate? Lo dirás en broma.

– No, no es broma. Charlie detesta las Navidades. Él se va una semana antes que yo, porque yo me voy después del día de Navidad, que pasaré con mis hijos. Lo hacemos todos los años.

– ¿Ah, sí? ¿Y qué, os folláis a todas las jovencitas que pilláis en el Caribe?

– Antes sí, pero ya no. Te tengo a ti.

Lo dijo con mucha calma. No quería pelearse con ella, pero tampoco estaba dispuesto a cambiar de planes. Sus viajes con Charlie eran una tradición muy importante para él.

– ¿Y no me vas a pedir que vaya contigo? -replicó Maggie, con expresión de estar a punto de tirarle algo a la cabeza. Por suerte, no tenía nada a mano.

– No puedo, Maggie. Es el viaje de Charlie, y él va a ir solo. Es cosa de tíos.

– Y una mierda. Ya sé lo que hacéis los tíos cuando estáis solos. Lo mismo que hacías hasta que me conociste.

– Charlie no es de esos. Es muy formal, y además ahora también tiene novia.

– ¿Ella va? -preguntó Maggie con recelo, y Adam negó con la cabeza.

– No. Solo vamos a estar los dos.

– ¿Cuánto tiempo?

– Dos semanas. -Se estremeció al ver la expresión de Maggie.

– ¿Dos semanas? ¿Y tú crees que yo me voy a quedar tan tranquila aquí mientras tú te dedicas a ligar durante dos semanas? Porque si lo crees, es que te has vuelto loco.

– No me amenaces -contestó Adam con enfado, -Sé que estás disgustada, pero yo no puedo hacer nada. No puedo dejar tirado a Charlie, ni preguntarle si puedes venir tú. Le resultaría incómodo, y espera que vaya yo solo.

– Pues que lo pases estupendamente en Nochevieja, besándolo a él. A lo mejor va de eso. ¿Es gay?

– Por lo que más quieras… Somos amigos. Viajamos juntos dos veces al año. Siento que sea en Nochevieja, pero yo no sabía que tú ibas a aparecer. Lo siento.

– ¿Y el año que viene será distinto?

– Es posible, pero no lo sé. No voy a prometer nada para dentro de un año. Ya veremos cómo va esto.

Intentaba parecer más tranquilo de lo que realmente estaba, Solo de escucharla le estaba dando dolor de cabeza, de los fuertes.

– Pues yo te voy a decir cómo va a ir. Se va a ir a la mierda, si crees que me puedes dejar plantada durante las vacaciones y largarte con tus colegas. Si no quieres pasar las vacaciones conmigo, muy bien, pero ya te puedes ir metiendo el dichoso libro de las reglas esas por donde yo me sé, porque las personas que mantienen una relación pasan las vacaciones juntas, sobre todo en Nochevieja.

– Gracias por la información -dijo Adam, sujetándose la cabeza, pero Maggie no le hizo ni caso. Estaba furiosa. -Mira, lo hemos pasado bien en Las Vegas. No vayamos a estropearlo ahora. Quiero que conozcas a mis hijos la semana que viene. Te quiero. Quiero que lo nuestro funcione, pero tengo que irme un par de semanas, ¿No puedes tomártelo con calma, como una buena persona?

– A las buenas personas siempre acaban dándoles por saco, Y no tienes que irte; te vas porque quieres. ¿Qué dice la novia de Charlie?

– No tengo ni idea.

– Seguro que tampoco le hace ninguna gracia.

La pelea por lo de no pasar la Nochevieja juntos se prolongó durante toda la semana. Maggie consiguió olvidarse de ella para conocer a los hijos de Adam el siguiente fin de semana, y, tras ciertos sondeos, los chicos se quedaron encantados con ella, y Maggie con ellos. Adam no daba crédito. Se fueron los cuatro a patinar, y Maggie acompañó a Amanda a comprar un regalo de Navidad para su padre. Los niños le explicaron todos los detalles de la Janucá. Maggie le enseñó a Amanda a maquillarse, hizo galletas con Jacob y le dio consejos sobre las chicas, Los hijos de Adam pensaron que era guay, lo suficientemente joven para divertirse con ella pero también lo suficientemente mayor para sentir cierto respeto, Adam se esperaba cierto rechazo, pero no lo hubo. Cuando Amanda y Jacob se marcharon se habían hecho muy amigos. Y entonces volvió a empezar la batalla. El alto el fuego solo había durado el fin de semana.

Charlie cenó con Carole dos veces después del baile de las debutantes, y saltaba a la vista que su relación se había enfriado. Carole no dijo nada al principio, pero en la segunda ocasión en que se vieron le preguntó a las claras sí había cambiado de planes. Charlie negó con la cabeza.

– No puedo, Carole.

Ella asintió y no dijo nada. A Charlie le habría gustado pasar la noche con ella, pero no tuvo valor para pedírselo y volvió a su casa. Estaba convencido de que, si se marchaba en Navidad, cuando volviera se habría acabado su historia de amor. A Carole no le cabía en la cabeza qué iba a hacer Charlie, puesto que se iba solo la primera semana. No entendía por qué tenía que marcharse autos del veintiséis de diciembre, si podía irse con Adam.

Charlie llegó a la conclusión de que era mejor no discutirlo, y enfrentarse al problema cuando volviera. Claro, eso si Carole aún quería seguir hablando con él.

Adam llamó a Charlie al despacho el día antes del que este tenía previsto para marcharse. Charlie estaba como loco, intentando solucionar todos los asuntos, y Adam le dijo que en el bufete pasaba otro tanto.

– Todos mis clientes se vienen abajo en esta época del año. Si les ha ido mal en su matrimonio, deciden divorciarse justo ahora. Si sus amantes están raras, resulta que se han quedado embarazadas. Si sus hijos están como una cabra, acaban en la cárcel. Si a una cantante no le gusta el contrato que ha firmado, coge y lo rompe. Y la mitad de los deportistas a los que represento se emborrachan y violan a alguien. Es estupendo. De verdad, me encanta esta época del año.

Adam parecía a punto de estallar.

– A mí también -dijo Charlie, riéndose. A pesar de la reacción de Carole, ansiaba hacer el viaje. -Bueno, supongo que de todos modos seguimos con nuestro plan de siempre, ¿no? O sea, te vienes, ¿no? -Nunca está de más comprobar las cosas. Y, para su sorpresa, se hizo el silencio. Creía que la pregunta era innecesaria, pero el tono de Adam le dio que pensar.

– Llevo una mala temporada con Maggie -reconoció Adam. -Cree que vamos a recorrer el Caribe ligando con cualquier cosa con piernas y con la polla colgando por la borda. No le hace mucha gracia.

Charlie se rió ante esa descripción,

– Carole no lo expresó así, pero está muy desilusionada. Pensaba que íbamos a pasar la Navidad juntos, y yo le dije que no la celebro. Yo esperaba que lo comprendiese, pero no lo comprende. Para ella podría suponer que hemos roto un acuerdo.