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No, no es ahora cuando la noche va cayendo,también con la misma dulzura pero con un levísimo vapor de ceniza,cuando yo correré tras vuestras sombras amadas.Lejos están las inmarchitas horas matinales,imagen feliz de la aurora impaciente,tierno nacimiento de la dicha en los labios,en los seres vivísimos que yo amé en vuestras márgenes.El placer no tomaba el temeroso nombre de placer,ni el turbio espesor de los bosques hendidos,sino la embriagadora nitidez de las cañadas abiertasdonde la luz se desliza con sencillez de pájaro.
Por eso os amo, inocentes, amorosos seres mortalesde un mundo virginal que diariamente se repetíacuando la vida sonaba en las gargantas felicesde las aves, los ríos, los aires y los hombres.

DESTINO TRÁGICO

Confundes ese mar silencioso que adorocon la espuma instantánea del viento entre los árboles.
Pero el mar es distinto.No es viento, no es su imagen.No es el resplandor de un beso pasajero,ni es siquiera el gemido de unas alas brillantes.
No confundáis sus plumas, sus alisadas plumas,con el torso de una paloma.No penséis en el pujante acero del águila.Por el cielo las garras poderosas detienen el sol.Las águilas oprimen a la noche que nace,la estrujan -todo un río de último resplandor va a los mares-y la arrojan remota, despedida, apagada,allí donde el sol de mañana duerme niño sin vida.
Pero el mar, no. No es piedraesa esmeralda que todos amasteis en las tardes sedientas.No es piedra rutilante toda labios tendiéndose,aunque el calor tropical haga a la playa latir,sintiendo el rumoroso corazón que la invade.
Muchas veces pensasteis en el bosque.Duros mástiles altos,árboles infinitosbajo las ondas adivinasteis poblados de unos pájaros de espumosa blancura.Visteis los vientos verdesinspirados moverlos,y escuchasteis los trinos de unas gargantas dulces:ruiseñor de los mares, noche tenue sin luna,fulgor bajo las ondas donde pechos heridoscantan tibios en ramos de coral con perfume.
Ah, sí, yo sé lo que adorasteis.Vosotros pensativos en la orilla,con vuestra mejilla en la mano aún mojada,mirasteis esas ondas, mientras acaso pensabais en un cuerpo:un solo cuerpo dulce de un animal tranquilo.Tendisteis vuestra mano y aplicasteis su calora la tibia tersura de una piel aplacada.¡Oh suave tigre a vuestros pies dormido!
Sus dientes blancos visibles en las fauces doradas,brillaban ahora en paz. Sus ojos amarillos,minúsculas guijas casi de nácar al poniente,cerrados, eran todo silencio ya marino.Y el cuerpo derramado, veteado sabiamente de una onda poderosa,era bulto entregado, caliente, dulce sólo.
Pero de pronto os levantasteis.Habíais sentido las alas oscuras,envío mágico del fondo que llama a los corazones.Mirasteis fijamente el empezado rumor de los abismos.¿Qué formas contemplasteis? ¿Qué signos inviolados,qué precisas palabras que la espuma decía,dulce saliva de unos labios secretosque se entreabren, invocan, someten, arrebatan?El mensaje decía…
Yo os vi agitar los brazos. Un viento huracanadomovió vuestros vestidos iluminados por el poniente trágico.Vi vuestra cabellera alzarse traspasada de luces,y desde lo alto de una roca instantáneapresencié vuestro cuerpo hendir los airesy caer espumante en los senos del agua;vi dos brazos largos surtir de la negra presenciay vi vuestra blancura, oí el último grito,cubierto rápidamente por los trinos alegres de los ruiseñores del fondo.

SIERPE DE AMOR

Pero ¿a quién amas, dime?Tendida en la espesura,entre los pájaros silvestres, entre las frondas vivas,rameado tu cuerpo de luces deslumbrantes,dime a quién amas, indiferente, hermosa,bañada en vientos amarillos del día.
Si a tu lado deslizomi oscura sombra, larga que te desea;si sobre las hojas en que reposas yo me arrastro, crujiendolevemente tentador y te espío,no amenazan tu oído mis sibilantes voces,porque perdí el hechizo que mis besos tuvieran.
El lóbulo rosado donde con diente pérfidomi marfil incrustara tropical en tu siesta,no mataría nunca, aunque diera mi vidaal morder dulcemente sólo un sueño de carne.
Unas palabras blandas de amor, no mi saliva,no mi verde veneno de la selva, en tu oídovertería, desnuda imagen, diosa que regalas cuerpoa la luz, a la gloria fulgurante del bosque.
Entre tus pechos vivos levemente mi formadeslizaría su beso sin fin, como una lengua,cuerpo mío infinito de amor que día a díami vida entera en tu piel consumara.
Erguido levemente sobre tu seno mismo,mecido, ebrio en la música secreta de tu aliento,yo miraría tu boca luciente en la espesura,tu mejilla solar que vida ofrecey el secreto tan leve de tu pupila ocultaen la luz, en la sombra, en tu párpado intacto.