¿Quién vio ese mundo sólido,quién batió con sus plumasese viento radianteque en unos labios mueredando vida a los hombres?¿Qué legión misteriosa,ángeles en destierro,continuamente llega,invisible a los ojos?No, no preguntes; calla.La ciudad, sus espejos,su voz blanca, su fríacrueldad sin sepulcro,desconoce esas alas.
Tú preguntas, preguntas…
LUNA DEL PARAÍSO
Símbolo de la luz tú fuiste,oh luna, en las nocturnas horas coronadas.Tu pálido destello,con el mismo fulgor que una muda inocencia,aparecía cada noche presidiendo mi dicha,callando tiernamente sobre mis frescas horas.
Un azul grave, pleno, serenísimo,te ofrecía su seno generosopara tu alegre luz, oh luna joven,y tú tranquila, esbelta, resbalabascon un apenas insinuado ademán de silencio.
¡Plenitud de tu estancia en los cielos completos!No partida por la tristeza,sino suavemente rotunda, liminar, perfectísima,yo te sentía en breve como dos labios dulcesy sobre mi frente oreada de los vientos clementessentía tu llamamiento juvenil, tu posada ternura.
No era dura la tierra. Mis pasos resbalabancomo mudas palabras sobre un césped amoroso.Y en la noche estelar, por los aires, tus ondasvolaban, convocaban, musitaban, querían.
¡Cuánto te amé en las sombras! Cuando aparecías en el monte,en aquel monte tibio, carnal bajo tu celo,tu ojo lleno de sapiencia velabasobre mi ingenua sangre tendida en las laderas.Y cuando de mi aliento ascendía el más gozoso cánticohasta mí el río encendido me acercaba tus gracias.
Entre las frondas de los pinos oscurosmudamente vertías tu tibieza invisible,y el ruiseñor silencioso sentía su garganta desatarse de amorsi en sus plumas un beso de tus labios dejabas.
Tendido sobre el césped vibrante,¡cuántas noches cerré mis ojos bajo tus dedos blandos,mientras en mis oídos el mágico pájaro nocturnose derretía en el más dulce frenesí musical!
Toda tu luz velaba sobre aquella cálida bola de plumaque te cantaba a ti, luna bellísima,enterneciendo a la noche con su ardiente entusiasmo,mientras tú, siempre dulce, siempre viva, enviabaspálidamente tus luces sin sonido.
En otras noches, cuando el amor presidía mi dicha,un bulto claro de una muchacha apacible,desnudo sobre el césped era hermoso paisaje.Y sobre su carne celeste, sobre su fulgor rameadobesé tu luz, blanca luna ciñéndola.
Mis labios en su garganta bebían tu brillo, agua pura, luz pura;en su cintura estreché tu espuma fugitiva,y en sus senos sentí tu nacimiento tras el monte incendiado,pulidamente bella sobre su piel erguida.
Besé sobre su cuerpo tu rubor, y en los labios,roja luna, naciste, redonda, iluminada,luna estrellada por mi beso, luna húmedaque una secreta luz interior me cediste.
Yo no tuve palabras para el amor. Los cabellosacogieron mi boca como los rayos tuyos.En ellos yo me hundí, yo me hundí preguntandosi eras tú ya mi amor, si me oías besándote.
Cerré los ojos una vez más y tu luz límpida,tu luz inmaculada me penetró nocturna.Besando el puro rostro, yo te oí ardientes voces,dulces palabras que tus rayos cedían,y sentí que mi sangre, en tu luz convertida,recorría mis venas destellando en la noche.
Noches tuyas, luna totaclass="underline" ¡oh luna, luna entera!Yo te amé en los felices días coronados.Y tú, secreta luna, luna mía,fuiste presente en la tierra, en mis brazos humanos.
HIJO DEL SOL
La luz, la hermosa luz del Sol,cruel envío de un imposible,dorado anuncio de un fuego hurtado al hombre,envía su fulgurante promesa arrebatada,siempre, siempre en el cielo, serenamente estático.
Tú serías, tu lumbre empírea,carbón para el destino quemador de unos labios,sello indeleble a una inmortalidad convocada,sonando en los oídos de un hombre alzado a un mito.
¡Oh estrellas, oh luceros! Constelación eternasalvada al fin de un sufrimiento terreno,bañándose en un mar constante y puro.Tan infinitamente,sobrevivirías, tan alto,hijo del Sol, hombre al fin rescatado,sublime luz creadora, hijo del universo,derramando tu sonido estelar, tu sangre-mundos.
¡Oh Sol, Sol mío!
Pero el Sol no repartesus dones:da sólo sombras,sombras, espaldas de una luz engañosa,sombras frías, dolientes muros para unos labioshechos para ti, Sol, para tu lumbre en tacto.