Yo te veo, hermosísimo,amanecer cada día,sueño de una mente implacable,dorado Sol para el que yo nací como todos los hombres,para abrasarme en tu lumbre corpórea,combustible de carne hecho ya luz, luz sólo, en tu pira de fuego.
Sólo así viviría…
Pero te miro ascender lentamente,fulgurando tu mentida promesa,convocando tan dulce sobre mi carne el tibiocalor, tu hálito mágico,mientras mis brazos alzo tendidos en el aire.
Pero nunca te alcanzo, boca ardiente,pecho de luz contra mi pecho todo,destino mío inmortal donde entregarmea la muerte abrasante hecho chispas perdidas.
Devuelto así por tu beso a los espacios,a las estrellas, oh sueño primaveral de un fuego célico.Devuelto en brillos dulces, en veladora promesa,en ya eterna belleza del amor, con descanso.
COMO SERPIENTE
Miré tus ojos sombríos bajo el cielo apagado.Tu frente mate con palidez de escama.Tu boca, donde un borde morado me estremece.Tu corazón inmóvil como una piedra oscura.
Te estreché la cintura, fría culebra gruesa que en mis dedos resbala.Contra mi pecho cálido sentí tu paso lento.Viscosamente fuiste sólo un instante mía,y pasaste, pasaste, inexorable y larga.
Te vi después, tus dos ojos brillandotercamente, tendida sobre el arroyo puro,beber un cielo inerme, tranquilo, que ofrecíapara tu lengua bífida su virginal destello.
Aún recuerdo ese brillo de tu testa sombría,negra magia que oculta bajo su crespo acerola luz nefasta y fría de tus pupilas hondas,donde un hielo en abismos sin luz subyuga a nadie.
¡A nadie! Sola, aguardas un rostro, otra pupila,azul, verde, en colores felices que rielenclaramente amorosos bajo la luz del día,o que revelen dulces la boca para un beso.
Pero no. En ese monte pelado, en esa cumbrepelada, están los árboles pelados que tú ciñes.¿Silba tu boca cruda, o silba el viento roto?¿Ese rayo es la ira de la maldad, o es sóloel cielo que desposa su fuego con la cima?
¿Esa sombra es tu cuerpo que en la tormenta escapa,herido de la cólera nocturna, en el relámpago,o es el grito pelado de la montaña, libre,libre sin ti y ya monda, que fulminada exulta?
MAR DEL PARAÍSO
Heme aquí trente a ti, mar, todavía…Con el polvo de la tierra en mis hombros,impregnado todavía del efímero deseo apagado del hombre,heme aquí, luz eterna,vasto mar sin cansancio,última expresión de un amor que no acaba,rosa del mundo ardiente.
Eras tú, cuando niño,la sandalia fresquísima para mi pie desnudo.Un albo crecimiento de espumas por mi piername engañara en aquella remota infancia de delicias.Un sol, una promesade dicha, una felicidad humana, una cándida correlación de luzcon mis ojos nativos, de ti, mar, de ti, cielo,imperaba generosa sobre mi frente deslumbraday extendía sobre mis ojos su inmaterial palma alcanzable,abanico de amor o resplandor continuoque imitaba unos labios para mi piel sin nubes.
Lejos de rumor pedregoso de los caminos oscurosdonde hombres ignoraban tu fulgor aún virgíneo.Niño grácil, para mí la sombra de la nube en la playano era el torvo presentimiento de mi vida en su polvo,no era el contorno bien preciso donde la sangre un díaacabaría coagulada, sin destello y sin numen.Más bien, con mi dedo pequeño, mientras la nube detenía su paso,yo tracé sobre la fina arena dorada su perfil estremecido,y apliqué mi mejilla sobre su tierna luz transitoria,mientras mis labios decían los primeros nombres amorosos:cielo, arena, mar…
El lejano crujir de los aceros, el eco al fondo de los bosques partidos por los hombres,era allí para mí un monte oscuro pero también hermoso.Y mis oídos confundían el contacto heridor del labio crudodel hacha en las encinascon un beso implacable, cierto de amor, en ramas.
La presencia de peces por las orillas, su plata núbil,el oro no manchado por los dedos de nadie,la resbalosa escama de la luz, era un brillo en los míos.No apresé nunca esa forma huidiza de un pez en su hermosura,la esplendente libertad de los seres,ni amenacé una vida, porque amé mucho: amabasin conocer el amor; sólo vivía…
Las barcas que a lo lejosconfundían sus velas con las crujientes alasde las gaviotas o dejaban espuma como suspiros leves,hallaban en mi pecho confiado un envío,un grito, un nombre de amor, un deseo para mis labios húmedos,y si las vi pasar, mis manos menudas se alzarony gimieron de dicha a su secreta presencia,ante el azul telón que mis ojos adivinaron,viaje hacia un mundo prometido, entrevisto,al que mi destino me convocaba con muy dulce certeza.
Por mis labios de niño cantó la tierra; el marcantaba dulcemente azotado por mis manos inocentes.La luz, tenuamente mordida por mis dientes blanquísimos,cantó; cantó la sangre de la aurora en mi lengua.