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– ¿Tu lo besaste? ¿No te besó él?

Abatida, Roanna negó con la cabeza. No importaba que unos segundos después Webb la hubiera estrechado en sus brazos y le devolviera el beso. Ella lo había iniciado.

– ¿Te ha besado alguna vez Webb?

– Alguna vez. Pero sobre todo me revuelve el pelo.

Los labios del sheriff se contrajeron. -Quiero decir en la boca.

– No.

– ¿Estás encaprichada de él, Roanna?

Ella se quedó inmóvil, hasta la respiración se detuvo en su pecho. Entonces cuadró sus delgados hombros y lo miró con una desesperación tan cruda que él tragó en seco. -No,- dijo con patética dignidad. -Lo amo. – Hizo una pausa. -Sin embargo, él no me ama. No de la misma manera.

– ¿Es por eso por lo que lo besaste?

Ella comenzó a mecerse a si misma, un movimiento casi imperceptible pero significativo mientras luchaba por controlar su dolor. -Sé que no debería haberlo hecho,- susurró. -Lo sabía cuando lo hice. Jamás habría hecho nada para causarle a Webb tantos problemas. Jessie dijo que lo había hecho a posta, que sabía que ella estaba bajando, pero no lo sabía. Juro que no lo sabía. Estaba siendo tan cariñoso conmigo, y de repente no pude resistirme. Simplemente lo agarré. No tuvo la menor oportunidad.

– ¿Qué hizo Jessie?

– Empezó a gritarnos. Me llamó por todos los insultos que conocía, y a Webb, también. Nos acusó de… ya sabe. Webb trató de explicarle que no era lo que parecía, pero Jessie nunca escuchaba a nadie cuando se lanzaba a uno de sus ataques.

El sheriff puso su mano sobre la suya, dándole unas palmaditas. -Roanna, tengo que preguntarte esto, y quiero que me digas la verdad. ¿Estás segura de que no hay nada entre tú y Webb? ¿Has tenido alguna vez relaciones sexuales con él? Esta es una situación muy seria, cielo, y solo la verdad vale.

Ella lo miro inexpresiva, y se repente un ardiente rubor se extendió por su pálido rostro.- ¡No! – balbuceó, y se ruborizó aún más.- ¡Yo nunca… con nadie! Quiero decir…

Él le palmeó la mano de nuevo, interrumpiendo misericordiosamente su entrecortada respuesta. -No hay ninguna necesidad de avergonzarse,- le dijo, amablemente. -Haces lo correcto, valorándote así.

Deprimida, Roanna pensó que tampoco se tenía en tan alta estima; si en cualquier momento Webb le hubiera hecho señas con un dedo, ella habría acudido a la carrera y le hubiera dejado hacer lo que quisiera. Su virginidad era debida a su indiferencia, no a su propia moralidad.

– ¿Qué pasó entonces?- la animó él.

– Se marcharon arriba, aún discutiendo. O más bien discutía Jessie. Ella le gritaba, y Webb trataba de calmarla, pero ella no lo escuchaba.

– ¿Lo amenazó con hacer que lo borraran del testamento de Lucinda?

Roanna asintió. -Pero la Abuela pareció sorprendida por ello. Me sentí muy aliviado, porque no podría haber soportado ser la causa de que Webb perdiera Davencourt.

– ¿Oíste si ocurrió algo violento en sus habitaciones?

– Cristales rompiéndose, y entonces Webb le gritó que adelante y que pidiera el divorcio, y se marchó.

– ¿Le dijo que haría lo que fuera para deshacerse de ella?

– Creo que sí,- contestó Roanna, sin dudar, sabiendo que probablemente los demás habrían confirmado esto. -No lo culpo. Yo habría añadido mi paga a su pensión alimenticia, si eso hubiera ayudado.

Los labios del sheriff se estremecieron de nuevo. -¿No te caía bien Jessie?

Ella negó con la cabeza. -Era siempre odiosa conmigo.

– ¿Estabas celosa de ella?

Los labios de Roanna temblaron. -Tenía a Webb. Pero incluso si no lo hubiera tenido, sé que él no se sentiría interesado por mí. Nunca lo ha estado. Era agradable conmigo porque me compadecía. Después de que organizara tal anoche…quiero decir, después de que yo lo causara…decidí que podría irme a un internado como querrían que hiciera. Tal vez entonces podría hacer algunos amigos.

– ¿Oíste algo en sus habitaciones anoche después de que Webb se marchara?

Roanna se estremeció, una imagen de Jessie como la había visto por última vez destelló en su cerebro. Tomó aire. -No lo sé. Todos estaban enfadadísimos conmigo, hasta Webb. Estaba disgustada y me fui a mi habitación. Está en la parte trasera de la casa.

– Bueno, Roanna, ahora quiero que pienses con cuidado. Cuando subes la escalera, sus habitaciones están a la izquierda del pasillo de la fachada. Si hay luz en ellas, se puede ver bajo la puerta. Lo he comprobado yo mismo. Cuando te fuiste a tu habitación, ¿miraste en esa dirección?

Ella recordaba eso muy bien. Había echado un vistazo temeroso en la puerta de Jessie, temiendo que se abalanzara sobre ella como la Bruja Mala del Mago de Oz, y había tratado de ser muy silenciosa para que Jessie no la oyera. Asintió con la cabeza.

– ¿Había una luz encendida?

– Sí.- Estaba segura de ello, porque además había pensado que tal vez Jessie continuara en el dormitorio y no en la salita adyacente y así no la oiría.

– De acuerdo, ahora háblame de más tarde, cuando la encontraste. ¿A qué hora fue?

– Después de las dos. No había dormido. Seguía pensando en cómo lo había enredado todo y todos los problemas que le había causado a Webb.

– ¿Estuviste despierta todo el tiempo? – le preguntó bruscamente el sheriff. -¿Oíste algo?

Ella negó con la cabeza. -Ya se lo he dicho, mi dormitorio está en la parte de atrás, lejos de todos los demás. Se está muy tranquilo allí. Por eso me gusta.

– ¿Puedes decirme si oíste a los demás pasar para ir a acostarse?

– Oí a la Tía Gloria en el pasillo más o menos a la nueve y media, pero tenía la puerta cerrada y no sé lo que iba diciendo.

– Harlan dijo que empezó a ver una película aproximadamente a las ocho. A las nueve y media es muy pronto para que hubiera terminado

– Tal vez terminó de verla en su habitación. Sé que tienen una televisión en ella, porque la Abuela hizo que instalaran una conexión allí antes de que se trasladaran.

Él sacó su cuaderno y garabateó unas palabras, luego dijo, -Bien, volvamos a cuando fuiste a las habitaciones de Jessie esta madrugada. ¿Estaba la luz encendida entonces?

“No. La encendí cuando entré. Pensé que Jessie estaba en la cama, y entré en su habitación para despertarla y poder hablar con ella. La luz me deslumbro, y durante unos minutos no pude ver bien, y… m-me tropecé con ella.

Se estremeció otra vez y comenzó a temblar. El brillante rubor de un momento antes abandonó su cara, dejándolo cerúlea otra vez.

– ¿Por qué querías hablar con ella?

– Quería decirle que no había sido culpa de Webb, que él no hizo nada malo. Fui yo…actuando estúpidamente, como de costumbre,- dijo, apagada. -Nunca quise causarle ningún problema.

– ”Para, ¿por qué no esperaste hasta por la mañana?

– Porque quería dejarlo aclarado antes.

– ¿Entonces por qué hablaste con ella antes de irte a la cama?

– Soy una cobarde.- Le lanzó una mirada avergonzada. -No sabe lo desagradable que Jessie podía ser.

– No creo que seas una cobarde en absoluto, dulzura. Hace falta valor para admitir que algo es culpa tuya. Muchos adultos nunca aprenden a hacerlo.

Ella comenzó a mecerse otra vez, y la mirada atormentada regresó. -No quería que nada malo le pasara a Jessie, no algo así. Me había encantado si se le cayera todo el pelo o algo por el estilo. Pero cuando vi su cabeza… y la sangre… Ni siquiera la reconocí al principio. Siempre ha sido tan hermosa.

Su voz se calmó, y Booley permaneció sentado en silencio a su lado, pensando a toda velocidad. Roanna había dicho que encendió la luz. Todos los pomos y los interruptores de la luz habían sido ya tratados con polvo para sacar huellas digitales, así sus huellas deberían estar sobre aquel interruptor en particular, algo bastante fácil de comprobar. Si la luz estaba encendida cuando ella se había ido a su habitación, y apagada cuando entró para hablar con Jessie, eso significaba que o bien Jessie la había apagado después de que Webb se marchara, o alguien más lo había hecho. De cualquier manera, Jessie estaba viva cuando Webb había abandonado la casa.