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Eso no significó que él no pudiera haber vuelto más tarde y haber subido por la escalera exterior. Pero si se confirmaba su coartada en el Waffle Hut, entonces eso quería decir que no tenían suficientes pruebas circunstanciales para detenerlo. Infiernos, de todos modos no había motivo. No tenía un lío con Roanna, y no es que Booley le hubiera dado mucho crédito a esta teoría para empezar. Solo había sido un disparo a ciegas, nada más. Los hechos desnudos eran que Webb y Jessie habían discutido sobre algo que Roanna había admitido que era totalmente culpa suya, exonerando a Webb. Jessie lo había amenazado con la pérdida de Davencourt, pero nadie la había creído, de modo que no contaba. En el calor de la pelea, Webb le había gritado que adelante y que pidiera el divorcio, y se marchó de la casa. Jessie había estado viva entonces, tanto según el testimonio de Roanna como según la estimación del forense del momento de la muerte, basada en el grado de rigidez post-morten y la temperatura del cuerpo de Jessie. Nadie había visto u oído nada. Webb estaba en el Waffle Hut en el periodo de tiempo en el que había muerto Jessie. Bueno, tampoco es que habláramos de una gran distancia hasta aquí, conduciendo se podía llegar en aproximadamente quince o veinte minutos, así que entraba todavía dentro del reino de las posibilidades que hubiera regresado, la golpeara en la cabeza, y entonces tranquilamente condujera de regreso al Waffle Hut para establecer su coartada, pero las probabilidades de convencer a cualquier jurado de esto eran bastante pocas. Demonios, las probabilidades de convencer al fiscal del condado para efectuar una acusación con esa base eran aún menores.

Alguien había matado a Jessie Tallant. Roanna no. La muchacha era tan dolorosamente transparente y vulnerable, que dudaba que supiera siquiera mentir. Además, se apostaba el sueldo de un mes a que no tenía la fuerza necesaria para levantar el soporte de la chimenea, que era uno de los más pesados que había visto alguna vez, fabricado expresamente para las demasiado grandes chimeneas de Davencourt. Alguien con fuerza había matado a Jessie, lo cual señalaba a un hombre. Los otros dos hombres en Davencourt, Harlan Ames y el encargado de los establos, Loyal Wise, no tenían ningún motivo.

Así que, o bien el asesino era Webb-y a menos que Webb lo admitiera, Booley sabía no había modo de demostrarlo – o un extraño. No había ninguna señal de que hubieran forzado la entrada, pero para su asombro había descubierto que ninguno de los que aquí vivían cerraban las puertas de sus balcones, así que la fuerza no habría sido necesaria. Tampoco faltaba nada, lo que les hubiera dado el robo como motivo. Lo que estaba claro es Jessie estaba muerta y no contaba con ningún móvil evidente para tal hecho, y era condenadamente difícil conseguir que condenaran a alguien por asesinato sin darle al jurado un móvil que pudieran creer.

Este era uno de esos asesinatos que no iba a resolverse. Lo sentía en sus huesos, y le ponía furioso. No le gustaba que los infractores de la ley se fueran de rositas, ni por el robo de un paquete de chicles, así que mucho menos por asesinato. Que Jessie hubiera sido evidentemente una bruja malcriada no tenía la menor importancia; seguía sin merecer que le aplastaran la cabeza.

Bueno, lo intentaría. Comprobaría todos los hechos, verificaría la coartada de Webb, y presentaría lo que tuviera a Simmons, pero sabía que el fiscal les iba a decir que no tenían caso.

Suspiró, se puso en pie, bajo la mirada hacia la desamparada personita que continuaba sentada en el sofá, y se acercó para ofrecerle un poco de consuelo. – Date un poco más de crédito, dulzura. No eres estúpida y no eres una cobarde. Eres una muchacha dulce, simpática, y a mi me caes muy bien. “

Ella no contestó, y él se preguntó si lo habría oído siquiera. Había pasado por tanto en las últimas doce horas, que era una maravilla que no hubiera sucumbido a la tensión. Le dio unas palmaditas en el hombro y abandonó la habitación en silencio, dejándola a solas con sus remordimientos, y sus espantosos recuerdos de esta noche.

Capítulo 7

Los siguientes días fueron un infierno.

El área al completo de Shoals, que comprendía Tuscumbia, Muscle Shoals, Sheffield, y Florence, las cuatro ciudades que se arracimaban donde Colbert y el condado de Lauderdale confluían con el Río Tennessee, tenían la atención clavada en el espectáculo del sangriento asesinato del miembro de una de las familias más prominentes del condado de Colbert, y la consiguiente investigación de su marido como posible asesino. Webb era muy conocido, aunque todavía no tan respetado aún, como Marshall Davenport lo había sido, y por supuesto, todo el que era alguien conocía a Jessie, la estrella de la alta sociedad local. El chisme se extendió como la pólvora. Webb no había sido detenido, y lo único que el sheriff Eatts había dicho es que lo habían interrogado y puesto en libertad, pero en lo que respectaba a todos esto era como decir que él lo había hecho.

A causa de lo cual, y en vista de cómo su propia familia lo trataba, los cotilleos volaban. Lucinda rompía a llorar siempre que lo veía, y aún no había sido capaz de hablar con él. Gloria y Harlan Ames estaban convencidos de que Webb había matado a Jessie, y aunque públicamente no habían hecho ninguna declaración, sí habían dejado caer unos cuantos comentarios a sus amigos más íntimos, de los de “entre tú y yo”. Los más íntegros manifestaron su desaprobación cuando el chismorreo se fue extendiendo, pero esto no evitó que creciera como la mala hierba.

Los dos hijos de Gloria y Harlan, Barón y Lanette, mantuvieron a sus respectivas familias tan alejadas de Webb como pudieron.

Sólo la madre de Webb, Yvonne, y su tía Sandra parecían convencidas de su inocencia, pero claro, era lógico. Él siempre había sido el favorito de Sandra, mientras que prácticamente ignoraba a los nietos de Gloria. Una definitiva escisión iba dividiendo la familia. Y en cuanto a Roanna, que había descubierto el cuerpo, se decía que estaba enferma por el shock y prácticamente se había secuestrado a si misma. Siempre había sido como un cachorrito pegado a los talones de Webb, pero ni siquiera ella se acercaba a él. El rumor era que no habían hablado desde la muerte de Jessie.

Las malas lenguas extendieron el rumor de que Jessie había sido salvajemente golpeada antes de que la hubieran matado; alguien más añadió que había sido mutilada. Comentaron que Webb había sido sorprendido en flagrante delito con Roanna, su primita, pero la incredulidad le impidió creerlo realmente. Tal vez lo habían pillado, ¿pero con Roanna? Venga ya, si era flaca como un poste, poco atractiva, y no tenía ni idea de cómo atraer a un hombre.

De todos modos, obviamente Webb había sido pillado con alguien, y el chisme voló mientras se especulaba sobre la identidad de la desconocida.

La autopsia de Jessie fue completada, pero los resultados no se hicieron públicos pendientes del resultado de la investigación. Se efectuaron los arreglos para el entierro, y asistieron tantas personas a la iglesia que no cabían todos. Incluso gente que no la conocía personalmente asistió por curiosidad. Webb permaneció de pie solo, una isla alrededor de la que todos los demás fluctuaban, pero sin tocarlo jamás. El sacerdote le presentó sus condolencias. Nadie más lo hizo.