Выбрать главу

– ¿Entonces no crees que haya sido su amante?

– No lo sé. No hay ninguna razón para ello. Por otra parte, si yo soy el verdadero objetivo y lo he sido desde el principio, significa que Jessie murió porque era mi esposa. Pensé que a lo mejor había sorprendido al asesino, como tú, y la mató para que no pudiera identificarlo. Me he asegurado de que todo el mundo sepa que no puedes recordar nada de la noche en que fuiste atacada, para que no tuviera ninguna razón para regresar. Pero cuando te cortaron los cables de los frenos, supe que era algo más. El boicot de tu coche estaba dirigido expresamente contra ti.

– Porque vamos a casarnos-, dijo ella, sintiéndose enferma por dentro. -¿Pero cómo ha podido averiguarlo tan rápido? ¡Si lo decidimos tan solo ayer por la mañana!

– Empezaste con los preparativos ayer-, dijo Webb, encogiéndose de hombros.-Piensa en toda la gente a la que llamaste y en toda la gente que ellos deben habérselo contado. Las noticias vuelan. Quienquiera que sea debe odiarme mucho, para ir primero a por Jessie, y después a por ti.

– Pero la muerte de Jessie tuvo que ser improvisada-, disintió Roanna. -Nadie podía saber que discutiríais esa noche o que tú te marcharías a un bar. Normalmente habrías estado en casa.

– Lo sé, -dijo él, expulsando el aire con fuerza, frustrado. -No puedo encontrar explicación para nada de ello. No importa como lo plantee, siempre hay detalles que no cuadran.

Ella se levantó de la cama y se acercó a él, necesitando de su proximidad. El la rodeó con sus brazos y la estrechó contra si, remetiendo la manta mejor alrededor de sus hombros. Ella descansó la cabeza sobre su pecho, aspirando suavemente el cálido y almizcleño olor de su piel. Era increíble que algo así le estuviera pasando. -¿Por qué crees que volverá esta noche?

– Porque ha hecho varias tentativas en poco tiempo. Sigue volviendo, intentando algo diferente cada vez. Loyal vigila desde los establos. Si ve algo, me llamará al móvil, y entonces avisaremos al sheriff.

– ¿Vas armado?

Él hizo un gesto con la cabeza hacia la cómoda. -Allí.

Ella giró la cabeza y en la penumbra pudo distinguir una forma más oscura sobre el mueble. De golpe supo qué había de diferente en su actitud. Axial debía haber sido su aspecto cuando rastreó a los ladrones de ganado en México: como un cazador, un depredador. Webb no era normalmente un hombre inclinado a la violencia, pero mataría para proteger lo suyo. No estaba excitado o tenso; el sordo latido de su corazón bajo su cabeza era regular. Estaba tranquilo, despiadadamente resuelto.

– ¿Y si no ocurre nada esta noche?- le preguntó ella.

– Entonces lo intentaremos otra vez mañana por la noche. Finalmente, lo atraparemos.

Ella permaneció de pie, junto a él durante mucho tiempo, mirando fijamente hacia fuera a la noche iluminada por la luna hasta que los ojos le dolieron. Nada se movía, y los grillos chirriaban tranquilos.

– ¿Estás seguro de que la alarma está conectada?

Él hizo un gesto hacia el cajetín de la alarma situado junto a las puertaventanas del porche. Una diminuta luz verde brillaba ininterrumpidamente. La luz roja se encendería si cualquier puerta fuera abierta, y si no se introducía el código en quince segundos, la alarma sonaría.

Webb parecía tener la paciencia de Job y la resistencia de un corredor de maratón. Permanecía inmóvil, aguardando, pero Roanna no podía estar sin moverse tanto tiempo. Caminó despacio alrededor de la oscura habitación, sujetando la manta alrededor de ella, hasta que Webb le dijo suavemente,- ¿Por qué no te acuestas y descansas un poco?

– Tengo insomnio, ¿recuerdas?- replicó ella. -Sólo duermo después de…

Calló, y él se rió entre dientes.-Podría contestar, pero me callaré. Me parece que le voy a coger el gusto a este extraño tipo de insomnio-, bromeó. -Me incentiva.

– No había notado que necesitaras ninguno.

– Puede que cuando llevemos casados treinta años más o menos, yo… -Se interrumpió a media frase, con todo el cuerpo en tensión.

Roanna no se acercó a la ventana, aunque este fue su primer impulso. Llevaba un camisón blanco; aparecer frente a la ventana podría delatar su posición. En cambio susurró, -¿Ves a alguien?

– El hijo de puta está subiendo por la escalera de atrás-, murmuró él. -No lo he visto hasta ahora mismo. Probablemente Loyal tampoco-. Saco el móvil del bolsillo y marcó el número privado de Loyal. Segundos más tarde dijo en voz baja, -Está aquí, subiendo a la galería superior por la escalera de atrás-. Eso fue todo. Cerró el teléfono y volvió a metérselo en el bolsillo.

– ¿Qué hacemos?- susurró ella.

– Esperar y ver lo que hace. Loyal está llamando al sheriff, y vendrá como refuerzo-. Cambió ligeramente de posición para tener mejor ángulo de vigilancia del silencioso intruso. La luz de la luna cruzó por su rostro. -Se dirige hacia la parte de delante… Ahora no puedo verlo.

Una luz roja parpadeó, llamando la atención de Roanna. Miró hacia el cajetín de la alarma. -¡Webb, ha entrado en la casa! -La luz parpadea.

El maldijo en voz baja y cruzó la habitación para coger el revolver de encima de la cómoda.

Aún mirando fijamente la luz, Roanna dijo, asustada, -Ha dejado de parpadear. Está verde otra vez.

Él se acercó a la alarma y contempló el cajetín. -Alguien lo ha dejado entrar-. Su voz era casi inaudible, pero cargada de una serena amenaza que no auguraba nada bueno para alguien.-Corliss.

Se quitó los zapatos y silenciosamente se dirigió hacia la puerta.

– ¿Qué vas a hacer?- le preguntó Roanna ferozmente, tratando de mantener la voz baja. Lo cual era difícil, ya que la cólera y el miedo se deslizaban por sus venas con cada latido de su corazón. Se estremeció por la necesidad de ir con él, pero se obligó a no moverse. No tenía nada con lo que protegerse, y lo último que él necesitaba era tener que preocuparse de ella.

– Trato de ir tras él-. Abrió la puerta apenas un centímetro, escrutando el pasillo en busca del intruso. No vio nada. Decidió esperar, con la esperanza de que el hombre delatara su posición. Creyó haber oído un débil sonido, como un susurro, pero no podía estar seguro.

Los segundos pasaban, y Webb se arriesgó a abrir la puerta un poco más. Ahora podía ver todo el pasillo de este lado que conducía a la parte delantera de la casa, y el vestíbulo estaba vacío. Se deslizó fuera de la habitación y bajó hacia el vestíbulo de atrás, sus pies desnudos no hacían ningún ruido sobre la alfombra, y se mantuvo pegado a la pared. Mientras se acercaba a la esquina redujo la marcha, levantó la pistola y le quitó el seguro. Con la espalda pegada contra la pared, echó un veloz vistazo a la vuelta de la esquina. Una oscura figura surgió al otro extremo del vestíbulo. Webb se hizo atrás, pero no a tiempo; lo habían visto. Un disparo atronador reverberó por la casa, y el yeso salió volando de la pared.

Webb blasfemó brutalmente al mismo tiempo que salía al descubierto, rodando sobre si mismo, y apuntando con su pistola. Apretó el gatillo, la pesada arma dio una sacudida en su mano, pero la oscura figura del otro extremo se lanzó hacia la puerta de Lucinda. El humo llenó el vestíbulo, y el hedor de la pólvora ardía en sus fosas nasales mientras Webb se ponía en pie y se lanzaba en aquella dirección.

Como esperaba, los disparos causaron que toda la familia abriera sus puertas y asomaran las cabezas. -Malditos seáis, volved a las habitaciones-, les gritó, con furia.

Gloria lo ignoró y salió al pasillo. -¡No me maldigas!- le espetó.- ¿Qué demonios ocurre?

A su espalda, el atacante apareció en el vestíbulo, pero Gloria se interponía entre ellos y Webb no podía disparar. Sin miramientos, la empujó, y con un grito cayó al suelo.

Y él se quedó congelado, repentinamente indefenso. El hombre tenía uno de los brazos alrededor del cuello de Lucinda, sosteniendo a la frágil anciana delante de él como un escudo. Sostenía el arma con su otra mano, apretando el cañón contra la sien de Lucinda, y lucía una salvaje sonrisa en su cara.