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—Dioses —dijo Jag—. Eso explica por qué puede hundirse en objetos sólidos. Probablemente pasaría sin problema alguno si no fuera por la fricción causada por los gránulos de materia normal de carbono e hidrógeno contaminándola y… ¡Claro! Eso explica también por qué podemos verla. Si estuviera hecha sólo de quarks-efecto, sería invisible, porque la reflexión y absorción de luz depende de la vibración de cargas. Estamos viendo sólo el polvo interestelar atrapado por la gravedad dentro de la materia-efecto, como arena en gelatina —miró a la pantalla—. De acuerdo; no interacciona electromagnéticamente. ¿Qué pasa con las fuerzas nucleares?

—Las atracciones nucleares fuerte y débil que la afectan —dijo Delacorte—. Pero esas fuerzas actúan a tan corta distancia que dudo de que obtengamos interacción con materia normal a través de ellas, excepto a presiones y temperaturas increíblemente altas.

Jag quedó inmóvil un momento, pensando. Cuando volvió a hablar, su ladrido sonaba apagado.

—Es increíble —dijo—. Sabíamos que el arma de los Estampadores podía romper enlaces químicos, pero convertir materia normal en materia-efecto es…

—¿El arma de los Estampadores? —dijo Delacorte, arqueando las cejas grises—. ¿Eso es lo que cree que ha creado esta sustancia? No, lo dudo. Todo ese polvo tardaría miles de años en ser recogido por las esferas. Mi suposición es que estamos viendo un fenómeno natural.

—Natural —dijo Jag, repitiendo el ladrido que su implante traductor le había proporcionado—. Fascinante. ¿Qué hay de los efectos gravitatorios?

—Bueno, cada uno de los quarks-efecto tiene una masa unas setecientas dieciséis veces mayor que la del electrón; eso es más o menos un dieciocho por cien más que un quark arriba o abajo. De modo que un átomo-efecto tiene un poco más de masa, y por tanto produce algo más de gravedad que un átomo normal con un número comparable de nucleones. Eso sí, que me cuelguen si sé cómo hacen esos quarks-efecto para interactuar químicamente.

Jag paseaba arriba y abajo.

—De acuerdo —dijo—. De acuerdo. A ver qué tal esto. Propongamos dos fuerzas fundamentales más aparte de las cuatro tradicionales. De todos modos desde que el Modelo Estándar dejó de ser válido hemos estado buscando otras fuerzas. Digamos que una fuerza es a larga distancia y repulsiva… Cervantes y yo ya la hemos observado actuando al intentar juntar dos piezas de gravilla con rayos tractores. La otra fuerza actuaría a distancias intermedias y sería atractiva.

—¿Y eso en qué nos ayuda? —preguntó Delacorte.

—Bueno —dijo Jag—, la química normal es el resultado del solapamiento de orbitales de electrones rodeando núcleos cargados; aquí no ocurre nada de eso. Pero si la fuerza atractiva a media distancia fuera más fuerte que la fuerza nuclear débil, entonces podría actuar casi como una «meta-carga», haciendo posible un tipo de «meta-química Podría unir átomos sin tener que depender del electromagnetismo. Mientras tanto, la fuerza repulsiva a larga distancia actuaría repeliendo los quarks-efecto entre sí. Sólo sería superada por la propia gravedad del quark cuando hubiera suficiente densidad de masa para forzar la unión. Es parecido a la gravedad juntando protones y electrones para hacer una estrella de neutrones a pesar de la presión de degeneración intentando mantener a un electrón fuera de los orbitales de los demás —miró a Rissa—. Esto significa que tenemos una «meta-química» que puede generar reacciones posiblemente complejas a nivel molecular, pero a nivel macromolecular la materia-efecto sólo puede juntarse en masas del tamaño de mundos, cuya propia gravedad sea suficiente para superar la fuerza repulsiva.

Delacorte pareció impresionada.

—Si puede desentrañar la mecánica de todo eso, ganará el Nobel de Kayf-Dukt seguro. Es ciertamente increíble… un tipo completamente diferente de materia que sólo interactúa levemente con materia bariónica…

—¡Pastark! —ladró Jag—. Por todos los dioses, ¿saben lo que es esto? —su pelaje ondulaba como el trigo en un vendaval.

—Díganos —dijo Rissa, irritada.

—No deberíamos llamarlo «materia-efecto» —dijo Jag—. Esta cosa ya tiene un nombre común perfectamente válido. —Sus dos ojos derechos miraron la imagen de Delacorte, y los izquierdos a Rissa—. ¡Materia oscura!

—¡Dios mío! —dijo Delacorte—. Dios mío, creo que tiene razón. —Sacudió la cabeza, maravillada—. Materia oscura.

—Lo es —aulló Jag—. Forma la mayoría de nuestro universo, y hasta ahora no hemos sabido qué era. ¡Este es el descubrimiento del siglo! —Sus cuatro ojos se cerraron, imaginando la gloria.

Delta Draconis

—¿Cómo era Saul Ben-Abraham?—preguntó Cristal.

Keith miró la simulación del bosque, pensando en todas las maneras de describir al hombre que había sido su mejor amigo. Alto. Bullicioso. Carcajadas que se podían oír a un kilómetro de distancia. Alguien que podía identificar cualquier canción a partir de tres notas. Un hombre que podía beber más cerveza que nadie que Keith hubiera conocido; debía tener una vejiga del tamaño de Islandia. Finalmente, Keith se decidió por:

—Peludo.

—¿Perdón?—dijo Cristal.

—Saul tenía una enorme barba —dijo Keith—. Le cubría casi toda la cara. Y tenía una sola ceja enorme, como un chimpancé que se hubiera puesto el antebrazo en la cabeza. La primera vez que lo vi en pantalones cortos quedé asombrado. El hombre parecía un sasquatch.

—¿Sasquatch?

—Un primate mítico de mi zona de la Tierra. Aún recuerdo verle en pantalones cortos por primera vez y decir «Vaya, Saul, sí que tienes las piernas peludas». Soltó una de esas risotadas suyas y dijo «Sí, ¡como un hombre!» Yo dije que era más bien como diez hombres. —Keith hizo una pausa—. Dios, cómo lo echo de menos. Amigos así, que significan tanto para uno, aparecen quizá una vez en la vida.

Cristal no dijo nada durante unos momentos.

—Sí —dijo por fin—. Supongo que eso es cierto.

—Por supuesto —dijo Keith—, Saul era mas que una espesa capa de pelo. Era brillante. La única persona que he conocido que podría ser más inteligente que él es Rissa. Saul era astrónomo. Descubrió el atajo de Tau Ceti a partir de su huella en el hiperespacio. Debería haber ganado un Nobel por ello… Pero no los otorgan póstumamente.

—Comprendo tu pérdida —dijo Cristal—. Es como si… Oh, perdóname. Mi analizador dice que he recibido un paquete mental. ¿Me disculpas un momento?

Keith asintió. Cristal dio un paso curioso, como hacia un lado, y desapareció. Sin duda se había ido por una puerta oculta por la simulación del bosque que llenaba el hangar, la única prueba visual directa que tenía Keith de que no estaba realmente en la Tierra. Bien, si había una puerta, Keith quería encontrarla. Palmeó el aire en el punto por el que había desaparecido Cristal, pero no había nada.

Sin embargo, tenía que haber una pared por algún lado. El hangar no era tan grande. Keith empezó a caminar, suponiendo que tendría que acabar topando con una pared. Siguió durante quizá unos quinientos metros sin encontrar ningún obstáculo. Por supuesto si su (empezó pensando «captor» de nuevo, pero lo acabó sustituyendo por «anfitrión»), si su anfitrión estaba siendo listo, podía haber manipulado las imágenes para hacer pensar a Keith que estaba caminando en línea recta cuando realmente estaba yendo en círculos.