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Cristal pareció considerarlo unos momentos.

—Parece alguien a quien deberías conservar a tu lado, Keith.

Keith miró al hombre transparente, perplejo.

III

Un juego de construcción. Ésa era la imagen que tenía Keith Lansing en mente dos años atrás, mientras veía cómo los componentes de Starplex eran ensamblados en los astilleros orbitales de Rehbollo. La gigantesca nave estaba hecha sólo de nueve piezas, ocho de las cuales eran idénticas entre sí.

La pieza más grande era la combinación de eje/disco central. El disco tenía 290 metros de diámetro y 30 metros de grosor. El eje cuadrado se extendía a un lado y otro del centro del disco, 90 metros en cada dirección, haciendo que Starplex tuviera 210 metros de alto en total. Cada uno de los extremos del eje tenía instalado el disco parabólico de un radiotelescopio hiperespacial.

El disco central consistía de hecho en tres anchos anillos rodeando al eje. El primero, con un radio de 95 metros, era un vasto espacio que se llenaría con 686.000 metros cúbicos de agua salada, formando el puente océano. El segundo, de veinte metros de ancho y diez puentes de grosor, era el toroide de ingeniería. El último anillo estaba formado por los ocho gigantescos almacenes de Starplex y veinte muelles de atraque y hangares, con las compuertas dispuestas a lo largo del borde curvado del disco.

Las otras piezas eran los ocho módulos habitables. Cada uno era un prisma recto triangular de noventa metros de altura, noventa metros de ancho en la base, y treinta metros de grosor. Había un módulo unido a cada una de las cuatro caras del eje que sobresalía del disco, con otros cuatro módulos simétricamente dispuestos en la porción del eje que sobresalía por debajo del disco. Vista de perfil, la nave parecía un diamante atravesado por una barra. Vista desde arriba, era un círculo con los módulos habitables formando una cruz en el centro.

Cada módulo habitable estaba dividido en treinta puentes. Cualquiera de los módulos podía ser reemplazado para acomodar una nueva especie o equipo especial, o separarse del conjunto para formar una base para exploraciones a largo plazo en un nuevo sector.

En el año posterior a su botadura, las misiones de Starplex habían sido rutinarias. Pero ahora, por fin, se presentaba una situación real de primer contacto. Todo lo que la gran nave tenía que ofrecer sería puesto a prueba.

Enviaron una segunda sonda, más sofisticada, al recién abierto sector. También detectó las estrellas parpadeantes, y sus telescopios hiperespaciales indicaron que en las cercanías había masa equivalente a un sistema solar; para conseguir una mejor resolución de la distribución de la masa harían falta telescopios mucho mayores, tales como los que había a cada extremo del eje de Starplex.

Keith ordenó después el lanzamiento de una sonda con un humano y un ib del personal de Jag para volar al otro lado y efectuar un reconocimiento más completo. No viajaron en realidad al origen de las estrellas parpadeantes. No había manera de comunicarse en tiempo real a través de un atajo, de modo que si tenían problemas sería demasiado tarde para ayudar antes de que Starplex se diera cuenta. Pero sí que hicieron análisis electromagnéticos de amplio espectro, una completa búsqueda de señales de radio artificiales, y demás. Volvieron a Starplex informando de que no parecía haber peligro al otro lado, aunque la causa del firmamento parpadeante siguió eludiéndoles.

Keith esperó hasta que cada departamento hubo revisado los datos de ambas sondas y de la tripulación de exploración. Finalmente, decidiendo que el riesgo era bajo, ordenó a Thor que llevara a la misma Starplex a través del atajo al recién abierto sector de espacio.

La gente a veces usaba términos como «agujero de gusano» o «túnel» como sinónimos de «atajo», pero no eran correctos. No había espacio intermedio entre la entrada y la salida del atajo. Eran como puertas en habitaciones de una casa con muros del grosor del papeclass="underline" mientras cruzabas, estabas parte en una habitación y parte en otra. Tan sencillo como eso, salvo que las habitaciones estaban separadas por muchos años luz.

La Commonwealth había acabado por resolver cómo navegar por la red de atajos. En espacio normal, un atajo inactivo es un punto. Pero en el hiperespacio, ese punto está rodeado por una esfera giratoria de taquiones. Los taquiones se mueven por las trayectorias de millones de órbitas polares, todas ellas equidistantes, excepto una que falta en un lado, con su taquión dando vueltas por un sendero hemisférico. A ese estrecho hueco libre de taquiones se le llama el «meridiano cero», y significa que se puede tratar la esfera de taquiones como si fuera un planeta, con un sistema de coordenadas de longitud y latitud.

Para viajar a través de un atajo hay que trazar una línea recta hacia el punto en el centro de la esfera. Al aproximarse a ese punto, se pasa a través de la esfera por una latitud y longitud específicas. Estas coordenadas determinan el atajo por el que se saldrá: por qué punto de la galaxia salgas dependerá de la dirección por la que te hayas aproximado al atajo local.

Por supuesto, para que esto pueda suceder, tuvo que haber un atajo activo al principio que no estuviera asociado con ninguna especie; de otro modo no habría un lugar al que la civilización emergente pudiera viajar desde su atajo. El atajo inicial, al que llamaron Atajo Primordial, era claramente un regalo, otorgado por los constructores de los atajos. Estaba localizado en el corazón de la Vía Láctea, a la vista del agujero negro central. Las primeras expediciones de la Tierra no habían encontrado vida nativa allí, por supuesto; el núcleo de la galaxia era demasiado radiactivo.

Al principio de la Commonwealth, sólo había cuatro atajos activos: Tau Ceti, Rehbollo, Flatland, y Atajo Primordial. A medida que se activaban más atajos, los ángulos aceptables de aproximación para cada posible salida se empequeñecían. Cuando hubo una docena de atajos activos, quedó claro que para volver al atajo de Tau Ceti había que penetrar la esfera de taquiones que rodeaba el otro atajo por un punto a 115 grados de longitud este y 40 grados de latitud norte. En la Tierra esto quedaba cerca de Beijing, lo cual dio origen al sobrenombre de «New Beijing» para la colonia en Silvanus, el cuarto planeta de Tau Ceti.

Cuando una nave toca el atajo, el punto se expande, pero sólo en dos dimensiones. Forma un agujero en el espacio perpendicular a la dirección en la que viaja la nave. La forma del agujero es idéntica a la sección transversal de la parte de la nave que esté pasando a su través. La abertura queda enmarcada por un anillo violeta de radiación Soderstrom, causada por los taquiones derramándose por los bordes y convirtiéndose espontáneamente en partículas más lentas que la luz.

Un observador mirando un atajo de frente vería la nave desapareciendo en la entrada enmarcada en violeta. Mirando desde atrás, vería sólo un vacío negro ocultando las estrellas del fondo; el vacío tendría la misma silueta que el objeto desapareciendo por él.

Una vez la nave termina de atravesarlo, el atajo pierde su altura y anchura, colapsándose de nuevo en un punto, esperando al siguiente viajero galáctico…

Thor hizo sonar la alerta pretránsito, cinco redobles electrónicos en crescendo. Keith pulsó algunas teclas y su monitor número dos se dividió. Un lado mostraba el espacio normal, en el que el atajo era invisible; el otro una simulación por ordenador basada en los escáneres hiperespaciales, mostrando el atajo como un brillante punto blanco sobre fondo verde, rodeado por una reluciente esfera naranja de líneas de campo.