Forbassach se sentó con rostro preocupado.
– Continuaré -prosiguió Fidelma-. En verdad, este asunto ha sido complicado. Tiene sus raíces en los pasados siglos y en el conflicto referente al reino de Osraige. Durante los últimos siglos, Laigin ha sostenido muchas veces que Osraige debería ser devuelto a su jurisdicción y cada vez, en sus asambleas, los brehons de los cinco reinos han mantenido la decisión inicial de cederlo a Muman.
»A1 mismo tiempo, durante los últimos doscientos años, la gente de Osraige ha sido gobernada por reyes de los Corco Loígde. Esto ha sido así porque san Ciaran de Saighir, hijo de un padre de Osraige y una madre de los Corco Loígde, impuso su propia familia en el trono después de que empezara a convertir a la gente de Osraige a la fe. Desde entonces, los descendientes de los jefes originarios han vivido con esta injusticia. Varios reyes Osraige de los Corco Loígde han muerto en peleas en esta tierra agitada.
«Resulta obvio que Laigin, que durante todos estos años ha ambicionado que se le devolviera Osraige, ha contemplado y, quizás incluso, alentado tales agitaciones.
Un coro de gritos airados se oyó procedente de los bancos donde se sentaban los representantes de Laigin. Muchos incluso se pusieron en pie y levantaron los puños contra Fidelma.
El gran brehon golpeó con su bastón sobre la mesa pidiendo orden.
Forbassach había vuelto a saltar en pie, pero Barrán se giró y lo miró de tal modo que se sentó sin decir nada.
– He de advertir a los representantes de Laigin que poco favorecerán su causa manifestándose de esta manera. -Volvió su mirada centelleante hacia Fidelma-. ¿He de recordaros, sor Fidelma, que, si un abogado incita a la violencia, ha de pagar una multa de un séd?
Fidelma inclinó la cabeza.
– Estoy contrita, Barrán. No pensé que mis palabras provocarían tal ira ni, de hecho, creí que fueran impugnadas. Lo que he dicho es simplemente algo que todos conocemos.
En ese momento, el Rey Supremo se inclinó hacia el gran brehon y le susurró algo. El gran brehon asintió con la cabeza y dio orden a Fidelma de continuar.
– La disputa por el reino de Osraige se convirtió el año pasado en una lucha entre Scandlán, el primo de Salbach de los Corco Loígde, e Illian, un descendiente de los reyes originarios. Scandlán mató a Illian hará un año.
Un murmullo inquietante se elevó, esta vez procedente de los bancos de Muman. Un hombre robusto se levantó acalorado. Tenía una mata de cabello rubio oscuro y una barba espesa.
– ¡Exijo hablar! -gritó-. Soy Scandlán, rey de Osraige.
– ¡Sentaos! -La voz de bajo del gran brehon sofocó el cuchicheo que resonaba en toda la iglesia-. Como rey, imagino que conoceréis las reglas por las que se rige esta asamblea.
– ¡Mi nombre está siendo mancillado! -protestó el jefe musculoso-. ¿No tengo la oportunidad de responder a mi acusador?
– Por ahora no hay acusación -dijo Fidelma-. ¿Cuál es el problema?
El Rey Supremo volvía a susurrar algo al gran brehon. Fidelma vio que el Rey Supremo esbozaba una sonrisa.
– Muy bien -admitió el gran brehon-. Quiero formular una pregunta a Scandlán. ¿Rey de Osraige, matasteis a Illian?
– Por supuesto -espetó el hombre de cabellos rubios oscuros-. Tengo derecho como rey a protegerme e Illian se había alzado contra mí y…
El gran brehon levantó la mano pidiendo silencio.
– Entonces parece que sor Fidelma lo único que ha hecho es exponer la verdad. Por ahora, no ha impugnado ningún motivo mezquino. Os escucharemos luego si alguno de los abogados eruditos os llama para dar testimonio. Hasta entonces, no interrumpiréis el proceso.
Se giró hacia Fidelma y le indicó que podía continuar.
– La muerte de Illian no fue el final de la controversia. Illian tenía una descendencia que entonces no estaban en la edad de elegir y que pudieran presentar al pueblo sus reclamaciones oficiales. El problema era que al parecer nadie sabía quiénes eran los descendientes de Illan, pues tenía varios hijos. A todos los habían enviado en adopción a Osraige hasta que llegara el momento en que el mayor de ellos tuviera la edad y pudiera presentar sus reivindicaciones ante el pueblo.
»Había dos personas interesadas en los herederos de Illan. Scandlán estaba interesado porque sabía que tarde o temprano esos herederos se enfrentarían a él de nuevo por el trono de Osraige. Y esto despertaba el interés de Fianamail de Laigin. Fianamail creía que, si se encontraba a los herederos y se les apoyaba en su lucha para derrocar a Scandlán, Laigin podría influir en el futuro de Osraige de manera que con el tiempo volviera a quedar bajo su autoridad.
Fidelma se detuvo un momento a la espera de reacciones, pero esta vez no se oyó clamor alguno.
– Sin embargo, los herederos de Illian habían desaparecido. La cuestión era cómo descubrir quiénes eran y dónde estaban. Una manera de descubrir la identidad de estos herederos, así al menos se pensaba, era examinar las genealogías de Osraige. Ahora bien, desde que los Corco Loígde gobernaban Osraige, sus amanuenses eran los que se habían ocupado de las minuciosas genealogías e historias. ¿Y dónde se guardaban esas genealogías?
Fidelma volvió a hacer una pausa y echó una mirada alrededor de los rostros expectantes en la ahora silenciosa iglesia de la abadía.
– Se guardaban aquí, aquí en Ros Ailithir.
Se oyó un murmullo general, pues algunos ya empezaban a ver por dónde iban los argumentos.
– Fianamail de Laigin envió a su mejor erudito a Ros Ailithir para que examinara las genealogías y localizara al heredero de Illian. Este estudioso no era otro que Dacán, hermano del abad Noé de Fearna y primo de Fianamail, el rey. ¡Ahora que Fianamail niegue esto con un juramento sagrado!
– ¡Una pregunta! -gritó Forbassach-. ¡Tengo derecho a hacer una pregunta!
El gran brehon admitió que así era.
– Si el actual rey de Osraige tuviera, tal como el abogado de Muman sugiere, tantos deseos de dar con los herederos de Illian, ¿por qué no envió a su propio estudioso para examinar esos escritos que están aquí, en su propio territorio familiar? Eso le hubiera resultado fácil.
– La respuesta más simple es que él, o más bien su familia, lo hizo -replicó Fidelma llanamente-. Pero yo he pedido a Fianamail que niegue que Dacán fué enviado aquí con ese encargo. Merezco una respuesta.
Forbassach se giró e intercambió unas breves palabras con Fianamail y el abad Noé de rostro severo. El gran brehon se aclaró la garganta y Forbassach sonrió.
– Cualquiera que fuera la investigación que llevara a cabo Dacán no anula el hecho de que fuera asesinado, y la responsabilidad de su muerte recae en el abad y en última instancia en el rey de Muman.
Su voz era firme, pero mostraba menos seguridad que en su exposición inicial.
– No -replicó Fidelma con énfasis-, si el propósito de Dacán de venir aquí no fue el que él dijo.
Esta vez fue el ollamh del gran brehon el que se inclinó hacia adelante y susurró algo al oído de Barrán. El gran brehon miró a Fidelma con gravedad.
– Si ésta es la base de vuestra contrarréplica, sor Fidelma, he de advertiros que se trata de una defensa débil. Dacán afirmó que quería investigar y enseñar en Ros Ailithir y, en base a eso, se le concedió la hospitalidad del rey de Cashel y del abad de Ros Ailithir. El hecho de que no especificara la naturaleza precisa de esa investigación no lo excluye de tener protección legal. Después de todo, llevaba a cabo una investigación.