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– ¡Zorra! ¡Asquerosa zorra! ¡Eres tan zorra como tu hermana!

– No metas a Tessa en esto.

– Debería hacer contigo lo que hice con ella.

– ¿Qué?

El rostro de Weston sobre Miranda tenía un gesto amenazador. Tenía la piel colorada y los ojos le ardían, rebosantes de lujuria. Miranda continuó agitándose, pero él era más fuerte, tenía los músculos jóvenes, firmes y bien trabajados en el campo de fútbol americano. Consiguió sujetarla por las muñecas, arrastrárselas por encima de la cabeza y juntarle las engarrotadas manos.

– Sé que eres una luchadora.

– ¡Déjame en paz!

– ¿Qué has dicho? ¿Qué te deje en paz? -Su sonrisa era obscena-. Eso es lo que intento, nena. Una y otra vez. Si puedes hacértelo con ese bastardo de Riley, también podrás abrirte de piernas conmigo.

Con la mano que le quedaba libre, se bajó la cremallera, y Miranda se dio cuenta de que no pensaba detenerse.

– No lo hagas, Weston -dijo Miranda, en tono de súplica.

Weston le tiró de la blusa, rompiéndole las costuras. Miranda se revolvió con violencia, a la vez que Weston le desgarraba las bragas. Empezó a gritar de nuevo, pero él le tapó la boca con la suya. Le aplastó los senos y empezó a moverse. Con la mano que le quedaba libre, encontró la hebilla del cinturón y lo arrojó al suelo.

El triunfo se reflejaba en sus ojos, erguido sobre ella encima del escritorio.

– Ahora, nena -gruñó, respirando con dificultad y sudando como el animal que era-, vamos a ver qué es lo que tienes para mí.

El corazón de Claire latía vertiginosamente. Apretaba entre las manos, frías como el hielo, el anillo de compromiso. Mordiéndose el labio, esperaba en el embarcadero, cerca del velero de Taggert. Observaba los destellos del diamante bajo la luz de la estrellas. ¿Qué estaba haciendo? Romper con Harley, con el maravilloso Harley, a causa de una estúpida atracción química que sentía por Kane Moran. «¿Qué pasa con las promesas y compromisos hechos contigo misma y con Harley? ¿Las protestas contra los miembros de tu familia?»

Cerró los ojos, se apoyó en la baranda y oyó el suave repiqueteo de una boya balanceándose sobre el mar. Kane iba a marcharse, a unirse al ejército, pondría rumbo a lugares desconocidos, y probablemente nunca más volvería a verle. No obstante, Claire estaba segura de que no sería feliz con un chico al que sólo hacía un mes le había jurado amor eterno.

«¡Qué guarra!»

Pero Harley tampoco había sido sincero. Lo aceptara Claire o no, había seguido viéndose con Kendall. Nunca había roto del todo con ella, incluso aunque se suponía que estaba comprometido con Claire.

Suspirando, respiró hondo aire salado y miró hacia el cielo, donde nubes de tormenta se movían constantemente en la oscuridad de la noche.

No estaba sola. El mismo gato esquelético del embarcadero que ya había visto en visitas anteriores al velero salió corriendo, saltando ágilmente en dirección a un pequeño bote amarrado en las proximidades. En otro amarre se encontraba un imponente yate, donde se estaba celebrando una fiesta, con voces altas y animadas, risas y música de los Eagles. «Hotel California» sonaba por encima del rumor del agua de la bahía.

– Venga, venga -susurró Claire con voz baja mientras miraba el reloj y deseaba que apareciera Harley. Ahora que había tomado la decisión quería seguir adelante. Tenía ganas de tomarse un respiro y acabar con aquella farsa de compromiso.

Welcome to Hotel California…

Claire reconoció el sonido del coche de Harley antes de verlo. Poco después, cuando el coche pasó a toda prisa por debajo de una farola, vio el brillo de las llamativas llantas y la pintura del chasis color verde esmeralda. «Dame fuerza», rogó en silencio, mientras se preguntaba si romper con él le dolería. Quizá se sentiría tan aliviado como ella al librarse de una relación que les había causado tantos problemas.

… pink champagne on ice…

La garganta se le secó al ver aparecer a Harley con paso rápido por el estropeado paseo del embarcadero.

– Claire -levantó la mano al saludarla, sonrió y caminó por la pequeña distancia que les separaba.

… we are all just prisoners bere, of our own device…

– Dios, cómo te he echado de menos -dijo Harley, abrazándola y dando vueltas con ella.

El corazón de Claire empezó a hacérsele pedazos. Tenía el rostro hundido en el cuello de Harley, mientras él la besaba con emoción contenida, emoción que Claire sintió a través de la elevada temperatura de su piel.

Sin embargo, ella no le correspondió. No podía. Harley intento darle un beso en los labios, pero ella le apartó la cara y se soltó de sus brazos.

– No. -Tenía la voz ronca y estaba a punto de romper a llorar. De pronto, aquello no parecía tan fácil como imaginaba.

– ¿Qué pasa? -preguntó Harley, con su atractivo rostro perplejo. Bajó la cabeza para acercarla a la de Claire.

… you can check out any time you hke, but you can never leave…

– Te he dicho que pares.

– ¿Va en serio? -Sonrió con aquella sonrisa tímida e insegura que en una ocasión había conseguido derretir el corazón de Claire.

– Muy en serio. Mira, Harley, tenemos que hablar -dijo, separándose de él.

Harley tenía una expresión desconfiada. Miró la mano de Claire, que no llevaba el anillo, y exhaló lentamente.

– Esto es por Kendall, ¿verdad?

A Claire se le partió el corazón. Aunque tenía pensando romper con él, no quería pensar que realmente le hubiese sido infiel. Sin embargo, la realidad se evidenció en la actitud desafiante que mostraba el rostro de Harley.

– No, en realidad no -contestó con voz ahogada. Aquella confesión tan rápida por parte de Harley la había herido profundamente. Suponía que los rumores eran ciertos, pero oírlo de sus propios labios…-. Es por nosotros. Esto… esto no funciona.

– Oh, Dios -Harley palideció. Su rostro se tornó de color azulado a la luz de los focos situados en el embarcadero.

– Creo que los dos lo sabemos.

Le tomó la mano, colocándole la palma hacia arriba, con los dedos separados, y le devolvió el anillo que anteriormente había llevado en su dedo.

– No -susurró Harley- Claire, no.

– Es lo mejor.

En los ojos de Harley empezaron a brotar lágrimas.

– Pero yo te quiero. Sabes que te quiero.

– No Harley, creo que no.

Él avanzó hacia ella, pero ella retrocedió.

– No.

Pero Harley ya le había agarrado los hombros con los dedos, arrimándose a ella…

– No puedo perderte.

– Hemos terminado.

– Le diré a Kendall que se acabó. Para siempre. Te lo juro. Encontraré la manera de que vea que te quiero. Sólo a ti.

– No, Harley…

La besó. Apretujándola. Las lágrimas le resbalaban por las mejillas. La volvió a besar. Claire podía notar el sabor salado en sus labios, y también rastros de alcohol.

– Renunciaría a todo por ti -juró-. A todo. -La cogió por el pelo y sollozó entrecortadamente contra su cuello.

– No, Harley, por favor, no… -Le escocían los ojos mientras él se aferraba a su cuerpo.

– Lo solucionaré. Te lo prometo. Nunca te arrepentirás, pero, por favor, Claire, no… No me digas que se acabó.

Claire, con el corazón roto, le abrazó.

– No puedo, Harley.

– Tú no me quieres -le reprochó él.

Claire se sintió tan malvada como la peor criatura del universo.

– No puedo cambiar lo que siento.

– ¡Pero yo sí! -La tomó de la mano, y empezó a llevarla en dirección al velero.

– No…

– Hay vino en el barco. Champán.

– No me apetece beber.

– ¡Ey! -una voz masculina y áspera se elevó entre el alboroto del yate cercano-. ¿Hay algún problema? ¿Te está molestando ese chico?