Un ruido extraño, sonoro aunque lejano. Los generales de su cerebro consideran los posibles orígenes del ruido. Era un ruido retumbante. ¿Será quizás uno de los terremotos tanto tiempo esperados, que quebrará los bordes del continente y lanzará al Pueblo Reloj a la Eternidad del Gozo? Podría haber sido el primer petardo nuclear de esa guerra que está en el pensamiento de todos: la situación internacional es desesperada. Sissy considera la posibilidad de despertar a Delores y trasladarse al nivel inferior de la cueva.
Vuelve a oír el ruido. Esta vez suena más cerca y su retumbar es menos apocalíptico. Viene, en realidad, seguido de un sonido más fuerte, más orgánico. ¿Vuelven las grullas chilladoras?, se pregunta. ¿O es alguna vaquera cazada en otro embrollo de vaqueros?
El ruido se acerca más…
Quizá sean los relojes, marcando un ritmo totalmente nuevo, midiendo acontecimientos inesperados en el continuo… por ejemplo, un ataque de risa del inconsciente colectivo, o súbitas vibraciones cósmicas que desafían los instrumentos de medición más refinados de la ciencia por ser tiernas y obscenas.
El ruido se aproxima aún más…
Sissy se incorpora en su lecho portátil. También Delores está despierta ahora.
Y fuera, en la Senda Siwash, siguiendo con luz de linterna un mapa dibujado con minucioso detalle por la única persona que podría haberlo dibujado (¡El Chink!) viene tambaleándose, tropezando, cayendo, maldiciendo y riendo entre dientes, el doctor Robbins, vuestro autor.
Tras haber reunido todo el material de este libro, el doctor Robbins no espera siquiera la luz del día, sino que se lanza, bigote primero, a la peligrosa obscuridad de Dakota para llegar a la Cueva Siwash. ¿Con qué propósito?
¿Creé realmente el doctor Robbins que se unirá a Sissy, que su semilla será la próxima que encienda el huevo de ésta, que será a él a quien llame papi la profetizada progenie de niños de grandes pulgares? ¿Cree él que compartirá la mayordomía pagana del Cerro Siwash… y que él es el agente del destino especial de Sissy Hankshaw?
El doctor Robbins no dirá lo que cree. Sólo:
Creo en todo; nada es sagrado / No creo en nada; todo es sagrado.
Ja ja jo jo y ji ji.
Parábola Especial de Propina
EN UN LUGAR solitario, junto a bosques y prados, hay una jarra de vinagre: el símbolo de la vida.
Confucio se acerca a la jarra, mete en ella un dedo y prueba el brevaje,
– Amargo -dice-. Aun así, creo que podría ser muy útil para aliñar ciertas comidas.
Buda se acerca a la jarra de vinagre, mete el dedo en ella y prueba.
– Amargo -comenta-. Puede mortificar el paladar. Y puesto que el sufrimiento ha de evitarse, debe tirarse esta substancia de inmediato.
El siguiente en meter el dedo en el vinagre es Jesucristo.
– Puf -dice Jesús-. Es ácido y amargo. No sirve para beber. Para que ningún otro tenga que beberlo, yo lo beberé todo.
Pero ahora se acercan a la jarra dos personas, juntas, desnudas, cogidas de la mano. El hombre tiene barba y patas peludas de cabrito. Su larga lengua está algo hinchada de unos poemas que ha estado recitando. La mujer tiene sombrero de vaquera, collar de plumas y cutis rosado. Su vientre y sus pezones muestran las señales de la maternidad; lleva un cesto de hongos y yerbas. Primero el hombre y luego la mujer, meten un dedo en el vinagre. Ella lame el pulgar de él y él el de ella. Al principio, hacen una mueca; pero casi inmediatamente abren amplias sonrisas.
– Es dulce -canturrean.
– ¡Dul-ce!
Esta obra, publicada por EDICIONES GRIJALBO, S. A.,
terminóse de imprimir en los talleres de Novagrafik, de
Barcelona, el día 26 de junio de 1978
Tom Robbins