Выбрать главу

Como si los Hitche no estuviesen sometidos a bastantes presiones, estaba el incordio de La Condesa.

Nadie reconocía con mayor lucidez que La Condesa el heroísmo de Sissy al intentar una feminidad normal. Nadie podía enumerar con más justeza que La Condesa los sacrificios que había hecho Julián por su matrimonio. (El pintor había llegado a deshacerse de su perro.) Aún así, La Condesa no podía resistir la tentación de fastidiarles, burlándose de sus motivaciones. Quizá sufriese la vergüenza secreta de los hombres que represan ríos y doman caballos. La Condesa, después de todo, había iniciado el matrimonio que había «domado» a Sissy Hankshaw… y lo único que podía mostrar como fruto de su intromisión en la libertad ajena era el hueco premio del propio matrimonio, y otra triunfal campaña publicitaria: las acuarelas de Julián eran al fin la sensación que habían sido las fotos de Sissy.

Mediados de septiembre. Llevaban ya nueve meses de matrimonio. La noche anterior había estallado una trifulca que tardaron la mayor parte de la noche en resolver. Aquella mañana gozaban de una frágil y vulnerable felicidad. Desde luego no necesitaban que el cínico bastón de La Condesa resolviese las cosas.

Pero desde el momento en que cruzó su umbral, se hizo evidente que La Condesa no había ido allí sólo a pasar el rato. Agitaba su boquilla como la lámpara de un guardafrenos; su dentadura cazaba sus palabras como Tom a Jerry.

– Sissy, Sissy, novia ruborosa, puedes dejar ya de marcar caminos por estos suelos de madera. Aquí viene La Condesa con un trabajo para ti, y qué trabajo…

– ¿Un trabajo para mí?

– No interrumpas a los mayores, sobre todo si son aristócratas. Un trabajo para ti, sí. Una vez más estoy a punto de marcar un hito en la historia de la publicidad. Y sólo tú, la chica Yoni Yum/Rocío puede ayudarme. ¡Julián, basta ya! Borra ese gesto de conejo herido de tu cara. Y si lanzas un solo jadeo, te cortaré inmediatamente de mi poste totémico. Este trabajo no interferirá en modo alguno en nuestra campaña de acuarela. Durará dieciocho meses, como sabes, y si eres un buen indio y te portas como es debido, quizá te renueve el contrato. No, este proyecto no es ni mucho menos para revistas. Voy a filmar un comercial como no se ha visto nunca en televisión.

– Pero llevas años sin utilizar la televisión -protestó Julián-. Creí que te habías hartado ya del tubo.

– Una Condesa tiene derecho a cambiar de idea. Mierda, oh, queridos, tengo que volver a la televisión. No hay elección posible. ¿No habéis leído lo que dicen los periódicos? ¡Esos tiernos filántropos del gobierno parecen decididos a arruinarme! Escuchad esto:

De uno de los varios pliegues de su arrugado traje de lino, sacó La Condesa un recorte de periódico y empezó a leer:

WASHINGTON (UPI) – La Food and Drug Administration (FDA) dijo el miércoles que los pulverizadores desodorantes femeninos son médica e higiénicamente inútiles y pueden provocar reacciones dañinas como ampollas, quemaduras y erupciones.

Propuso una nota de advertencia en cada bote que indique al consumidor: «Aviso: Sólo para uso externo. Rode por lo menos a veinte centímetros de la piel. Utilice poco y nunca más de una vez al día para evitar la irritación. No aplique el producto con una servilleta sanitaria. No lo aplique a piel resquebrajada, irritada o que pique. El olor persistente e insólito puede indicar la presencia de una afección que debe ver el médico. Si se produce una erupción, una irritación o una deposición vaginal insólita o desasosiego e incomodidad, abandone su uso de inmediato y consulte al médico.» Además de la nota de aviso, no debería permitirse que los productos llevasen en la etiqueta afirmaciones que destaquen valores higiénicos o médicos.

La agencia dijo que actuaba porque había estado recibiendo quejas de consumidores, algunos de los cuales sufrían problemas más graves después de la irritación o la erupción inicial.

«Aunque la FDA considera que las reacciones notificadas no son suficientes para justificar la eliminación de estos productos del mercado, sí las considera suficientes como para garantizar las propuestas advertencias obligatorias en la etiqueta», añadía.

– Mienda oh, queridos, esto es como para volverme asmático a mí también. Qué cara tienen esos tíos. ¿Qué sabrán ellos del olor femenino? Ninguno de esos políticos duerme con su mujer. Van todos a putas, y las putas saben cuidarse. Son mis mejores clientes. Apuesto a que detrás de este asunto anda ese Ralph Nader. Probablemente ha puesto a su batallón de muchachitos de la Ivy League que estudian derecho a inspeccionar vaginas de costa a costa, buscando ampollas frescas y deposiciones insólitas. Esto es una afrenta a una nación cristiana. Yo soy quien está intentando limpiar las cosas, librar a la raza humana de su hedor más pagano. ¿Pero creéis que esos imbéciles lo entienden? ¡Y después de mi sustanciosa aportación de fondos a la campaña del presidente! Voy a dar unos cuantos tirones de orejas en la Casa Blanca por esto. Veréis la que se arma, ya veréis. Aceptaron mi donativo, así que tienen que darse cuenta de que es mejor que sirvan a mis intereses porque si no compraré otro dirigente que lo haga. Esos cerdos no son las perlas que yo suponía.

»Pero me llevará un tiempo precioso desbaratar esta conjura de la FDA. El gobierno se mueve más despacio que un cerota encaramelado. En fin, mientras tanto, para desbaratar sus planes, pienso atacar por la televisión con un anuncio que hará girar las cuencas oculares y conquistará los corazones de las multitudes. ¡No me interrumpáis!

»Mi idea es esta: ¿Sabéis de mi rancho del Oeste? Es un rancho encantado. Bueno, hay unas cuantas cabezas de ganado para dar ambiente y desviar impuestos. Pero es un rancho de belleza, un sitio al que van mujeres desdichadas (viudas y divorciadas sobre todo) a adelgazar, a quitar arrugas, a cambiar de estilo de peinado y a prepararse para el próximo desengaño. Supongo que habéis oído hablar de esos lugares. Pero mi rancho es distinto. Hace un trabajo realmente bueno. Mi equipo enseña a. las clientes a tratar sus problemas de belleza más íntimos, los problemas que en los salones de belleza no se atreven a abordar, los que ignoran otros especialistas en salud. Ya sabéis a lo que me refiero. En fin, mi rancho se llama el Rosa de Goma por la pera de irrigación Rosa de Goma, que inventé yo, en honor de su bolsita roja, de la pera de irrigación más popular del mundo.

»En fin. Hay allí un lago pantanoso que no vale nada, a un extremo del rancho. Es vía de paso de las grullas chilladoras en su vuelo migratorio. La última bandada de grullas chilladoras salvajes que queda. Pues bien, estas grullas paran en mi charca (lago Siwash, se llama) dos veces al año, en primavera y en otoño, y pasan unos días descansando, comiendo, haciendo lo que hacen las grullas chilladoras, nunca las he visto, desde luego, pero tengo entendido que son magníficas, especímenes muy grandes, en fin, bichos inmensos; y blancos como la nieve, por acuñar una frase, salvo unas pequeñas manchas negras en las alas y en las plumas de la cola, y las cabezas que son de un rojo brillante. En fin, las grullas chilladoras, por si no lo sabíais, son famosas por su danza de apareamiento. Es el espectáculo más disparatado de la naturaleza. Probablemente sea la razón de que la «observación de pájaros» fuese tan popular entre doncellas viejas y diáconos. Imaginaos esas aves hermosas, gigantescas y extrañas en plena danza, saltando casi dos metros en el barro, arqueando los lomos, batiendo las alas, pavoneándose en el suelo. Queridos, es sobrecogedor. Y ahora imaginaos a esas aves haciendo la danza del sexo en la tele. Allí mismo, en la pantalla familiar, el rito sexual más refinado de la creación… y sin embargo, lo bastante limpio y puro para satisfacer al Papa. Con la encantadora Sissy Hankshaw (perdón, Sissy Hitche) al fondo. Con una túnica blanca, capucha roja añadida, y grandes mangas emplumadas bordeadas de negro. Es una imitación muy matizada de la grulla chilladora hembra, danza y camina sobre un gran nido en el que hay un bote de Yoni Yum. Y otro de Rocío. Fuera del campo de la cámara, un cuarteto de cuerda interpreta a Debussy. Una voz sensual lee unos versos sobre amor y cortejo. ¿Empezáis a entenderme? ¿No se os levanta el pelo de la nuca y aplaude? ¡Qué bueno soy, Dios mío!