La palabra clave aquí es secreto. Cuando la esencia del lazo se revela, la magia se esfuma o magos rivales pueden contrarrestarla. Así, También las vaqueras sienten melancolía ha de llamar vuestra atención sobre cierta magia que se deriva, digamos, de la acción de los aromas del cuerpo femenino sobre la última bandada superviviente de grullas chilladoras, pero no debe revelar nunca el lazo secreto que existe entre ellos.
Hmmmm. El autor se da cuenta de que el Capítulo 100 os desagrada. No sólo interrumpe la historia, dice demasiado y lo dice demasiado didácticamente. Bueno, es lógico que un libro sobre una mujer con pulgares como sacos de azúcar resulte un poco difícil de manejar.
Bueno, bueno, ya basta de champán. O me dais un beso u os largáis de aquí.
101
EXPRESIONES COMO «FACTORES sensibles», «normas de frecuencia», «longitudes de soporte» y «juntas plásticas especiales» empezaron a oírse en las riberas del Lago Siwash, donde hasta entonces sólo se habían oído señales radiofónicas de las ranas, fragmentos de la Ópera China de las Grullas y gritos ocasionales de las chicas. Se oían además, los ruidos masticadores de hambrientas sierras y el poc-poc de martillos adoptando el enfoque directo en su intento de enseñar a algunas jóvenes puntas impresionables los peligros implícitos de una sociedad permisiva, poc-poc-poc.
En su visita regular al lago, la profesora Inge Anne Nelsen y el director del refugio de Aransas se asombraron de toda la actividad que tenía lugar prácticamente enrnedio de las grullas chilladoras. Hicieron inmediatas pesquisas.
– Estamos construyendo una cúpula -contestó Bonanza Jellybean.
– ¿Una cúpula?
– No una vieja cúpula cualquiera. Una cúpula ártica, geodésica, hemisférica, de cuatro frecuencias y triple vidriado contra el frío. Por supuesto, la forma misma de la cúpula es ya una defensa contra el frío. Cualquier malicioso y chiflado viento serpientehielo tenderá a resbalar por su superficie redondeada en vez de ganar velocidad en las aristas, donde en un edificio rectilíneo se sentiría tentado a colarse. Los esquimales lo saben muy bien. Además, hay menos área superficial por la que pueda perderse el calor…
– Vamos, Jelly, eso no tiene importancia -interrumpió Big Red-. La mayor parte del calor se pierde por sitios como puertas y ventanas, en realidad. Y como sólo haremos una puerta de buen tamaño y un par de ventanitas desiguales, eso va a preocuparnos muy poco. Pero, de todos modos, pondremos vidriado triple como dijo Jelly. Va a ser una cúpula tipo ártico de verdad.
– ¿Como la cúpula en la que vive Santa Claus, Red? -dijo Kym.
– Jau jau -rió Big Red.
Habían colocado ya una base de viguetas de dos por ocho sobre vigas de ocho pies y, por su diámetro, los observadores oficiales pudieron darse cuenta de que la cúpula iba a ser considerablemente grande. No acababan de creerlo.
– ¿Para qué es eso? -preguntó el hombre de Aransas.
– ¿Por qué estáis construyéndolo tan cerca del lago? -preguntó la profesora Nelsen.
– Es para las grullas -les informó Jelly.
– i¿¿Para las grullas??! -su incredulidad era vidriado triple.
– Claro. Estamos casi a finales de agosto. Cuando llegue el invierno estos bichos necesitarán cobijo. Los días tranquilos y claros les romperemos el hielo y podrán andar por el lago. Pero cuando haya ventiscas y soplen los grandes vientos, necesitarán cobijo. Esta cúpula será su cuartel de invierno.
– Imposible -balbuceó el guardia de Aransas-. Nunca se meterán ahí, tan juntas, con un techo encima.
Pero mirando las aves que estaban a su alrededor y viéndolas y tan insólitamente tranquilas cerca de seres humanos, y con sólo diez metros o así de separación entre una familia de grullas y la siguiente, no se sintió tan seguro.
– ¿Significa esto que no esperáis que emigren a sus terrenos de invernada de Texas? -preguntó ásperamente la profesora Nelsen.
– No entiendo por qué habían de hacerlo -dijo Jellybean.
– Pues yo veo varias razones por las que deberían hacerlo -resopló la profesora Nelsen; con las manos en las caderas, como en la estatua de la Pelirroja Madona Escorpio Irascible-. Entre otras, su bienestar y su supervivencia. Supongo que no creeréis de veras que vais a poder meter a esta bandada de grullas chilladoras salvajes en un edificio disparatado…
– No tan disparatado, amiga -dijo Debbie, que había dejado de serrar postes para enjugar su sudorosa frente con una tela de oraciones de Katmandú-. No es ningún disparate. Se trata de un edificio redondo; los disparates son los edificios cuadrados. Bebe Agua, un hechicero dakota tuvo la visión, antes de que llegaran los blancos, de que su tribu sería derrotada y obligada a vivir en casas cuadradas. Cuando esto sucediese, las tribus dakota serían muy desdichadas. Alce Negro se quejaba de que era un mal sistema de vida. «No puede haber ningún poder en un cuadrado», decía. «Como veis, todo lo que hace un indio tiene forma circular, y eso es porque el Poder del Mundo siempre funciona en circulo, y todo tiende a ser redondo.» Tú eres zoóloga; deberías saber que en la naturaleza no hay cuadrados, ni en el macrocosmos ni en el microcosmos. La naturaleza crea en círculos y se mueve en círculos. Átomos y galaxias son circulares. Y la mayoría de las cosas orgánicas intermedias. La Tierra es redonda. El viento gira. El vientre no es una caja de zapatos. ¿Dónde están las esquinas del huevo y del cielo? Mira los nidos que hicieron esas grullas. Perfectamente redondos. El cuadrado es producto de la lógica y de la racionalidad. Lo inventó el hombre civilizado. Es obra de la conciencia masculina. Las tribus primitivas y las culturas matriarcales siempre rindieron homenaje a lo redondo. Mira tu vientre, profesora, ahí, bajo tu faja. Mira tus tetas. La mujer es un animal redondo. El macho, en su rebelión contra lo que es natural y femenino en el universo, ha utilizado la lógica como arma y como escudo. Todo el objeto de la lógica es cuadricular en el círculo. La civilización es un círculo cuadrado. Por eso ha sido tan penosa la suerte de las mujeres, y de la naturaleza, en las sociedades civilizadas. El deber de las mujeres avanzadas es enseñar a los hombres a amar otra vez el círculo. No, amiga mía, éste no será un edificio disparatado; será un edificio sano. A menos que seas tan idiota como para identificar lógica racional con salud. En cuyo caso esta estructura, y todo lo demás que hagamos, será tan disparatado como podamos. A las grullas no les importará cobijarse en nuestra cúpula. Es un edificio redondo hecho por animales redondos. ¡Yuji!
La profesora Nelsen y el guarda volvieron rápidamente a Mottburg a informar. Se celebró una conferencia, en mitad de la cual se hicieron llamadas telefónicas a Washington. A media tarde, un juez federal (sentado a una mesa cuadrada en una habitación cuadrada) emitió una orden. Al atardecer, había sido entregada en el Rosa de Goma.
La orden judicial exigía que las vaqueras dejasen de construir la cúpula. Las obligaba a retirar su equipo y a retirarse ellas del lago. A quitar guardianas y barricadas de las puertas y a permitir que el rancho fuese ocupado sin restricciones por personal del gobierno, que tomaría las medidas necesarias para restaurar unas condiciones normales entre la población de grullas chilladoras de Norteamérica. Las vaqueras tenían un plazo de cuarenta y ocho horas para cumplir la orden.
102
EL PEDÍCULO TUBULAR (la solapa cilindrica de piel abdominal bajo la cual el dedo índice policerizado de Sissy yació tres semanas injertado), fue cortado por un extremo, y ¡ta-ta-ta-ta-ta-dum!… ¡Ha nacido un pulgar!
Apareció, sí, un pulgar, pero ¿qué clase de pulgar? Encorvado y rojo (un pulgar para saludar flamencos, no grullas chilladoras), torpe y rígido, tan flacucho como grueso había sido su predecesor. Sissy ejercitaba este látigo petrificado de regaliz de fresa, intentando enseñarle algunos ejercicios simples de pulgar, cuando la NBC dio la noticia de la orden judicial del Rosa de Goma.