– Katherine quiere decírselo a los niños -advirtió Mark.
– No me parece una buena idea -dijo uno de los hombres-. Los niños hablarán.
– Pero es lo que Katherine quiere -replicó Mark-. La familia es muy importante para ella.
Y, evidentemente, también Katherine era importante para él. A Dani le gustó su actitud. También le había gustado que hubiera dejado claro que se había enamorado de su madre y que en aquel momento estaba dispuesto a plegarse a los deseos de su esposa. Eso significaba que era un buen hombre, ¿no?
Le habría gustado poder pasar más tiempo con él, a solas. Pero cuando un hombre optaba a la presidencia de un país, el tiempo era limitado. Así que tendrían que ir conociéndose poco a poco.
Miró a su alrededor. No había nada en aquel lugar que evidenciara que se estaba preparando una campaña para la presidencia. Pero era precisamente eso lo que estaba pasando. Su padre biológico quería optar a la presidencia del país.
Le bastaba pensar en ello para que le entraran ganas de reír como una adolescente. Ella era una chica tan normal que casi podía resultar aburrida. No pertenecía a un mundo tan complicado como aquél. Pero allí estaba, convertida en un miembro inesperado del clan Canfield.
El almuerzo duró menos de una hora. Antes de que Dani hubiera podido rodear la mesa para hablar con su padre otra vez, Mark salió de la sala de reuniones acompañado por los hombres de traje.
Dani le siguió con la mirada, intentando no sentirse desairada.
Alex recogió la libreta con la que había entrado en el sala.
– Tiene un par de llamadas que hacer. No es por ti.
Dani estaba destrozada; apreciaba las palabras amables de Alex y se pregunta si tendría el aspecto de un cachorro triste y abandonado.
– Gracias. Todo esto es muy diferente para mí. Me va a costar acostumbrarme.
– Cada vez te resultará más fácil.
Alex hizo un gesto para invitarle a salir de la habitación y, cuando Dani pasó por delante de él, posó la mano en su espalda.
Fue un gesto educado, casi frío, pero el cuerpo de Dani lo interpretó como si fuera mucho más. Podía sentir cada uno de sus dedos presionando su espalda y la necesidad de entregarse a aquella caricia fluyó en su interior con tanta fuerza que tuvo que concentrarse para no ceder a ella.
– Bueno, digamos que de momento tú me llevas mucha ventaja -contestó, esperando no parecer ni nerviosa ni estúpida-. De todas formas, no me vendría mal hablar un poco de lo extraño que es que no seamos parientes y, sin embargo, los dos podamos llamar a Mark «papá».
Alex le sonrió.
– Yo le llamo «senador».
– Y probablemente yo también debería hacerlo, ¿no?
– Tú no eres uno de sus empleados.
– No, a no ser que tu padre esté pensando en meterse en el negocio de la restauración -suspiró-. ¿Sabes si hay algún libro o algo parecido que se titule Cómo tratar con inesperados padres biológicos para estúpidos? Porque creo que no me vendría nada mal.
Alex sonrió de oreja a oreja y ella le devolvió la sonrisa. Fue una respuesta casi involuntaria a un hombre que no sólo era atractivo, sino que le gustaba. Se miraron a los ojos y, de pronto, Dani se descubrió a sí misma reviviendo el beso que habían compartido en tiempo real.
Había sido maravilloso. Mejor que maravilloso. Había sido un beso apasionado, excitante y tentador.
Y también un terrible error. Había más de quince razones por las que no deberían estar juntos bajo ningún concepto. Era…
Doblaron una esquina y vio a Katherine caminando hacia ellos. Dani se separó inmediatamente de Alex, al tiempo que intentaba luchar contra una repentina y extraña sensación de culpa. En realidad no estaba haciendo nada malo.
Estaba tan concentrada en comportarse de forma natural y en no parecer culpable que tardó varios segundos en fijarse en la mujer increíblemente atractiva que acompañaba a Katherine.
Los cuatro se detuvieron para saludarse.
– ¡Dani! -exclamó Katherine, como si realmente estuviera encantada de verla-. Cuánto me alegro de verte -se inclinó para darle un beso en la mejilla-. Quiero ser la primera en darte la bienvenida a la familia.
La amabilidad de Katherine era todo un misterio para Dani. ¿Aquella mujer era real?
– Gracias, es usted mucho más que amable.
– Sí, soy muchas cosas, y no todas buenas -contestó Katherine entre risas-. Dani, ésta es Fiona, mi ex nuera. Fiona, ésta es Dani Buchanan, la hija de Mark.
– Hola -contestó Dani mientras iba procesando aquella información.
– Encantada de conocerte -contestó la atractiva pelirroja con aire ausente.
Toda su atención estaba fija en Alex. Así que era la ex nuera de Katherine. Dani se volvió hacia Alex, ¿sería entonces su ex?
Fiona pasó por delante de Dani y agarró a Alex del brazo.
– Necesito hablar contigo, cariño. ¿Tienes un minuto?
Y se lo llevó antes de que hubiera podido contestar.
Katherine los siguió con la mirada.
– Todos sentimos mucho que las cosas no funcionaran entre ellos. Pero a lo mejor con el tiempo…
Dani miró alternativamente a Katherine y a la pareja. ¿Alex había estado casado con aquella belleza? Por supuesto, él no se habría conformado con una mujer normal y corriente. Pero después de aquella diosa, ¿cuál iba a ser la siguiente de la lista? ¿Halle Berry? ¿Scarlett Johansson?
Katherine volvió a centrar su atención en Dani.
– ¿Qué tal ha ido el almuerzo con Mark?
– Ha sido interesante. Muy centrado en la política. Están preocupados por lo que pueda pasar cuando la gente se entere de que existo. Pero yo no voy a decírselo a nadie, por supuesto.
Katherine le palmeó el brazo.
– Las filtraciones de información se han convertido en una forma de vida. Ya te acostumbrarás a ello. Ahora, dejemos que sean ellos los que se preocupen por la estrategia. ¿Te ha contado Mark que ya se lo he dicho a los niños?
¿Ya se lo había dicho?
– No, sólo ha comentado que pensaba decírselo.
– Están encantados de saber que tienen otra hermana. Hagas lo que hagas, no les des tu número de móvil si no quieres que te vuelvan loca a todas horas -Katherine se echó a reír-. Me gustaría que vinieras a cenar pronto a casa para que podamos ir conociéndonos. Ahora eres una de los nuestros, Dani, para bien y para mal, así que vete preparando. Ahora que te hemos encontrado, no vamos a dejar que te escapes fácilmente.
– De acuerdo, iré a cenar cuando usted quiera -dijo Dani, sobrecogida por todo lo que estaba pasando.
– Y ahora tengo que marcharme corriendo. Te llamaré cualquier día de éstos.
– Y después se marchó -dijo Dani mientras se sentaba en una de las sillas del despacho de Penny, en el Waterfront.
Faltaban todavía varias horas para que se abriera el restaurante y el ambiente era muy tranquilo. Su cuñada frunció el ceño.
– Katherine me parece una mujer magnífica. ¿Dónde está el problema?
– No, no es ella, tienes razón. Es una mujer maravillosa. Es sólo que… están pasando demasiadas cosas. Hace un mes, apenas era consciente de la existencia de Mark Canfield. Y ahora resulta que soy su hija y, además, parte de una familia numerosa. Todo es muy raro. No sé qué pensar.
Penny sonrió.
– Pero esto era lo que querías, averiguar cuál era tu familia. Aunque tengo que decirte que para mí continúas siendo una Buchanan y no pienso dejar que te alejes de nosotros.
– Todo el mundo parece querer una parte de mí -bromeó Dani.
– Hay problemas peores.
– Sí, lo sé -agarró una taza de café que había dejado sobre el escritorio y bebió un sorbo-. Fiona es una mujer sorprendente. Una auténtica belleza. La clase de mujer que hace que todas las que están a su lado se sientan invisibles.
– Así que la odias -dedujo Penny divertida.