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Lori esbozó una mueca.

– Eso no puede significar nada bueno.

– Ha dicho que no sabía lo que iba a pasar. Que depende de si el periodista presenta o no una denuncia -aunque Dani tenía el presentimiento de que lo haría.

Eso supondría que la atención continuaría centrada en ella, aunque el problema hubiera sido que aquel periodista se había comportado como un auténtico canalla.

Penny miró a Dani.

– Así que el abogado frío y conservador tiene un lado apasionado.

Dani había pensado lo mismo que ella, pero no quería seguir hablando de ese tema con su cuñada. Por lo menos de momento.

– Ya está bien de hablar de mí -dijo con firmeza-. Hemos venido aquí para planificar una boda -se volvió hacia Elissa-. ¿Por dónde empezamos?

Elissa tomó aire.

– Va a ser una gran boda. Eso no pienso evitarlo porque es lo que he querido durante toda mi vida. Una boda de cuento de hadas, con montones de flores y luces. Quiero un velo larguísimo y llevar el pelo recogido.

Dani sintió una punzada de envidia. Elissa era una mujer feliz, enamorada, y estaba a punto de casarse. En realidad, Dani no tenía ninguna ganas de casarse en aquel momento, pero le encantaría enamorarse de un buen tipo.

Algo que no tenía muchas posibilidades de suceder en aquel momento, se recordó a sí misma. El año anterior, su marido había decidido dejarle diciendo que no estaba suficientemente preparada para el matrimonio, una excusa como cualquier otra para no decir que le estaba engañando. Dani se había enamorado después y había sido seducida por un hombre aparentemente perfecto que, al final, había resultado estar casado. Y su última conquista había sido un tipo tranquilo que acababa de dejar el sacerdocio, un desafío que no había tenido ninguna gana de asumir. Su vida amorosa había sido un cuento con moraleja.

– Tienes que tener una boda tal y como la has soñado siempre -dijo Lori con firmeza-. Con un vestido maravilloso y todo lo demás.

– Estoy de acuerdo -respondió Penny-. Y por lo menos no vas a tener que preocuparte por la comida.

Dani gimió.

– No sigas por ahí -le dijo a Penny-. Eso lo tiene que decidir Elissa.

Elissa se movió incómoda en el sofá y posó la mano en el hombro de Penny.

– Lo siento -dijo con voz queda-. Debería haber hablado de esto contigo. El caso es que no quiero que te encargues tú de la comida de la boda.

La mirada de Penny se oscureció.

– Sí, lo sé, eso ya ha quedado muy claro.

Elissa continuó como si Penny no hubiera dicho nada.

– Para mí ha sido una decisión muy difícil, sabiendo que eres la mejor chef con la que podría encontrarme, pero también vas a ser mi cuñada. ¿Y qué clase de cuñada sería si te hiciera trabajar el día de mi boda? Quiero que ese día también tú puedas disfrutar. No quiero ser egoísta. Y nuestros invitados tendrán que comprenderlo.

Penny se encogió de hombros.

– Eres tú la que tiene que tomar una decisión.

– Pero si no es mucho problema, me gustaría que te encargaras de la cena de la víspera de la boda. Sé que también supondrá algún trabajo, pero estamos hablando de entre quince o veinte personas. Supongo que no será mucha molestia.

– Claro que no -dijo Penny-. Me parece una buena idea. Y si quieres, puedo darte los nombres de algunos chefs. Conozco unos cuantos cocineros capaces de no arruinarte la boda.

Elissa sonrió.

– Te lo agradecería mucho.

Dani se inclinó hacia Lori.

– Impresionante. En otras circunstancias, Penny todavía estaría gruñendo. Lori bajó la voz.

– Penny y Reid ya habían hablado de esto hace tiempo. El fue el primero en advertirnos que Elissa quería que la familia se divirtiera y no estuviera trabajando en la cocina.

Reid y Penny siempre habían sido amigos, desde que Penny se había casado con Cal, durante su divorcio y después de que hubieran vuelto a casarse.

– ¿Y qué me dices de tus planes de boda? -le preguntó Dani a Lori.

Lori inclinó la cabeza y se sonrojó.

– Todavía no hay nada -contestó-. Pero yo no haría nada de esto. No es mi estilo. Seguramente nos iremos a alguna otra parte y nos casaremos en solitario.

– No te olvides de hacer fotografías -le advirtió Dani.

– Las haré.

Elissa le dijo algo a Lori y la conversación volvió a centrarse en la boda. Dani miró a las tres mujeres de las que sus hermanos se habían enamorado. Un año atrás, Walker y Reid estaban solteros y en aquel momento estaban a punto ya de formar sus propias familias. A lo mejor ella era la siguiente. Lo único que necesitaba era un buen hombre.

Inmediatamente apareció en su mente el rostro de Alex, pero lo apartó al instante. No, él no podía ser. Su padre iba a optar a la presidencia del país. La prensa la perseguía y él tenía una ex mujer lo suficientemente atractiva como para convertirse en una diosa. ¿De verdad quería esa clase de problemas en su vida?

Absolutamente no. Aunque tenía que reconocer que aquel hombre sabía besar…

– Necesitamos dar un giro a todo esto -dijo John.

John era el experto en medios de comunicación de Mark. Era un hombre decidido, una característica que Alex imaginaba fundamental para tener éxito en su trabajo.

– No podemos perder el control -dijo alguien-. Tenemos que manejar nosotros todo este asunto. Y rápido.

El «asunto» en cuestión era Dani Buchanan. Alex se preguntó qué pensaría ella de aquella reunión. Tenía la sensación de que odiaría ser el motivo de la misma y que le molestaría que la consideraran un asunto que había que manejar.

– Podemos presentarla en un acto benéfico -propuso John-. Katherine se pasa la vida organizándolos. Está en muchos comités y ese tipo de estupideces, ¿verdad?

Alex arqueó las cejas.

– Katherine está dedicando su vida entera a esa labor -dijo sin alzar la voz-. Supongo que eso lo eleva a un nivel superior al de una estupidez, ¿no te parece?

John pareció sentirse momentáneamente incómodo.

– Claro, lo que tú digas. Lo que yo quiero señalar es que es una mujer visible. ¿Qué tal si Dani y ella aparecen juntas en algún acto benéfico? Podrían presentarlo juntas. Puede ser lo que ellas quieran. Un almuerzo, por ejemplo. Algo positivo.

Mark asintió lentamente.

– Estoy seguro de que Katherine estaría de acuerdo en algo así.

No le iba a gustar, pensó Alex. Pero lo haría si Mark se lo pedía.

– ¿Y Dani? -preguntó John-. ¿Ella estaría dispuesta?

Mark miró a Alex.

– ¿A ti qué te parece?

Alex se preguntó desde cuándo se había convertido en el experto en Dani Buchanan. ¿O se habría dado cuenta su padre de la tensión sexual que había entre ellos? Alex había hecho todo lo posible por no demostrar su interés, pero no sería aquélla la primera vez que Mark le sorprendía.

– En cuanto se dé cuenta de lo que está en juego, lo estará.

– Estupendo -John introdujo alguna información en su Blackberry-. Tenemos que darle la vuelta a la historia. Ahora mismo se nos ha escapado de las manos y la prensa se está ocupando de ella. Necesitamos recuperar el control. Seguramente querrán averiguar quién era la madre de Dani y cuándo te acostaste con ella. Eso no nos conviene. Por supuesto, sabemos que no estabas casado y eso nos ayuda, pero aun así, no es una información favorable. Tendré que trabajar en ello.

La reunión continuó durante otros diez minutos. Cuando terminó, Mark le pidió a Alex que se quedara un momento.

– ¿Ha pasado algo más con ese periodista? -le preguntó en cuanto estuvieron a solas.

A Alex no le sorprendió que Mark estuviera informado.

– ¿Quieres saber si de verdad le di un puñetazo? La repuesta es sí.

– Todavía no ha salido nada en la prensa, pero he recibido una llamada. Estás metido hasta el cuello en esto.

Alex ya sabía que aquel golpe tendría consecuencias funestas. Aun así, sintió una desagradable tensión en el estómago. Si le denunciaban y la denuncia prosperaba, estaban perdidos. Aunque si tuviera que volver a hacerlo, lo haría. Ese canalla se lo merecía.