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Tenía la mirada fija en sus ojos, pero parecía estar en otra parte, como si hubiera regresado de pronto a aquel pasado que Dani ni siquiera era capaz de imaginar.

– Me quedé junto a ella hasta que llegó la policía. No sé cuánto tiempo pasó. ¿Un día? ¿Dos? No consiguieron encontrar a ningún familiar. Yo no sabía de dónde era mi madre, así que inmediatamente me llevaron a un centro de acogida -la miró-. Nunca había vivido en una casa, ni sabía lo que era tener acceso a un verdadero cuarto de baño. No sabía leer ni ducharme solo. Era como un animal al que de pronto encerraban en una jaula. Las cosas no me fueron demasiado bien.

– Alex -susurró Dani sin saber qué decir.

Tenía frente a ella un hombre sofisticado, educado, encantador y divertido. ¿Cómo era posible que hubiera sido un niño abandonado?

– Estuve dando tumbos de un hogar de acogida a otro durante dos años y medio y terminé en un centro para niños. Un día, llegó una mujer guapísima y me leyó un cuento. Había algo en su aspecto que me hacía sentirme seguro. No sabré nunca por qué, pero ella se empeñó en convertirse en mi madre de acogida ese mismo día. Una semana después, me fui a vivir con ella y con Mark.

– ¿Era Katherine?

Alex asintió.

– Pasaba todo el tiempo posible conmigo. Me enseñó a leer y a vivir en una casa. Me dejó dormir en el suelo hasta que estuve preparado para hacerlo en una cama. Una noche, llegó cuando yo estaba soñando con mi madre y estuvo abrazándome mientras yo lloraba y gritaba asustado, esperando que viniera ese tipo terrible a matarme.

A Dani se le revolvió el estómago. Ningún niño debería pasar por una experiencia como aquélla. Jamás. El corazón se le desgarraba al pensar en todo lo que había sufrido Alex.

– Me encontró en marzo. En septiembre me matriculé en el colegio. Iba muy retrasado en todo, pero Katherine me ayudó a ponerme al día. Al año siguiente, la adopción fue definitiva. Katherine se convirtió en mi madre, en mi familia. He salido adelante gracias a ella. Estoy aquí por ella.

Dani tragó saliva.

– No sé qué decir.

– Todo eso forma parte del pasado. Ya está todo superado. No habría podido salvar a mi madre. Era sólo un niño. Pero ahora estoy en condiciones de proteger a mi familia y pienso hacerlo. Tenga que luchar contra quien sea.

Y Dani le creía.

– Katherine es una mujer maravillosa, de eso ya me he dado cuenta. No sé qué decirte sobre tu pasado, excepto que has salido increíblemente bien. La verdad es que tanto tú como tu madre sois asombrosos. Ya te he dicho antes que iré a ese acto benéfico y pienso hacerlo.

– No estoy intentando impresionarte. Sólo quiero explicarte la posición en la que me encuentro, por qué para mí es tan importante mi familia. Es muy poca la gente que está al tanto de mi pasado.

Lo decía como si no estuviera seguro de por qué se lo había contado a ella.

– No le diré nada a nadie -musitó.

A lo mejor a ella se lo había contado para impresionarla. O quizá solamente para explicarle su lealtad a Katherine. A lo mejor no pretendía impresionarla en absoluto.

Pero ya era demasiado tarde. Porque lo había conseguido. Jamás como entonces había estado tan intrigada por aquel hombre que había comenzado sin nada y había llegado hasta tan lejos. Aquel proceso hablaba de una fortaleza de carácter que no podía menos que admirar.

Otra razón para añadir a la lista de motivos por los que enamorarse de Alex Canfield. Y como siguiera añadiendo más, iba a correr el serio peligro de perder el corazón.

Esa misma semana, Dani regresó al cuartel general de la campaña para comer con su padre. En aquella ocasión, ya no esperaba una conversación a solas con Mark y fue mucho mejor para ella no haberse hecho ninguna expectativa porque terminó comiendo con todo el comité de campaña.

Estuvo con todas las personas que habían acudido a la primera reunión, pero, desgraciadamente, Alex no apareció, lo que supuso para ella una más que seria decepción.

– En las encuestas estás teniendo buenos resultados -le comentó John a Dani.

Dani le miró sin comprender.

– ¿Aparezco yo en las encuestas?

John asintió.

– Hemos puesto un par de preguntas en la encuesta y hemos cruzado los datos. Al principio, comenzamos a perder votos, pero en cuanto el senador concedió una entrevista, empezaron a mejorar las cifras.

Dani se sentía completamente al margen de todo lo que estaba ocurriendo allí. Miró a Mark.

– ¿Te hicieron una entrevista? ¿Te estuvieron preguntando por la aparición de tu hija?

Mark sonrió.

– Me pareció la mejor manera de manejar las cosas. Heidi, consíguele a Dani una copia de la entrevista -se volvió hacia Dani-. Podrás verla en casa.

– Claro.

De hecho, aquello podía convertirse en una nueva afición: conocer a su padre a través de los vídeos.

– El senador dio la imagen de un hombre sincero -dijo otro de los tipos trajeados que estaban en la reunión-. Es algo que los votantes aprecian.

Dani se preguntó entonces si habría alguna diferencia entre dar la imagen de hombre sincero y serlo de verdad.

– Le dijo al entrevistador que él habría querido retrasar el momento de dar la noticia porque quería disponer de más tiempo para conocer a su hija, pero que un periodista había engañado a Bailey para conseguir que hablara de ti. El periodista ha aparecido como un ser mezquino y Alex como un auténtico héroe. Y ahora, todo el mundo adora al senador.

– Las encuestas empezaron a subir justo después de la entrevista -añadió John con una sonrisa-, por suerte para nosotros.

– Sí, ha sido una gran noticia.

Dani no sabía qué pensar. Por una parte, lamentaba que su aparición hubiera causado tantos problemas. Pero por otra, se sentía un poco utilizada. Como si su situación estuviera siendo explotada a favor de una campaña electoral, algo que seguramente no era justo. Las campañas a la presidencia no se ganaban mostrándose retraído. Aún así, todo aquello le resultaba sobrecogedor. Eran demasiadas las cosas que le habían pasado últimamente.

– Estábamos pensando en que podríamos hacerte una entrevista.

Dani acababa de agarrar un sándwich. En cuanto oyó aquellas palabras, lo dejó de nuevo en el plato y se quedó mirando de hito en hito a aquel hombre cuyo nombre desconocía.

– ¿Perdón?

– Una entrevista. En People, quizá. Eres exactamente la clase de historia que les apasiona.

El hombre continuó hablando, pero Dani ya no le estaba escuchando. ¿Una entrevista para People? Toda la sangre pareció subírsele a la cabeza. O quizá se le fue de la cabeza. En cualquier caso, comenzó a marearse y el corazón a latirle violentamente.

– No quiero hacer ninguna entrevista -susurró.

Acudir a un acto benéfico con Katherine era una cosa, pero tendrían que pasar por encima de su cadáver para que le concediera una entrevista a People.

Mark la miró a los ojos y sonrió.

– Respira, Dani. No quiero que te caigas desmayada encima del sándwich.

– ¿Qué? -Dani tomó aire. Y sintió que se le despejaba la cabeza.

Mark se volvió hacia uno de esos tipos trajeados.

– Dejaremos lo de la entrevista de momento.

– Pero…

Mark negó con la cabeza.

– Nada de entrevistas. Es preferible dejar a Dani fuera de todo esto.

– Muy bien -contestó el tipo mientras garabateaba unas notas en su libreta.

La reunión continuó. Dani mordisqueaba el sándwich con desgana. Se sentía incapaz de entender a Mark. Tan pronto se mostraba distante y político como le decía que no hacía falta que se expusiera en una entrevista a nivel nacional. No alcanzaba a comprender quién era el verdadero Mark Canfield.

Unos minutos después, se dio por terminada la reunión. Mark le hizo un gesto para que se quedara cuando todos los demás salieron.