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– ¿Cómo estás llevando todo este asunto? Katherine dice que tiene que estar siendo muy difícil para ti.

La puerta se abrió en aquel momento y entró Alex en la sala de reuniones.

– ¿Interrumpo? -preguntó.

Dani le miró fijamente. Sabía que había ocurrido algo malo, podía sentirlo.

– No -contestó Mark-. ¿Qué ha pasado?

– Ya se ha hecho oficial. El periodista va a presentar cargos contra mí.

Dani se levantó indignada.

– Pero eso es absurdo. ¿Cómo es posible que a un hombre que hizo lo que hizo ese periodista con tu hermana no le pase nada y tú, que, al fin y al cabo, lo único que has hecho es defenderla, seas el malo de la película?

– Te agradezco tu apoyo -dijo Alex-, pero le di un puñetazo. No es algo de lo que me guste presumir.

Mark alzó una mano.

– No te preocupes. Y tampoco tú. Esto no tiene que ver con lo que le pasó a Alex, sino con la campaña. Es una maniobra de distracción, pero conseguiremos salir de este lío.

Dani podía no ser una experta en política, pero no estaba segura de que aquellos cargos tuvieran nada que ver con la campaña. Y tampoco estaba segura de que a Alex le hiciera mucha gracia que algo que podría acabar con su carrera profesional fuera considerado una maniobra de distracción.

– Ya me encargaré yo de arreglarlo -dijo Alex.

– Tenemos que hablar -dijo Mark-. Afortunadamente, tenemos acceso a los mejores asesores legales -miró el reloj-. Ahora mismo tengo otra reunión -le sonrió a Dani-. Así es mi vida, siempre de reunión en reunión. Gracias por haber venido. Me alegro de que hayamos podido pasar algún tiempo juntos.

– Sí, claro -contestó Dani, pensando que pasar cuarenta segundos a solas con su padre no era seguramente la mejor manera de afianzar su relación.

– Alex, acompaña a Dani a la salida, ¿quieres?

– Claro.

Dani esperó a que Mark estuviera fuera para volverse hacia Alex.

– Creo que soy perfectamente capaz de encontrar el camino hasta mi coche. Además, es de día, de modo que no creo que me vaya a pasar nada.

– No me importa.

– Oh, ahora sí que me voy a enamorar de ti. Qué dulce y seductor. «No me importa». Sí, definitivamente, son las palabras que toda mujer está deseando oír.

Alex sonrió.

– ¿Te he dicho ya que no me pareces una mujer fácil?

– Sí, y gracias por el cumplido.

Alex posó la mano en su espalda.

– Vamos. Luchemos contra esos francotiradores e intentemos llegar hasta tu coche.

El contacto cálido de su mano en la espalda le hizo desear acercarse a él. Prácticamente habían salido ya del edificio cuando Heidi llamó a Alex.

– El senador te necesita en la reunión.

Alex miró a Dani.

– ¿Crees que podrás arreglártelas sola?

– Llevo una buena armadura.

– Estupendo.

Le tomó la mano y se la apretó ligeramente. Hubo algo en sus ojos que le hizo pensar a Dani en estar desnuda junto a él. Algo que debía de ser tan placentero como peligroso. Casi inmediatamente, desapareció Alex de su lado.

Pero la diversión continuó. Al llegar al aparcamiento, estuvo a punto de tropezar con Fiona, la bella. Aquella mujer alta, perfectamente vestida, la miró con el ceño ligeramente fruncido.

– ¿Dani? -le preguntó-. Porque eres Dani, ¿verdad?

– Sí. Hola. Acabo de comer con el senador.

– Estupendo. Me parece muy bien que estéis intentando conoceros. La familia es algo fundamental y me alegro mucho de que formes parte de la mía.

Dani se la quedó mirando fijamente. ¿Parte de su familia? ¿Fiona también formaba parte de la familia Canfield? Pero si Alex y ella estaban divorciados…

– Yo creía que ya no estabas casada con Alex -dijo con cautela.

Fiona negó con la cabeza,

– Sí, lo sé, hemos pasado un mal momento. ¿Tú has estado casada? Porque si es así, sabrás cómo son estas cosas. Éramos muy jóvenes e imprudentes, pero estábamos enamorados. Desesperadamente enamorados. Ahora estamos empezando a pasar algún tiempo juntos otra vez. Albergo grandes esperanzas -alzó la mano derecha y cruzó los dedos-. Y Alex también.

– Me parece genial -dijo Dani, sintiendo un nudo en el estómago.

Seguramente Fiona estaba intentando engañarle. Le parecía imposible que Alex estuviera besándola como la besaba y, al mismo tiempo, saliendo con su ex esposa.

Quería pensar lo mejor de él, pero la verdad era que no podía decir que conociera de verdad a aquel hombre.

– Y no es sólo Alex -continuó diciendo Fiona-. Es toda la familia al completo. Katherine y yo somos como hermanas. Me encanta trabajar con ella porque estamos intentando hacer algo para cambiar el mundo. Además, yo nunca le he causado problemas a la familia. Porque te aseguro que a los Canfield no les gusta esta clase de notoriedad, por si acaso tienes alguna duda al respecto.

– No tengo ninguna duda -replicó Dani mientras se colocaba el bolso en el hombro.

– No me odies -le dijo Fiona-. Sólo estoy haciendo de mensajera. Supongo que tienes que saber que a todo el mundo le afectaría mucho que fueras tú el motivo por el que Mark no saliera elegido.

Y, sin más, le sonrió y se dirigió hacia las oficinas.

Dani permaneció donde estaba, incapaz de dar un paso y agradeciendo no haber almorzado demasiado. Porque eso significaba que tendría menos que vomitar más tarde.

Cuando oyó el teléfono móvil, Dani pensó en la posibilidad de ignorarlo. No necesitaba más problemas en un mismo día. Pero cuando miró el teléfono y vio un número que no reconoció, la curiosidad se impuso a la aprensión.

– ¿Diga?

– ¿Dani? Soy Katherine, ¿cómo estás?

Katherine era la única persona a la que Dani estaba intentando evitar últimamente y, sin embargo, se alegró de oír su voz.

– Estoy bien, gracias. ¿Cómo están los niños?

– Muy bien, y, en realidad, son ellos la razón por la que te llamo. Ya saben que eres su hermana y la pobre Bailey está muy afectada por todo lo que ha pasado. Cuando pienso en ese periodista, me entran ganas de meterlo en el microondas y conectarlo a la máxima potencia. Pero no te llamo por eso. Creo que sería estupendo que pudieras conocer mejor a los niños.

Dani no sabía qué contestar a eso.

– Me… me encantaría.

– Perfecto. ¿Podrías venir a cenar una de estas noches? Consultaré mi agenda y te llamaré. Creo que Mark me comentó que tú trabajabas.

– Sí, soy ayudante de dirección en el restaurante Bella Roma. Me encargo sobre todo de coordinar los almuerzos, pero también trabajo un par de noches a la semana.

– Muy bien, déjame ver algunas fechas y seguro que encontramos un momento para que vengas.

– Gracias, Katherine. Estás siendo muy amable conmigo y no sabes lo mucho que te lo agradezco.

– Ahora formas parte de la familia, Dani. No podría tratarte de otro modo. Adiós.

Dani colgó el teléfono y salió del coche. Todo estaba ocurriendo tan rápidamente… Se sentía como si estuviera viviendo dentro de un torbellino emocional.

Esperó un momento, intentando relajarse, con la mirada fija en el restaurante que tenía enfrente de ella.

Buchanan's era el asador que formaba parte del emporio de restaurantes de la familia. Tenía ya más años que la propia Dani y ella siempre había soñado con dirigir aquel establecimiento. Le gustaba todo de allí, incluyendo las puertas de madera y cristal que daban la bienvenida a los clientes, invitándoles a disfrutar de toda una experiencia gastronómica.

Miró el reloj y vio que había llegado exactamente a la hora en la que había quedado con sus hermanos.

El interior era moderno y acogedor. Había cubículos separados y todo estaba decorado en madera. El olor, una combinación de cuero, carne asada y buen vino, era un perfume intenso. La luz de la tarde todavía se filtraba por las ventanas, pero todas las velas de las mesas estaban encendidas.